El rumor de la caída al hoyo fue tan grande como para hacer superfluo las intervenciones del día después. El equipo que ayer volvió a trabajar en Milanello no recuperó la corte marcial puesta, no hubo discursos particulares de la dirigencia y Giampaolo habló a sus jugadores de manera estándar, porque este no es el momento de enfadarse. Al menos, no ahora.
Este es el momento de saber, para hacerlo hace falta reflexionar y trabajar más que enrabietarse. Trabajo es la palabra usada ayer por Giampaolo cuando le preguntaban de qué manera puede salir el Milan de este círculo vicioso. El técnico rossonero no conoce otra manera, el problema es que parece que hay que trabajar en todo, porque en Friuli no funcionó nada y Giampaolo abandonó el Dacia Arena con la mirada desconsolada de quien pensaba de haber tirado al mar un mes y medio de trabajo.
Es el aspecto principal porque el entrenador tras un partido tuvo que mover la marca de fábrica y de su nuevo equipo. Una marca que se reforzó durante el verano, apoyado con partidos más o menos a la altura, que se volvieron cartón una vez que regresaron a Italia, donde Cesena y Udinese lo entendieron todo rápidamente, especialmente como bloquear a Suso. Algo que Bayern, Benfica y United explicaron de haber visto un partido que paradójicamente dieron muchas indicaciones.
Y así, si Piatek hasta el viernes era el idóneo para compartir los espacios con un compañero de reparto, ahora es un delantero que “probablemente juega mejor solo”. La certeza de todas formas es que el sábado ante el Brescia será diferente al visto en Friuli. Pero habrá que ver como. La primera deducción llevaría al 4-3-3: porque hay gente adaptada para hacerlo y porque el equipo lo conoce.
Cuando las cosas no van, hay que agarrarse a las certezas. En realidad, Giampaolo estaría pensando en algo diferente. Quizás un 4-3-2-1 donde se obtengan mayores objetivos: Piatek libre de gestionarse y una zona de tres cuartos importante donde Suso pueda estar más descentrado. Un cambio que, la dirigencia ya estuvo comentándolo antes de Udine. Muchos son los hombres que están fuera de su conocimiento consolidado.
Borini volante, Calhanoglu regista, Suso mediapunta, Castillejo segunda punta, Piatek demasiado alargado. Prácticamente medio equipo en una zona no suya o no del todo digerido. El otro aspecto son los nuevos, todavía no utilizados por varios motivos (lesiones, condición precaria, integración táctica), donde los cinco nuevos fichajes han jugado en total 280′ en siete partidos.
La dirigencia no parece que haya creado imposiciones al sistema a Giampaolo, pero digamos que los dos que entraron en Udine ante el Brescia sin duda sería de agradecer que fueran titulares. El Milan, aparte de las dificultades tácticas, pareció cansado, parco de ideas, llegando tarde al balón. Si en verano los rossoneri volaban y ahora el giro es lento, nadie se pone en condiciones de recibir balón, hay que revisarlo todo.
Cuestión de personalidad: el Milan es un equipo muy joven y faltan líderes que tomen de la mano la situación cuando los partidos lo soliciten. Pero esto el club ya se había dado cuenta.
CORREA: NEGOCIACIONES PERO SIN NOVEDADES
El Milan no se rinde por Angel Correa, el jugador nacido en 1995 sigue en la cima de la lista rossonera para reforzar el reparto ofensivo de Giampaolo. Contactos contínuos con el Atlético de Madrid, el club de Vía Aldo Rossi insiste para probar y alcanzar un acuerdo, pero las partes de momento no están para nada cercanas, así lo comenta al respecto Gianluca Di Marzio.
La posición del Milan es siempre la misma: oferta total de 42 millones (bonus incluidos) y un porcentaje de reventa del 30% como premio variable. El Atlético, que no puede fichar a Rodrigo hasta que venda a Correa, siguen pidiendo 50 millones. El jugador ya dijo que si al contrato de 3-3,5 millones al año durante cinco temporadas.