Se ve una bandera ucraniana ahí arriba, en el tercer anillo. Quizás lo vio Andriy Shevchenko. Qué efecto le daría entrar en San Siro transformado en campo neutro, hinchas bergamascos por todas partes, pocos hinchas del Shakhtar. Para el equipo de Donetsk la noche fue un éxito, pero también para el actual seleccionador de Ucrania, que llegó a Milán en un particular momento, con densos rumores como la niebla, mientras el descontento por los resultados y el juego de su Milan es denso que se puede cortar con un cuchillo.
Shevchenko es un nombre para el futuro más que para el presente, porque su empeño con la Selección es total. Un doble encargo no se puede proponer, sobre todo para un club como el Milan, con una marca demasiado grande y una clasificación a arreglar, por otra parte un equipo a la caza de una histórica clasificación.
Ucrania rozó los playoff para el Mundial, precisamente ante Croacia que luego trazó un milagroso camino. En su corazón Sheva y sus amigos, Tassotti y Maldera, sueñan por algo similar. Clasificarse a la fase final sería ya una victoria para un país sacudido por miles de conflictos. Sheva nunca dejará las cosas a la mitad, pero el Milan es su casa y muchos piensan que anteso o después volverá.
El ex-delantero rossonero vio el partido en tribuna con algunos dirigentes de la formación ucraniana. Una fila por encima estaban Dida y Serginho. “Boban y Maldini son la verdadera garantía del Milan, que sabrán recuperarse pronto. El Milan está en mi corazón. En este momento todo mi empeño y para mi país y estoy focalizado en el éxito europeo a alcanzar”.
El Milan por ahora no está en el radar de Sheva, que tras el partido vio a viejos amigos en un restaurante japonés cerca de Parco Sempione. Cumplió 43 años hace poco y la ocasión era justo por todo, también para despejar los rumores y las esperanzas de una deprimida hinchada: una cena de cumpleaños que en otras ocasiones pasó casi desapercibida, pero era complicado que hoy lo fuera.
Sheva siempre defendió la operación de Rino Gattuso y de los anteriores ex-compañeros debe seguir la línea. Llegó a Milán a primera hora de la tarde, vio a mucha gente, luego siguió el partido como su papel institucional reclama. Una lástima que pasara en un momento así entre tabúes y deseos, que desde siempre van a la par.