LOS INVENCIBLES DE FABIO CAPELLO
Mayo 1991, Arrigo Sacchi cede al cortejo de la Federación para ser el nuevo seleccionador y tras haber conseguido el segundo triplete euromundial con el Milan entre mayo y diciembre de 1990, termina así su periodo como rossonero.
También los jugadores empezaban a estar mentalmente cansados de los métodos de Arrigo, donde empezaba a ser un gran peso. Y Silvio Berlusconi, sin pensárselo, nombra a Fabio Capello como su sustituto. Algo que no recibió grandes elogios por parte de la crítica ni de los jugadores.
Don Fabio, tras su experiencia en la parte final de la temporada 1986/87 al puesto de Liedholm, volvió a hacer de mánager dentro de Fininvest y algunos jugadores de espesor como Baresi, Maldini y Donadoni expresaron cierta perplejidad.
Pero en poco tiempo cambiaron radicalmente de idea. Porque Capello, que fue un jugador de alto nivel, sabía que todo ese estrés mental que los jugadores tenían en los cuatro años de Sacchi, tenía que ser modificado totalmente.
Cambió todos los entrenamientos y la relación con los jugadores, consiguiendo saber de sobra sus puntos fuertes y débiles. Muchos daban por acabado el ciclo rossonero, pero dentro del equipo empezó a crecer la convicción que aquello que fue interrumpido, puede ser recuperado.
Marco Van Basten entrará en gran empatia con Capello y al final, todo el equipo. Querían volver a ganar el scudetto, solo podían jugar eso al haber sido sancionados por la UEFA durante una temporada en competiciones europeas tras abandonar el campo en los cuartos de final ante el Marsella.
Ganar en Italia para volver enseguida a Champions e intentar de nuevo el asalto a la copa de las grandes orejas. ¿Qué mejor tarjeta de visita que desde el inicio hasta el final de liga sin una sola derrota? Jamás dieron la sensación de vulnerabilidad y regaló prestaciones de altísimo nivel.
Entre ellos un clamoroso 5-0 al Nápoles, 5-1 a la Sampdoria campeona de Italia con Vialli-Mancini, la victoria en el derby en el 90′ con gol de Daniele Massaro y el histórico 2-8 al Foggia de Zeman en la última jornada.
Un camino triunfal, el Milan acabó con 22 victorias y 12 empates, sumando 56 puntos, a +8 de la Juventus segunda. La única derrota fue en semifinales de la Copa de Italia, cuando la Juve gracias a un tanto de Schillaci, obtuvieron el pase a la final.
Pero la copa nacional fue desde siempre un trofeo menor, tanto es así que en la era Berlusconi solo se ganó una vez en la temporada 2002/03 con Ancelotti.
Pero el gran trabajo de Capello fue volver a encender el motor mental de un equipo que muchos daban por terminado, pudiendo sacar el gran talento de Demetrio Albertini, que en años siguientes sería el cerebro del equipo y mucho más.