Porque es un símbolo. Porque es Paolo Maldini. Porque el Milan necesita renacer de manera no banal tras la pandemia que asola el mundo. Por todo esto Paolo quiere seguir, pero no bajo cualquier condición.
Involucrado con la directiva hace tiempo, ahora quiere garantías de participar en las decisiones cruciales en tema de mercado y de entrenador, no solo formal, de su puesto. Con Leonardo no era muy operativo, ser parte activa era algo pedido durante muchos años.
Tras la marcha de Leo, de alguna manera se encontró al mando. Trajo a su viejo amigo Zvone Boban, donde su camino con Infantino y el gobierno del fútbol mundial volverá tras el stop del pasado mes, el despido y todas las desagradables consecuencias de un proyecto que se interrumpió.
¿Paolo se quedará? Esta es la pregunta, porque el Milan parece más extranjero y a los datos actuales poco práctico. Un posible gran mánager alemán (rechazado por Maldini en lógica). Luego el resto. Un equipo a construir, un hombre que sale con el hijo del coronavirus y se pone a trabajar para el futuro.
En la contingencia, hay que decidir muchas cosas. Y Maldini no puede quedarse atrás ahora. Porque es Paolo, es el hijo de Cesare, capitán de la primera copa de campeones no solo por el club rossonero, sino de un club italiano, por no hablar de todas aquellas que ha ganado él.
“Gané y perdí mucho también”, dice a menudo. Pero Paolo Maldini con todas sus copas en el extranjero es una leyenda. No es casualidad que fuera el primer pensamiento del club cuando se buscó un ex para el futuro del club. Pero pasó Leonardo y ha pasado Boban.
Gattuso se fue porque los horizontes técnicos no eran los mismos de su directiva. Tras Rino y Leonardo, Paolo sigue ahí. ¿Qué hará ahora? No es una persona que le guste hacerse notar. En el último año concedió una entrevista al diario Corriere della Sera, solo para contar como se enfermó y como salió con su hijo.
Del resto, solo raras ruedas de prensa y silencio. Se hizo sentir para definir su idea de Rangnick, presunto nuevo entrenador, para declarar que personalmente no lo consideraba ideal para el fútbol italiano. Se dice que la propiedad no se tomó bien su reflexión, tampoco las vacaciones a Florida tras el 5-0 ante el Atalanta, pero nadie en Londres puso en discusión su puesto.
Representa el Milan, la buena cara del club, la continuidad a representar en el extranjero. ¿Será suficiente? Si bien ahora dicta sus condiciones para quedarse e incidir. Maldini antes que nada tuvo que enfrentarse con el maléfico virus que golpeó a él, su familia y amigos. Ha vuelto a trabajar tras mucho sufrimiento y miedo.
El despido de Boban no es el primer argumento de discusión ahora, pero habrá que hablar cuando la situación mejore. En tiempos tan duros hay otras cosas anteriores, pero hará falta un momento para aclararse y no solo por videoconferencia.
Ahora Paolo piensa en los entrenamientos a recuperar, en el final de liga. Habrán muchos argumentos a afrontar. Paños a lavar en casa, para luego sacarlos fuera cuando estén aclarados.