
Paolo Maldini está cada vez más lejos del Milan, donde parece más claro que al acabar la temporada dirá adiós. Difícil que la fractra entre el ex-capitán del Milan y la propiedad se reponga, independientemente de como acabe este campeonato.
A saber la modalidad de la separación: quién dirá basta en primer lugar. ¿Lo hará Elliott o lo hará Maldini quién se ponga a un lado? Maldini quiere poder de decisión, pero difícilmente lo tendrá ahora, con Moncada con grandes opciones de ascenso y Rangnick detrás de la esquina.
En particular, el actual director técnico del Milan no ha digerido la decisión de Gazidis de sondear, contactar y proponer al alemán de Red Bull una posición dentro del Milan. Un dolor de barriga que Boban lo externalizó enseguida, tomando al contragolpe a la directiva y que ahora Maldini, más reflexivo, intenta metabolizar, pero sin conseguirlo.
Maldini y Boban se han sentido superados, con total falta de confianza por parte de la propiedad. La decisión de preparar un plan alternativo a los dos símbolos rossoneros es una precisa voluntad de Elliott, que ha dado mandato a Gazidis de darle la vuelta con objetivos muy claros.
Más experiencia, línea de mando más corta, mayor convergencia de visión en el plan deportivo: estos son los tres puntos cardinales donde reconstruir el Milan y el estatuto de Elliott. En Gazidis la tarea de darle cuerpo al proyecto, esta vez sin dudas, medios caminos o errores.
La infausta decisión del entrenador (Giampaolo), algún pecado de inexperiencia y las continuas fricciones en la sede de mercado y de construcción del equipo, han llevado a Elliott a pensar en una nueva revolución.
Aquí y solo aquí encaja la siguiente pieza: Rangnick. Gazidis, tras obtener el mandato del club, se ha movido rápidamente para individualizar un perfil a lo Wenger, que pueda dar mayores garantías a la gestión (a 360 grados) de la parte deportiva. Una figura de experiencia y carisma, que tenga la misma idea de futuro del fondo americano.
Una idea basada en la autofinanciación, sobre un proyecto de juego más moderno (intensidad, agresividad y velocidad serán los puntos clave) y la compra (a coste contenido) de jóvenes de alto nivel, potenciales cracks a valorizar.
Lo que no significa por fuerza hacer una compraventa de jugadores, sino revisado: la idea sería la de descubrir y hacer explotar a los mejores talentos, para luego confirmar a los campeones y vender a los jugadores de nivel inferior.
El objetivo es que el Milan abandone poco a poco el concepto de ‘gran familia’ (con la marcha de los símbolos) y se convierta en una industria. Bajo cualquier punto de vista: estructural, económico, comercial y deportivo.
La idea seguro que no encaja para los más románticos, sino necesaria para llevar al Milan al más alto nivel. Guste o no, esta es la trayectoria elegida por Elliott.