
Un amigo, mitad italiano, mitad eslavo, dijo de ti: el típico balcánico occidental ejemplar, genial y errático, poco equilibrado y difícil de encuadrar
(ríe) “Hay dos Rebic. En privado soy muy tranquilo, algo cerrado porque no me gusta que hablen de mí. En el campo soy otra persona, que saca de quicio a todos”.
¿A quienes más: compañeros, rivales o árbitros?
“Depende. Cuando el árbitro pita bien, cincuenta y cincuenta, estoy tranquilo. Pero cuando veo que falla demasiado y está siempre demasiado a favor del rival, no me gusta. Me pongo nervioso. En realidad, parezco nervioso, pero por dentro estoy tranquilo. Y que desde fuera demuestro lo contrario” (sonrisa pícara).
¿Es esto tu fuerza? ¿Esta carga emocional que sacas a relucir en los partidos?
“Yo me definiría como conocedor de ello. Sé cuales son mis cualidades: físicamente fuerte, rápido, juego con ambos pies. Y soy fuerte mentalmente”.
¿En qué sentido?
“Te doy un ejemplo: en el partido ganado ante la Juve, hasta cierto punto le dije algo a Higuain. No me gustan que tipos como él, grandes y fuertes, a cada contacto se quede tres minutos en el suelo. Lo mismo puedo decir de Bernardeschi”.
“Lo mismo pasó ante el Spal. Ibra recibe un montón de golpes, pero se levanta enseguida sin lamentarse. Otros lloran demasiado. Por tanto, le dije algo a Higuain y Szczesny me contestó: ‘Pierdes 0-2, no vayas de fenómeno’. No le respondí”.
“Normalmente habría replicado, porque otra cosa que no me gusta es cuando me infravaloran. Pero en esta ocasión no dije nada. Al portero le respondí de otra manera (con el gol del 4-2). Esta es mi fuerza mental: quien me ataque, que se prepare”.
¿Ha pasado otras veces que los rivales te infravaloren?
“Hace dos años, antes de la final de la Copa de Alemania. Eintracht ante el Bayern. En la vigilia, nos entrenamos ambos en cada lado del campo. Primero ellos, luego nosotros. Nos cruzamos con los del Bayern y escuché decir a Thiago Alcántara que le dijo a mi compañero Kevin-Prince Boateng: ‘el césped es perfecto, mañana no tocarán balón. Pensé: Quizás mañana no gane, pero te machacaré. Ganamos 3-1, yo hice dos goles”.
Duro y orgulloso: ¿y luego?
“Una vez, mi compañero croata Mario Mandzukic me dijo: ‘Quizás a vuestros ojos soy algo cansino, pero a los míos soy muy divertido’. Yo hago las cosas que me gusten a mí, no a los demás”.
¿Y qué cosas te gustan hacer?
“Por ejemplo, coger el quad e irme donde nadie me pueda molestar, en las colinas de Imotski, mi ciudad. Nos llevamos comida y nos metemos en los bosques, donde no hay ni cobertura. Si mueres allí nadie te encontrará” (ríe).
¿Es cierto que recibiste declaraciones de amor de todas las mujeres de tu ciudad tras el Mundial?
“Pusieron pósters gigantes en la carretera, pero solo porque estábamos en la final. Antes del Mundial, nada”.
¿Familia?
“Mi padre Bosko tiene una empresa de autocares turísticos. Se ocupa de todo lo que es mi vida fuera del fútbol. Mi madre es secretaria en un bufete de abogados. Tengo dos hermanas”.
¿El balón entre los pies te lo puso tu padre?
“No, un compañero de escuela, Iván. Tenía 6-7 años”.
A propósito, dicen que el colegio no era precisamente tu pasión…
“No es cierto. Acabé el liceo de ciencias económicas. Dos años en Imotski y dos en Split, donde me marché a jugar. Me gustaba más el fútbol que estudiar, pero hice lo que tenía que hacer”.
Con 19 años llegaste a la Fiorentina: ¿demasiado pronto?
“En los dos primeros años como profesional en Split hice 5 y 10 goles. Decidí probar un nivel más alto, pero quizás no estaba listo para Italia. No sabía el idioma, Montella no sabía inglés”.
“Pero el verdadero problema era no jugar. Me dijeron: ‘Tendremos dos delanteros, Mario Gomez y Giuseppe Rossi. Luego estaba Ilicic, tú eres el cuarto’. Se lesionaron Gomez y Rossi y pensé: ha llegado mi momento. Pero nada, por lo que me marché al Lipzieg”.
Ahí conociste a Rangnick
“Lo había hecho bien en el Mundial de Brasil, él era el jefe de la división de fútbol de Red bull, llamó a mi procurador para que viniera. Vino aposta a Florencia: ‘Bienvenido a Red Bull. Elige: ¿quieres jugar en el Salzsburgo o en el Lipzieg?'”.
“Preferí irme a Alemania, era la segunda división, pero el proyecto que me ilustró Rangnick era importante y los hechos le han dado la razón. Pero jugué poco porque el entrenador, Alexander Zorniger, tenía su grupo de jugadores fieles en el cual no había sitio para los nuevos”.
Por lo que volviste a Florencia
“Seis meses, el entrenador era Paulo Sousa. Juego sobre todo en Copa de Italia y Europa League. En liga menos, pero tres de cuatro de titular. Estaba en el centro del campo del 3-4-3, cubría toda la banda. Era 2016, el año del Europeo”.
“No quería perdérmelo, por lo que llamé a mi procurador para irme a cualquier parte, donde jugara. Así fui a Verona, pero el seleccionador. Cacic no me convocó. Y peor para él: fue eliminado en octavos”.
Hace cuatro años llegó el cambio de tu carrera: el Eintracht de Frankfurt
“El entrenador es Niko Kovac. Lo tuve como seleccionador en la Sub-21 croata: en el partido de debut ante Suecia, hice gol en el primer minuto. Desde entonces hubo entre nosotros una relación particular, cuando siento el respeto y la consideración por parte de alguien, devuelvo lo mismo e incluso más respeto”.
“Si alguien no me aprecia, pago con la misma moneda. No soy capaz de fingir. Entre Niko y yo hubo claridad y sinceridad: él me decía lo que había hecho bien y lo que no, yo escuchaba y lo seguía. Esto marco diferencias. En general escucho los consejos, luego decido yo”.
Jugaste dos temporadas con Luka Jovic: ¿es un jugador para el Milan?
“No puedo decirlo, todavía no ha firmado. Pero no es casualidad que se fuera al Real Madrid. Las cosas no le han ido bien a causa de tantas lesiones, no sé lo que pasaría por su cabeza y ahora allí tienen una imagen de él que no es real”.
“Los croatas todos somos algo particulares. En Alemania no se hacen distinciones entre nosotros y los serbios, para ellos todos somos de Yugo, para vosotros todos somos eslavos. Jovic debe concentrarse solo en el fútbol, porque es realmente bueno”.
En el Eintracht jugaste de extremo, de segunda punta, de mediapunta: ¿posición favorita?
“Jugar con alguien como Ibra, que tome el balón de cabeza y me abra espacios. el año pasado en el Eintracht lo hicimos bien porque yo atacaba la profundidad, Jovic hacía goles y Haller ganaba todos los duelos aéreos. Yo sabía que Haller era bueno en eso, pues lo mismo hoy con Ibra”.
¿Qué cosas te dejó Alemania?
“Me enseñaron a trabajar duro. Allí nadie se queda atrás. Tanto das, tanto recibes”.
¿Qué sabías del Milan antes de venir?
“Recuerdo Ronaldinho, Beckham, Shevchenko, obviamente Maldini, Nesta… En cambio Boban, que es croata como yo y nació en la misma ciudad que yo, no lo recuerdo. Como él, Savicevic. Era demasiado pequeño”.
¿Es cierto que Boban fue decisivo para tu llegada al club?
“Sí. Me llamó tras el partido ante la Juve. Estaba contento por demostrar que tenía razón al haberme fichado”.
¿Qué no funcionó en los primeros meses como rossonero?
“Nunca hablé con Giampaolo. cuando en enero me marché a Frankfurt para vender mi casa y los periodistas decían que volvía al club, dije: Quiero jugar tres-cuatro partidos seguidos en el Milan”.
“Si los juego mal, eso querrá decir que no estoy a ese nivel y seré el primero en decir que no me quedaré. No quería irme sin tener al menos una ocasión. Cuando llegó, la aproveché”.
¿Qué le falta al Milan para volver al de tus recuerdos?
“En estos años han cambiado muchas veces de propiedad, han cambiado los entrenadores… Al equipo le ha costado. Los tres-cuatro primeros meses de esta temporada empezaron mal como de costumbre, pero ahora tomamos el camino adecuado y debemos seguir, porque tenemos calidad”.
“Todos los jugadores que están aquí empezaron muy bien donde jugaron antes, solo necesitaban algo de paz, confianza. Desde enero jugamos mucho mejor que antes, nos conocemos mejor”.
“Hoy sé como se mueve Castillejo, como me da el balón Bennacer… conozco mejor a mis compañeros y ellos a mí. En diez días hemos ganado a Roma, Lazio y Juve”.
¿Este equipo es maduro para ir por su cuenta o necesitan de otra persona como Ibra?
“Le necesitamos. Ibra es un líder. Antes de la Juve nos decía: ‘Haré ver a los juventinos como se juega al fútbol’. Era su modo de animarnos. También Begovic, Kjaer… Jugadores maduros que saben como calmarte o moverte”.
¿Qué te ha enseñado Ibra?
“Ha traído muchas cosas a todos. Pero cuando dice algo, muchos están callados. Si en cambio yo no pienso como él, le respondo”.
¿Es cierto que en el partido un poco te apagas y luego te enciendes?
“Mi manera de jugar invierte más energías que otros. Siempre me muevo en vertical, esprinto durante treinta metros cien veces por partido, está claro que de vez en cuando tengo que reposar. El míster y los compañeros lo saben”.
¿Qué te gusta de Milán?
“Todo: la gente, el clima, la ciudad”.
¿Qué tipo de negocios te gusta entrar?
“Me gustan los coches, pero no quiero ser considerado el clásico jugador, no quiero que la gente me vea con un Ferrari, un Porsche y no el resto”.
Si dependiera de ti, ¿te quedarías en el Milan?
“Ya lo dije: sí”.

IBRA PREMIADO POR SUS 100 PRESENCIAS
El pasado miércoles Ibrahimovic cumplió 100 presencias con la camiseta del Milan ante el Parma, donde las declaraciones parecen haber cambiado sustancialmente con respecto a la entrevista que realizó en Sportweek.
Ibra posa con la camiseta número 100, 93 de titular, 12 veces sustituido. 62 goles con 17 penalties, un gol cada 133 minutos de juego. 55 victorias, 27 empates, 18 derrotas.
Maldini que le regala una medalla, aplauso del grupo e Ibra que suelta una de sus frases: “Gracias chicos, es todo mérito vuestro. Gracias porque no existe competencia”. Todos ríen. Al final Ibra mira a la cámara y dice: “Gracias a todos por los mensajes de afecto. Jugar aquí es un honor, espero poder jugar muchos más partidos”.
Muy difícil pensar que el futuro de Zlatan siga siendo rossonero. Y que los números de sus presencias con el Milan aumenten más allá de los cinco partidos que restan de la presente temporada. Ante el Parma fue el jugador con más balones recuperados (14) y más remates a puerta (9).