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Si existieran todavía las medias temporadas, el Milan estaría ya en Champions. Porque entre la segunda vuelta de la pasada liga y la primera de la actual, Stefano Pioli guió un fuera de serie capaz de mantener una velocidad constante, siempre de líder: montaña de puntos prácticamente idéntico (41 vs 43), abundancia de goles marcados (45 vs 39) y defensa totalmente fiable de la misma manera (22 goles encajados en ambos casos).
Pero las temporadas existen como son, especialmente cuando en medio está el balón, la caída del Diavolo 2021 ha dado las vueltas a las perspectivas: en pocos meses el grupo de Pioli ha caído del primer al quinto puesto, si bien a la par con Juve y Nápoles, donde en cinco jornadas deberán encontrar el paso para el azote final.
El sistema 4-2-3-1 sigue siendo el sistema de referencia, el que con el equipo ha dado la vuelta y gracias al cual cada uno ha expresado gran parte de su potencial. Pero ahora es menos rígido que en el pasado: Pioli ha estudiado una variante, el 4-2-2-2 que acerca a Rebic al delantero y hace apretar a Saelemaekers por la derecha.
Esa solución ya se vio ante el Sassuolo, produciendo buenos resultados en el plano de juego, antes que la entrada de Raspadori reescribiera la historia del partido y en parte ante el Lazio. Pioli lo ha pensado para resolver un doble problema, ser demasiado predecibles en ataque y la falta de peso en el área ante la ausencia de Ibra. Pero la variante puede ser utilizada mañana, quizás en curso: Zlatan necesita más asistencia y Rebic, estaría más cerca de la portería.
Con el objetivo de mantener el aspecto atlético, ya que la parte final, entre Juve y Cagliari, prevee el turno entre semana con el Torino. Las cargas de trabajo son inevitablemente menos intensos de otras fases del año, mientras en los entrenamientos se concentra más en la táctica y técnica: fase defensiva, jugadas a balón parado, ejercitaciones en remates y partidillos.
Dice Pioli: “Somos jóvenes, pero tenemos importantes cualidades de carácter”. El entrenador se fia de la madurez de los suyos y por esto los tonos frente al equipo no han cambiado: la tensión en Milanello es alta de manera natural. Una pequeña ayuda la verdad ha sido el regreso de Ibra para devolver el contexto positivo de la primera vuelta. Porque Zlatan da ejemplo y sube el nivel de competitividad y concentración.
Maldini y Massara asistieron al entrenamiento de ayer, como sucede casi a diario, pero su presencia “dentro” del grupo nunca ha sido tan valiosa como hasta ahora. Maldini habló al grupo y a cada uno, viendo que la cosa se ha complicado tanto. Saelemaekers hizo pública la charla en las redes sociales, pero la mayoría prefirieron dejarlo en privado. Lo que cuenta es la contribución de la ex-capitán, que transmitió un claro mensaje: nada está perdido, hay que recopilar las energías y catalizarlas de la mejor manera.
Tras un año lleno de achaques, con la enfermería que se ha ido alternando en toda la plantilla, Pioli volvió a trabajar con el grupo al completo. Podrá elegir finalmente entre los mejores, pero la intención es puntar al grupo tras el confinamiento: Ibra, Theo, Kessié, Calhanoglu y Rebic (Bennacer podría descansar mañana para estar luego ante la Juve): casi todos han bajado en la distancia, pero son el esqueleto del Diavolo que soñaba el scudetto y veía la Champions. Nada de cambiar eso ahora.