Alguno como Giroud eligió la vía diplomática “queremos demostrar a la Serie A que estamos listos para ganar”, algunos otros, como Ibra, fue a por lo personal, con su manera de siempre: “Tu caminas, yo vuelo”. Cambia la forma, pero no la sustancia: el Milan cree, se habla del scudetto desde verano y de scudetto se sigue razonando en el campo.
El mini récord de 22 puntos en las 8 primeras jornadas (jamás ningún otro Milan había sumado tantos puntos en la era de los tres puntos por victoria), siete victorias frente a las ocho de Nápoles que sigue siendo infalible, pero que quiere llegar hasta el final. Las virtudes guiarán el camino en liga, pero puede hacerlo también en Champions: como dijo Pioli, la cosa no ha terminado.
CAPACIDAD DE REACCIÓN
El 3-2 al Verona es la síntesis de la madurez alcanzada: hace un año, en el mismo punto de la temporada, el Hellas escapó con dos goles y los rossoneri les costó alcanzar el 2-2 de Ibra en el 93′. El sábado el Milan fue más allá, completando la remontada con la victoria a pesar de tener las ausencias de Maignan, Theo y Brahim, que habría mandado en depresión a cualquiera.
Que sea una doble desventaja o una constante emergencia donde Pioli está obligado a moverse, las respuestas siempre llegan.
INTERCAMBIABILIDAD
Castillejo y Krunic son las últimas armas pescadas desde el banquillo: uno que estaba casi fuera y un centrocampista totalmente superado en jerarquía por colegas de reparto de mayor calidad: “Incluso con muchas ausencias puedo poner en el campo un fuerte equipo”, dice Pioli.
Y tiene razón: en estas ocho primeras jornadas, solo en dos ocasiones ha puesto el mismo once (en agosto, entre Samp y Cagliari), si bien el rendimiento del equipo no se ha resentido.
LOS GOLEADORES RECUPERADOS
El dueto Ibroud está en fase de despegue. Hará falta tiempo para ver el doble delantero más de esos cinco minutos ante el Verona, pero lo que cuenta es que los dos campeones son hábiles y colocables: Ibra ha vuelto a respirar el clima del partido, Giroud recuperó el gol, en espera de recuperar el top de la condición. Para el asalto al scudetto hará falta su experiencia y su peso en el área: nunca los tiempos fueron tan acertados.
IDENTIDAD DE JUEGO
En el Milan todo está claro: hay un sistema de juego unido, principios asimilados por todos los elementos de la plantilla, una identidad que los hombres de Pioli jamás olvidan. Sobre esta base, los rossoneri trabajaron para potenciar algunos aspectos (como la agresividad puesta en casa del Atalanta) y subir el nivel de las prestaciones.
La marca Pioliana ayuda obviamente también cuando las cosas se ponen feas: ante el Verona el impacto de cada uno de los que entró desde el banquillo removió los equilibrios del partido, pero el equipo consiguió la victoria sin perder su naturaleza.
JÓVENES Y GANADORES
Ibra y Giroud, más Kjaer que volverá ante el Oporto, portan sabiduría, pero la parte central sigue siendo verde y sobre todo robusto. Tomori dirige la defensa con personalidad de un senador pero solo tiene 23 años; Tonali es tan importante ahora que se mereció un turno de descanso en vista de la Champions.
Leao, cada vez más concreto y continuo, se va acercando a grandes zancadas a ese proyecto de campeón visionado por la directiva hace dos temporadas. Talento, pero también la sana inconsciencia de los más jóvenes: el proyecto Elliott funciona.
ENTUSIASMO
La temporada pasada, el estadio en casa funcionó como inexplicable bug en el sistema rossonero: 30 puntos de 57 disponibles. Alguno objetaba que, ahora con el regreso del público, el peso de San Siro podría poner una mayor crisis a los jóvenes diablos.
En 4 partidos (y tantas victorias), el Milan corregió el tiro y convenció a los escépticos: el abrazo del Meazza multiplica las energías.
EL ENTRENADOR
Como el cántico que le dedican jugadores e hinchas, el “Pioli is on fire”: el equipo se reconoce en su trabajo, la gestión del grupo es prácticamente perfecta. La constante alarma lo ha obligado a tener que reinventar posiciones y puestos (ahora Calabria por la izquierda y Krunic de 10), acertando casi siempre sus decisiones.
Cuando no ha ocurrido, ha sabido corregirlo sobre la marcha. Exactamente como hacen los entrenadores que ganan scudettos, ¿no?