El récord de Stefano Pioli

El diablo te hace guapo. El diablo en cuerpo. Pacto con el diablo. Un diablo en mí. Y luego basta, porque Stefano Pioli no es un nóbel doctor Faustus, sino un entrenador que disfruta el momento. Tiene contrato con el Milan hasta 2023, pero las expectativas son diferentes.

La química entre el club y él se creó prácticamente enseguida, entusiastas de su trabajo, pero también la propiedad, que lo ve como un entrenador capaz de valorizar el capital humano produciendo resultados considerables.

Llegó en octubre de 2019 para sustituir a Giampaolo, que se cruzará el próximo domingo en San Siro, mientras mañana se cruzará con la misma energía al Lazio, el club que lo lanzó hacia nuevos horizontes. Pero es también la persona que se crea su propio horizonte: de momento Pioli es como un tenista (le encanta el ténis) en confianza, como se puede decir. Sin aspavientos, pero conocedor de lo que puede hacer.

Pioli ayer por la mañana en Radio Anch’io Sport dio una enérgica respuesta sobre el futuro: “Mi posición va más allá del contrato, en el Milan me siento bien, tengo una gran relación con la directiva, hay plena sintonía con todos y hoy digo que me podría quedar para siempre”.

El clásico corolario: pero nunca se sabe como acabará la cosa, en el fútbol nunca se sabe. Si bien es bastante evidente que este entrenador que parecía de paso y que dentro de pocos partidos entrará en el top de los técnicos rossoneros más longevos y entró en el corazón del Milan y de los hinchas, pero no solo.

La propiedad de Londres le reconoce grandes dotes técnicas y de gestión del grupo, la integración con Maldini y Massara es buena, los jugadores le quieren. Empezaron a cantar “Pioli is on fire” en el autobús hace tiempo, pero el entrenador decidió que en el calentamiento en San Siro una vez bastaba y avanzaba. Porque el foco no debe ser sobre él sino los protagonistas que saltan al campo.

¿Modestia? no precisamente, sino el sentido de la misura que lo acompaña desde siempre. Y si ahora lo ve correr bajo la curva es también porque es su experiencia más larga. El Milan le dio estabilidad, estimación y medios para competir y Pioli lo siente. Quizás no transformado como persona, pero es más seguro de sí mismo y de los resultados que puede obtener.

La permanencia del gran mánager quizás llegue, la renovación del contrato llegó, pero como siempre dijo Pioli la relación con el Milan va más allá. No es casualidad que en Milanello definen como ancelottiano su gestión del grupo y Ancelotti es el entrenador que tras Rocco es el que más tiempo se quedó en el club. Desde los tiempos de Allegri, Pioli es el más resistente y no solo por una cuestión de partidos directos. Sino por empatía y simpatía.

Bromas aparte, la relación con los jugadores es clara: cuando hay que apretar, Pioli aprieta, cuando en la vigilia del derby recordó a todos de lo orgullosos que tenían que estar por representar al Milan. La parte táctica es considerada como crucial, pero también son las fases lúdicas en los entrenamientos y Pioli, que como jugar odiaba la rutina diaria, sabe como variar.

Quizás no esté rejuvenecido por el Milan, pero más seguro de sí mismo. Si bien Ancelotti está a una distancia sideral, Allegri está a 178 partidos, pero los números no lo son todo. Pioli está construyendo un ciclo y el club sabe de tener a la persona adecuada.

Quizás no hacen el espectáculo como los Maneskin, también porque la edad no permite resbalones sobre su outfit, pero el impacto rock y la sintonía es completa, certificado por el rendimiento de un equipo listo para reaccionar. Pioli is on fire, cantaban sus jugadores festejando en un local de Milán tras el derby. Él seguramente estaría durmiendo, pero el acuerdo sigue.