Hay historias que no terminan, también en el fútbol que cambia tanto en los años. Paolo Maldini, hombre de cualquier récord rossonero, está listo para estar mucho tiempo en el club, como director técnico. La negociación para la renovación de su contrato y de su brazo derecho Frederic Massara no ha empezado, mientras que ya se le fue confirmado al entrenador Stefano Pioli (acuerdo hasta 2023, con una sólida opción para otro año).
Técnicamente Paolo y Massara acaban contrato, pero la situación no alarma a nadie, tampoco a los directos interesados. La voluntad de seguir juntos está la situación de Maldini dentro del Milan es particular: para él el club es una familia y para el club es una riqueza, viendo también su prestigio a nivel internacional y la capacidad de representar un punto de referencia para los hinchas rossoneros, también en momentos delicados.
Por no hablar del apoyo con el equipo y de la fascinación que su nombre ejercita sobre los jóvenes jugadores que han entrado y quizás entren en la órbita del Milan. Por tanto Maldini es una garantía: no habla mucho, pero ha hablado claro en periodos complicados, ha tenido mucha experiencia desde que volvió al Milan con Leonardo y llevó a cabo operaciones a nivel directivo.
Un nombre sobre todos: Sandro Tonali, considerado uno de los mejores talentos italianos para el futuro. Maldini tenía la tarea de hacer crecer al Milan y juntos buscar el llevar al club al fútbol europeo, pero siempre manteniendo la fe a las líneas de sostenibilidad económica trazadas por el fondo Elliott.
En los años la relación con el a.d. Iván Gazidis se hizo todavía más sólido y precisamente por este motivo el contrato que termina no preocupa a nadie. Objetivo alcanzado el pasado año, mínimo objetivo a un paso también esta temporada, aunque Pioli ha subido el nivel aun más, declarando querer mejorar el resultado pasado y el Milan del pasado mayo acabó segundo, aunque en la parte final.
Por tanto las ambiciones cultivadas son cada vez más grandes y los programas de Maldini como directivo no cambian: seguir construyendo sin malgastar y llevar a pequeños o grandes pasos el Milan al nivel de hace un tiempo. El mundo del fútbol italiano, respecto a lo vivido como jugador ha cambiado y Maldini, siendo pragmático, lo sabe bien.
Por esto procede con cautela pero junto con un gran entusiasmo. Fue la receta que poco a poco ha conquistado a los escépticos hinchas al inicio sobre la línea de austeridad fijada por Elliott. Pero por ahora los hechos dan razón al club y a quién como Maldini supo interpretar la difícil tarea: caminar sobre el filo, no hacer proclamas sino mantener alto el nivel de entusiasmo, que en San Siro ahora es palpable.
La decisión de evitar gastar en el mercado invernal, que generó escepticismo, ha sido una decisión ganadora. Si bien fichar un central de emergencia para remediar la lesión de Tomori se decidió seguir adelante con los que había a disposición y darle confianza a Kalulu: confianza devuelta, no solo por el gol ante el Empoli.
En verano el Milan, sea campeón o no, se añadirán nuevas piezas, pero antes habrá que pensar en el futuro de Ibrahimovic, que deberá decidir si seguir jugando (difícil) o iniciar enseguida su carrera como directivo en el club.
Ahora, todo en la liga, luego las decisiones importantes. Para Maldini se puede preveer un contrato que lo una al menos por un par de años más, su familia. Mismo discurso para Massara. En cuanto a Ibra, se sabrá en su momento. Pero así es su estilo.