A empezar de nuevo. El proyecto del nuevo estadio en San Siro ha quedado atrás, entre problemas burocráticos, necesidades de una confrontación pública e inseguridades de los dos clubes que no están dispuestos a invertir otros millones en nuevos estadios posibles sin garantías. Inter y Milan se pusieron disponibles al debate necesario por ley, pero para llegar al debate es necesario presentar nuevos proyectos, que por ahora no han sido diseñados.
Los tiempos se alargan y los dos clubes milaneses empiezan a mirar a otra parte. La alternativa es la del área de Sesto San Giovanni donde estaban las fábricas de acero Falck. Se trata de una vieja idea, ya pensada en el pasado: hasta ahora no hay noticias de contactos directos entre las directivas y el alcalde de Sesto San Giovanni, pero en los próximos meses el asunto del nuevo estadio podría sufrir un cambio que parecía impensable antes de la pandemia, cuando los proyectos fueron presentados en el Politécnico de Milán.
Y el escenario era probablemente impensable también en diciembre de 2021, cuando los clubes eligieron el proyecto dado por ganador desde hace meses: la Catedral diseñada por el estadio Populous, que ganó por delante sobre los anillos pensados por Manica/Sportium.
Será un estadio único, se decía. Pero la Catedral, al menos como se pensó, ya no se puede hacer. Se opusieron todos, el comité de la zona, los verdes, al final también el alcalde de Milán, Beppe Sala, que siempre ha defendido el compromiso del viejo estadio para mantener al menos hasta la inauguración de las Olimpiadas invernales de 2026, se tuvo que rendir a la evidencia y a la perplejidad de sus patrocinadores del gobierno de la ciudad. Por tanto vuelve a circulación la idea de abandonar Milán.
Ambos clubes quieren el actual estadio y están dispuestos a revisar los pactos y otras concesiones (el metraje total se ha reducido considerablemente), pero no se puede esperar de manera infinita y a otros gastos a afrontar sin las clásicas garantías. Porque construir un nuevo estadio sigue siendo prioritario del fondo Elliott y en los pensamientos de la familia Zhang.
Los clubes de la Serie A, según el informe Deloitte, ganan bastante menos en los días de partidos con respecto al resto de Europa: la media en dos años de ingresos medios por puesto disponible es de 634,2 euros frente a los 1380,6 de la liga, los 1306,2 de la Premier y 945,4 de la Bundesliga. Un déficit que se puede atribuir a la calidad de los estadios italianos, por la mayor parte viejos y para nada cómodos.
El impacto sobre las cuentas de los clubes es evidente: los estadios nuevos producen mayores ingresos en entradas, patrocinadores y patrocinadores comerciales. En definitiva, mayor riqueza para los clubes, por tanto mayores posibilidades de invertir y reforzar los equipos.
El nuevo estadio por tanto ahora es una lucha contra el tiempo y contra la burocracia italiana. Inter y Milan quieren construir una nueva casa, las instituciones milanesas quedan a la espera de nuevos proyectos, pero un nuevo estadio se hará, en el área San Siro o en cualquier otro lugar.
Aunque quieran las viejas instalaciones, los mánagers están obligados y convencidos en mirar adelante para acercarse a Europa para batallar contra los grandes clubes. Y si un nuevo acuerdo no se llega, se quedará San Siro inmenso y vacío, sin una forma de vida futbolística y deportiva al lado.
Y este es el escenario que nadie quiere tener en consideración, por esto hay que apretar los dientes y encontrar una moderna solución que se adapte a lo que necesite la ciudad y los clubes.