Cincuenta millones. Esta no es la cifra que la afición milanista soñaba leer, en lo que se refiere al mercado de fichajes y las maniobras para reforzarse aún más tras conquistar el Scudetto. Pero que así sea. No debe entenderse estrictamente por toda una serie de buenas razones -la fórmula con la que se perfeccionan las compras afecta mucho, por ejemplo- y es solo un parámetro indicativo, pero sirve para dejar claro que los campeones italianos no harán un loco gasto tampoco este verano.
A la perspectiva del “acuerdo conciliatorio” con la UEFA sobre el nuevo fair play financiero se suma la filosofía de Gerry Cardinale, número uno de RedBird que está a punto de hacerse con el Milan: no se desviará de la del fondo Elliott, que ha restauró económicamente al club y también ha producido resultados respetables en el campo.
Así seguirá, con gastos prudentes y fichajes inteligentes. ¿Qué podría cambiar el escenario? ¿O al menos modificarlo en parte, para favorecer la posibilidad de mayores inversiones en compras para la plantilla? Algunas variables que no son ciertas en este momento, como el producto de las ventas, el producto de cualquier reventa y otros pequeños aspectos que surgen de la forma en que se han llevado los asuntos de mercado en el pasado.
Una premisa necesaria: no es seguro que cada millón derivado de este tipo de operaciones corresponda necesariamente a un millón más para el mercado, porque siempre es el club el que decide cómo utilizar los recursos. Pero es razonable esperar que se pueda crear un presupuesto extra para ponerlo a disposición de Paolo Maldini y Frederic Massara (el director general y el director general siempre a la espera de la renovación del contrato).
En algunos casos hablamos de cifras reducidas: la redención de Leo Duarte por parte del Estambul Basaksehir aportará un par de millones a las arcas rossoneras. Otras situaciones, en cambio, son más interesantes.
La de Lucas Paquetá, en primer lugar: si se fuera del Lyon, el centrocampista de la Seleçao le haría un bonito regalo al Milan por parte del primero, porque el 15% de la reventa va para los rossoneri, y estamos hablando de una ficha que vale menos 60 millones.
Otro nombre que aparece de vez en cuando: Matteo Pessina. Quién traerá heno a la casa del Milan en cualquier caso. Si Atalanta lo vende, la mitad de lo recaudado va al Milán por una cláusula incluida en la venta a la Dea en 2020; al revés, pronto llegará a los 100 partidos con los bergamascos -le faltan 4- y el Diablo se consolará con los 2 millones pactados para alcanzar esa meta.
Otro frente a tener en cuenta: los jugadores prescindibles de la plantilla de la que dispone actualmente Stefano Pioli. No muchos podrían ayudar a recaudar efectivo de manera significativa, hay que decirlo. No entre esos de los que se puede privar el Milan sin debilitarse en exceso, al menos.
Si no se puede esperar mucho de las salidas de Castillejo y Ballo-Touré, la salida de jugadores como Saelemaekers o Plizzari podría ser mucho más rentable. No porque no sirvan, al contrario: el belga es pretoriano de Pioli desde 2020 hasta hoy y el portero está permanentemente en la ronda azul Sub 21.
Sino porque, sencillamente, tienen el mercado y el Milan ya está cubierto – o pueden cubrirse con diferentes opciones – en sus roles. Si quiere apuntar a comprar algunos nombres de alto nivel, después de todo, tiene que renunciar a algo. También en el Milán de RedBird.