El Milan toma forma para 2023

El Milan de 2023 es un rompecabezas que sólo el dúo Maldini-Massara tiene las herramientas para completar. Una obra de paciencia, lucidez y visión. El entrenador y el director general rossoneri son los únicos que conocen el diseño. Y las piezas, las piezas que hay que colocar, son obviamente los jugadores: los que hay que adquirir en las próximas ventanas de mercado, los cedidos que hay que traer de vuelta o (eventualmente) recomprar, aquellos cuyos contratos expiran.

El tema de las renovaciones es una constante en Milán. Lo ha sido en los últimos años y lo sigue siendo, un poco porque se trata de elementos muy importantes para el Diavolo que vendrá, un poco porque el pasado reciente ha reservado acontecimientos desagradables como los relacionados con Donnarumma, Calhanoglu y Kessie. Historias que los aficionados no han olvidado, aunque los resultados obtenidos en el campo -el regreso a la Liga de Campeones y, sobre todo, el Scudetto- han curado rápidamente las heridas del amor traicionado.

Las renovaciones ocupan una gran parte de este rompecabezas. Poco a poco, las piezas van encajando en su sitio, una tras otra. La siguiente en colocarse es una “pieza grande”, en realidad. Una gran pieza como Ismael Bennacer. Sí, porque “Isma” ya no es el talento que hay que relanzar tras su descenso con el Empoli, el diamante en bruto que hay que “pulir” y hacer brillar: en sus años en el Milan, Bennacer se ha hecho cada vez más importante, cada vez más central en el proyecto táctico de Pioli.

Y es el caballo por el que el técnico apostó sin dudar a principios de temporada: “Si el año pasado explotaron Tonali y Leao, esta vez espero ese paso de Isma”. El centrocampista argelino, que recientemente ha cambiado de agente y ha pasado a ser Enzo Raiola, está cerca de cerrar un acuerdo sobre la base de 4 millones anuales, lo que supondrá más del triple de su salario actual. En cuanto todo se haga oficial, Pioli podrá poner también una ‘X’ en la casilla de ‘director’. Y concéntrate en otra cosa.

Calabria, Rebic, Tonali, Hernández, Saelemaekers, Tomori, Gabbia, Kjaer, Krunic, Kalulu… la lista de renovaciones completada por Maldini y Massara se ha alargado nombre a nombre en los últimos meses. A esta lista se añadirá Giroud, salvo cataclismo: el rendimiento del número 9 sigue siendo del más alto nivel, a pesar de tener 36 años en su carné de identidad. Para Ibrahimovic, en cambio, ya veremos: el estado de Zlatan en primavera será decisivo.

Sólo queda una gran duda, en este momento. Que responde al nombre de Rafael Leao. La del portugués es la renovación más delicada, tanto por el valor del jugador como por el intrincado marco en el que deben moverse los dirigentes rossoneri. El doble apoderamiento Dimvula-Mendes, los 20 millones que Rafa debe pagar al Sporting como indemnización, la desviación de la norma que el Milan debe hacer al ‘tope salarial’ para satisfacer a su jugador estrella… no es fácil llegar al fondo del asunto.

Están razonando en torno a los 7 millones anuales, esa es la cifra que podría mandar la pelota al hoyo, pero aún queda mucho por hacer. Maldini y Pioli no dejan de repetirlo ante los micrófonos: ‘Rafa, confía en mí, quedarte en el Milan sólo te hará bien’. Y Leao envía repetidamente señales de afecto, en las redes sociales como en la realidad (el bombardeo posterior al Mundial para saludar al equipo en la concentración fue muy apreciado por plantilla y compañeros). Pero eso no basta por ahora. Mientras tanto, a partir del 26 de diciembre, Leao volverá al grupo. Y con el comienzo del nuevo año, el juego de la renovación volverá a empezar. Sólo entonces el puzzle estará completo.

Con un Milan que durante 2022 ha sumado 77 puntos, 34 partidos disputados, 23 victorias, 8 empates, 3 derrotas, 58 goles a favor y 24 en contra.