Los imputados del momento del Milan

En Milanello y sus alrededores no quieren oír hablar de castigos y castigos, pero mientras tanto, por segunda vez en quince días, Pioli se ha visto en la tesitura de variar el programa original del equipo. Elecciones que pueden declinarse en mil matices, pero mientras tanto los hechos permanecen.

Ocurrió a finales de año, tras el mal dato de Eindhoven, cuando el entrenador anuló el día libre previsto para el 31 de diciembre, ordenando una sesión extra de entrenamiento para analizar la derrota contra el Psv. Y ayer volvió a ocurrir: en lugar de irse a casa y volver al campo esta mañana, los jugadores durmieron en Milanello para reunirse esta mañana en las condiciones de trabajo que el entrenador y la dirección consideran óptimas.

En otras palabras, con la cabeza ya en el trabajo, después de dormir… en el trabajo. Un minirretiro que no se califica de punitivo, sino de útil para un amplio análisis matutino de todo lo que no funciona. Y si, efectivamente, los programas se han remodelado unos días después, el problema es evidente, sobre todo porque en menos de una semana hay derbi de Supercopa, hay un Nápoles que no hay que dejar escapar más, y dentro de un mes llega la primera ronda de la Liga de Campeones. Apretando filas, como se dice en estos casos. ¿Qué aspectos están más bajo la lupa? Hemos aislado a cinco.

LOS NUEVOS FICHAJES

Una historia que, a pesar de que ya han pasado cinco meses de temporada, ya empieza a resultar empalagosa. Pero si el concepto es recurrente, es simplemente porque pasan las semanas y no hay signos de mejora. Los minutos globales de los siete jugadores que llegaron el pasado verano siguen siendo escasos por término medio, al igual que el rendimiento es decididamente escaso entre jugadores casi nunca utilizados y promesas no cumplidas.

Los cerca de 50 millones inyectados hasta ahora en el mercado de 2022 no han mejorado la plantilla: cuando el Milan viaja rápido, lo hace casi exclusivamente gracias a los que ya estaban. Maldini dejó claro hace tiempo que se sentía el garante del proyecto, una afirmación que para la afición es sinónimo de éxito seguro, pero hasta ahora no se han visto las obras de refuerzo, a pesar de que tras la última renovación, la propiedad concedió al área deportiva una autonomía de decisión (pero obviamente no financiera) mucho mayor respecto a las anteriores “reglas de juego”.

EL MERCADO INVERNAL

El mercado pasado conduce inexorablemente al actual. Que simplemente, retomando las palabras de Maldini, no estará. En el mercado de invierno no haremos prácticamente nada”. Ya sabes, la filosofía de la empresa dice que, sobre el papel, cualquier cara nueva debe tener sentido dentro del proyecto y que Milan nunca comprará por comprar.

También es imaginable que, con las cuentas en franca mejoría pero aún por arreglar, el presupuesto de enero sea tan exiguo como el de hace un año. El problema es que, al margen de las numerosas lesiones, aún quedan zonas del campo por mejorar si quieren seguir siendo competitivos hasta el final de la temporada.

LA ENFERMERÍA

En esta visión de conjunto, un capítulo destacado lo ocupa también la enfermería. Porque, aunque no hay pruebas en contra, se puede afirmar con cierta certeza que con la plantilla al completo el Milan no estaría en la crítica situación actual. Es cierto que el equipo que marcó ayer en la prórroga era más o menos el titular, pero aquí estamos hablando de un discurso más amplio. Es decir, de un entrenador que tiene que prescindir de ocho o nueve jugadores cada partido.

Algunos de ellos titulares imprescindibles, otros que quizá sean buenas opciones para rotaciones sensatas y productivas. Si no se puede hacer eso, jugando cada tres días ocurren sobre todo dos cosas: baja el rendimiento de los individuos y aumenta el riesgo de nuevas lesiones. Es un problema que ya lastró a Milanello la temporada pasada, y del que Pioli es muy consciente. El entrenador se ha hecho responsable de la situación, pero por ahora sigue siendo noche cerrada.

LA POSICIÓN DEL ENTRENADOR

La dirección deportiva, y por tanto la musculatura de los jugadores, es obviamente culpa del entrenador, quien, sin embargo, también ha estado recientemente en el banquillo por otras cosas. La gestión de los cambios -algunos cambios-, la fase defensiva (en los dos goles romanistas hay errores evidentes de colocación y de lectura de la acción), los movimientos de la fase ofensiva cuando los intérpretes no son los habituales conocidos.

Ayer contra el Torino vimos más de una vez a jugadores pidiendo profundidad con el portero que en cambio servía con los pies, vimos incertidumbre en las decisiones a tomar en los tres cuartos. Y, cuando entraron los titulares, la actitud era al menos revisable.

Todas estas son cosas en las que Pioli tendrá que poner manos a la obra, partiendo de una base objetiva: es un entrenador que sabe exprimir al máximo a su equipo, ya que es el principal artífice del Scudetto y del regreso a la Liga de Campeones. Basta con volver a atar los hilos. Pero rápido.

LA DEFENSA

Fase defensiva a revisar, dijimos. Esto es lo que más destaca en este momento de confusión, con una alternancia entre una defensa de tres y de cuatro hombres evidentemente no tan productiva. Hay bajones de atención en las individualidades -el rendimiento de Tomori, por ejemplo, está por debajo de lo mostrado la temporada pasada-, en los departamentos -los dos goles de la Roma llegaron a balón parado, por tanto con el equipo alineado -disposiciones dictadas por la enfermería-, Kalulu en el lateral derecho durante mucho tiempo, con el consiguiente sufrimiento central- y, en general, una menor concentración que hace un año.

En seis partidos -tres amistosos y tres oficiales- disputados entre diciembre y enero, el Diavolo encajó nada menos que 14 goles. El equipo que tenía la portería a cero como una pluma en su gorra ya no existe: la temporada pasada hubo dieciocho (con una fantástica racha de seis en primavera), en estos primeros diecisiete partidos sólo ha habido cuatro.