Supercopa de Italia: análisis

Se llama trofeo de consolación. Una especie de interludio agradable -al fin y al cabo, lo tocan quienes trajeron algo a casa el año anterior- en medio del tráfico estacional. Esta vez, sin embargo, la Supercopa tiene un sabor decididamente diferente. Más fuerte. Una especie de botella de oxígeno para interrumpir la apnea de un campeonato que huye a la velocidad de la luz hacia Nápoles.

Dicho crudamente: esta Copa podría acabar siendo el único título realmente al alcance para los clubes milaneses. Partido único: no hay escenario más fácil. Para el Milan la perspectiva es ciertamente esa, al Inter al menos le queda la Copa de Italia. Pero ninguno de los dos goza de buena salud en estos momentos, aunque de todos modos los nerazzurri están mejor.

ESTADO FÍSICO Y ENFERMERÍA

La recarga de diciembre en Dubai sin duda le sentó bien a Milán. En este periodo, el equipo muestra varios defectos, pero no destaca por su déficit atlético. Ni mucho menos. Puede que ataque mal y defienda peor, pero tiene piernas para la presión fuerte (fue el caso del Torino en la Coppa Italia y en Lecce) y también para mandar un partido -casi- entero (como con la Roma).

En todo caso, son algunos individuos en deuda de intensidad, sobre todo Hernández y Giroud, los que están pagando un Mundial en el que han jugado seis partidos de siete. En Riad faltan cinco jugadores, que se han quedado trabajando y recuperándose en Milanello: Maignan, Florenzi, Ballo-Touré, Krunic e Ibra. Pioli voló a Riad con 26 hombres.

El Inter tampoco brilla, se vio en el empate en Monza y en las opacas victorias ante Parma y Verona. Federico Dimarco corre como un demonio y Lautaro Martínez no parece haberse visto afectado por el mes en Catar: en promedio, sin embargo, el aliento sigue faltándole. Sobre todo, Hakan Calhanoglu y Nicolò Barella vuelven de la fatiga, Marcelo Brozovic y Romelu Lukaku luchan por sacar lo mejor del partido de Riad. ¿Un equipo en buena forma? No del todo.

CONDICIÓN MENTAL

Este es el verdadero punto delicado para el Milan. El Diavolo parece haber perdido todas las certezas en el espacio de unas semanas, para un 2023 de horror. Jugadores que chocan entre sí, pánico en el área cuando el rival presiona, precipitación en la fase ofensiva, errores garrafales en la defensiva. Es como si los rossoneri hubieran perdido de repente todas las directrices de Pioli. En el pasado, el equipo solía reaccionar tras una mala aventura: esta vez las cosas van a peor.

En el frente del Inter, el derby se presenta como una encrucijada capaz de encender o apagar el interruptor del carácter de los hombres de Simone Inzaghi. Si la victoria sobre el Nápoles hubiera tenido el seguimiento merecido, el Inter sería ahora un acorazado mentalmente indestructible. En cambio, los 270 minutos de liga y Copa de Italia han minado algunas certezas, creado distracciones y esa evidente sensación de vulnerabilidad general. Ganar al Milan tendría repercusiones positivas a corto y medio plazo, pero si los nerazzurri pierden…

LA CLAVE TÁCTICA

El regreso de Tonali tras su sanción es sin duda la mejor noticia para el Milan. El número 8 forma junto a Bennacer una de las mejores parejas de centrocampistas del panorama nacional. Sandro garantiza una aportación de doble flujo: por un lado, inserciones y cabezazo alto cuando el Diavolo tiene el balón entre los pies, y por otro, fiereza absoluta cuando necesita cerrar filas. Pioli, en corriente alterna, le pide que se sitúe en la zona de los tres cuartos, para perturbar la fase defensiva de los demás y complicar el marcaje preventivo.

Un movimiento que suele tener efectos devastadores en las defensas rivales. En el centro del campo del Inter hay un peón que está desbaratando los movimientos tácticos respecto a las previsiones veraniegas: Henrikh Mkhitaryan, que en Riad llegará a su décima titularidad consecutiva con un papel fundamental en los mecanismos y el equilibrio del mediocampo.

Si Calhanoglu puede asumir con serenidad la dirección en ausencia de Brozovic, es también porque el armenio demuestra experiencia y continuidad durante todo el partido. El miércoles tendrá rivales difíciles, pero su currículum habla de muchas batallas similares ya ganadas.

EL HOMBRE EXTRA Y EL QUE HAY QUE RECUPERAR

Si no fuera porque las copas las gana quien marca más goles, el nombre objetivo para gastar en el Milan sería Bennacer, que está viviendo un momento suntuoso. Pero, precisamente, marcar goles en un partido seco es más vital que de costumbre, y por eso el nombre se convierte en el de Leao. Más Leao, en cierto modo, que Giroud, porque el portugués puede contar con una imprevisibilidad que no tiene ningún compañero.

Por otra parte, Hernández, que estuvo tan mal en Lecce que no parecía de verdad, más vale que cambie de marcha. Distraído, sin piernas, blando, mal aplicado tácticamente. Su tiempo en Catar pesa, pero el Diavolo necesita su devastador carril izquierdo. En el Inter a recuperar, sin duda está Denzel Dumfries, casi irreconocible en este 2023 y deslizado en las jerarquías de Inzaghi por detrás de Matteo Darmian: sobre el papel sería el protagonista de un emocionante duelo con Theo, en la realidad corre serio riesgo de partir desde el banquillo.

Por otro lado, no se puede dejar de apostar por Lautaro, que está en un momento de forma sensacional: tres goles en cuatro partidos, el descaro del flamante campeón del mundo y esa confianza que hace que casi todos los tiros entren en la portería. El Tauro lucha, arrastra, marca y hace malabarismos, conecta el juego y nunca defrauda, a diferencia de algunos de sus pasados más temperamentales. El argentino trabaja durante meses: en enero, sin duda.

LA CARTA DEL BANQUILLO

El nuevo nombre del Milan, entre comillas, podría ser el de Rebic. El croata se lesionó en un amistoso el 30 de diciembre en Eindhoven, se entrenó ayer con el grupo y se espera que Pioli lo lleve al banquillo. No está siendo una gran temporada para Ante, pero tiene en su ADN las habilidades -técnicas y mentales- para ser decisivo cuando menos te lo esperas.

Pocos minutos en sus piernas, pero si hace falta un ardiente final… En el Inter, el banquillo no ha dado últimamente muchas satisfacciones a Inzaghi, entre otras cosas porque recurre a alternativas sobre todo en las fases finales de los partidos, desde Robin Gosens a Joaquín Correa, pasando por Kristjan Asllani.

Así pues, es difícil que tenga un impacto real, pero la impresión es que el coraje mostrado por el joven albanés el sábado, combinado con los recientes problemas de algunos titulares, podría empujar al seleccionador a lanzarlo en la segunda parte. Sería una apuesta valiente, pero cuando los equipos están cansados…