Acabara como acabara, su segunda aventura con los rossoneri se recordará sobre todo por la pistola que le apuntó en el centro de Milán un policía, que le había confundido con un matón. Postales de los campos: ninguna. Ni en la peor de sus pesadillas habría imaginado Tiémoué Bakayoko un regreso tan desastroso a Milanello.
“Es un gran profesional porque siempre se entrena al máximo”, aclaró Pioli cuando se le preguntó específicamente por el francés en vísperas de Lecce. Pero los hechos explican mucho mejor que las palabras, ya que ‘Baka’ en la casilla de minutos jugados sigue teniendo el mismo número: cero.
Cero apariciones sobre el terreno de juego, ni siquiera en partidos oficiales, sino sólo algunos puñados de minutos en los amistosos de verano y en diciembre. Y, sin embargo, ha habido situaciones en las que el centro del campo ha presentado criticidades, entre la necesidad de rotaciones y las necesidades a lo largo del partido.
El entrenador, sin embargo, nunca se lo planteó. Tras los maestros del papel Tonali (1.938′) y Bennacer (1.858′) vienen Pobega (769′) y Vranckx (154′). Ahí acaban los cambios, salvo despliegues de emergencia como el del polivalente Krunic.
Eso sí, Timù en el contrato que regula la cesión de dos años con derechos entre Milan y Chelsea tiene una cláusula que obliga al Diavolo a recomprarlo, pero está lejos de materializarse: esto es, la consecución de 15 apariciones, de al menos 45 minutos (cláusula que sólo se aplica a este segundo y último año).
En resumen, el Milan no correría “riesgos” de ningún tipo, aunque el centrocampista se utilizara unas cuantas veces. Es evidente que Pioli no le considera a la altura, sobre todo en términos de atletismo e intensidad.
Es una situación cuanto menos extraña, que ya se había intentado al final del mercado de verano, con un par de pistas extranjeras que luego se paralizaron (y también se habló de Monza). No sólo: el propio jugador había decidido en el último momento rescindir su contrato con los rossoneri, sino que el momento era demasiado tardío en términos burocráticos.
Ya estamos otra vez. El Chelsea ha dicho que está dispuesto a rescindir el contrato (expira en 2024) con el jugador y, obviamente, el Milan aceptaría renunciar a los últimos seis meses de cesión. Queda por ver qué quiere hacer, sobre todo ahora que han llegado a Milán emisarios del Adana Demirspor, el club turco entrenado por Montella.
Por lo que se está filtrando, hay algunas dudas, pero también habría tiempo para llegar a un entendimiento. Obviamente, el Milán tendría todas las de ganar, en términos prácticos y económicos. De la plantilla desaparecería un elemento excluido del proyecto, del presupuesto desaparecería un fuerte salario (unos 2,5 millones brutos para la segunda mitad de la temporada).
En resumen, podría ser una especie de rompe-mercados, si el asunto pudiera resolverse en los próximos días, sin esperar a las últimas horas del mercado. En ese caso, combinando ese ahorro con otra inyección de liquidez, no exagerada, pero útil para tapar algunas necesidades claras, el Milan podría hacerse con un delantero centro de recambio, un lateral derecho u otro portero. Quizá incluso en forma de préstamo.