Ya no se hablan. Ahora parece clara la ruptura entre Rafael Leao y el AC Milan. La propuesta de renovación de los rossoneri para ampliar su contrato hasta el verano de 2027 ha acabado en el congelador. Y fue la actitud del portugués sobre el tema de la cláusula la que provocó la ruptura decisiva.
En el diálogo de las últimas semanas, de hecho, Rafael y su familia han señalado una prioridad: rebajar el precio de la actual cláusula de 150 millones de euros a 70, como máximo 80 millones. Y al Milan ni siquiera le conmueve la idea de reducir a la mitad el valor de su mejor jugador. Como mucho, Paolo Maldini y Ricky Massara podrían haber considerado la opción de eliminar por completo la cifra de ventas, confiando en las cotizaciones del mercado.
Esta estrategia del club de la vía Aldo Rossi tiene evidentemente en cuenta los halagos veraniegos del Chelsea, que había presentado una oferta concreta de 120 millones de euros. Es cierto que en los últimos meses los directivos de Stamford Bridge han seguido invirtiendo importantes sumas en jóvenes talentos ofensivos.
En cualquier caso, está igualmente claro que la riquísima Premier League puede ser el próximo verano el lugar natural de aterrizaje de Leao: la subasta entre los grandes ingleses debe sin duda ponerse en la cuenta. Sólo así el Milan puede pensar en cerrar este asunto con un importante rédito económico, pero nunca hay que olvidar que el tiempo juega ahora a favor del jugador. Sin renovación más allá de 2024, el ex jugador del Lille en poco más de once meses podría incluso decidir fichar por otro club a coste cero.
Y no es casualidad que en Portugal haya quien impulse este epílogo especialmente indigesto para las arcas rossoneras. Esto explica que en las últimas semanas haya subido la temperatura en las relaciones entre la dirección del Milan y el entorno del delantero.
En el fondo siempre está Jorge Mendes, interlocutor privilegiado de papá Antonio, mientras que en París siempre hay que contar con el abogado Ted Dimvula, titular del poder hasta febrero de 2024. En estos meses, el estancamiento de las negociaciones se ha visto alimentado por las gélidas (cuando no inexistentes) relaciones entre ambos asesores.
Milán está cansada de estos ballets. No es casualidad que Maldini intentara sacudir a Rafael, instándole a tomar partido para salir de este peligroso atolladero. Una llamada directa a las armas, aprovechando también sus posturas anteriores. De hecho, Leao había expresado en varias ocasiones su deseo de permanecer mucho tiempo en el Milan.
Los bien informados aseguran, sin embargo, que el cara a cara entre el director del área técnica y el jugador no surtió los efectos esperados. De hecho, hay quien jura que el diálogo terminó de forma abrupta. Al parecer, el capitán del Milan de la época dorada se mostró decepcionado por las torpes respuestas de Rafael. No existe una relación causa-efecto explícita, pero las últimas actuaciones del portugués dan que pensar.
Este tira y afloja contractual dura desde hace meses, pero su rendimiento nunca se ha visto especialmente afectado. En cambio, las últimas salidas han sido claramente en tono menor. Y muchos cuestionan también la decisión de Stefano Pioli de dejarlo en el banquillo en el pitido inicial del poco propicio partido que hace dos días perdió en San Siro contra el Sassuolo.
Obviamente, todo el mundo cuenta con su talento para un rápido ascenso, empezando por el derbi del domingo. Sin embargo, todos estos indicios juegan en su contra. A estas alturas, las esperanzas de un acercamiento entre las partes se reducen al mínimo, dado que sigue existiendo una diferencia (aunque mínima) incluso en el salario: 6,5 millones netos pone en bandeja la directiva milanista, frente a los 7 que pide Leao.
Y no hay que olvidar el obstáculo del Sporting. Sí, porque en la factura salada siempre están los famosos 19 millones que se le deben al club lisboeta por aquel vuelo de Rafa a Lille en 2018. Demasiadas rocas obstruyen la carretera. En estos momentos, Gerry Cardinale, propietario de Milan, y sus colaboradores tienen que lidiar con un caso que corre el riesgo de volverse peligroso, día tras día.
BENNACER SE PIERDE EL DERBY
Más que llover, aquí graniza: Ismael Bennacer no estará en el derby. Es la peor noticia para abrir la semana previa al desafío del domingo: para este Milan, que va a tientas y necesita desesperadamente encontrar sus coordenadas, perder al único verdadero navegante de la maniobra significa exponerse a nuevos virajes muy peligrosos. Lo que, dada la trascendencia del próximo partido y la magnitud del rival, correspondería a un batacazo definitivo.
Del naufragio con el Sassuolo Bennacer se había salvado porque había sido castigado, descalificado. Contra el Inter, más fresco y descansado, el argelino se habría subido al bote salvavidas para liderar a sus compañeros con la geometría y la lucidez que todos necesitan tremendamente ahí en medio.
El plan se esfumó ayer, después de que las primeras exploraciones a las que se sometió Bennacer (la lesión se remonta al pasado sábado) no permitieran valorar el alcance de la parada: lo cierto es que Ismael paró por un problema muscular en el isquiotibial izquierdo.
Se le volverá a evaluar con nuevos exámenes dentro de cuatro o cinco días: en otras palabras, cuando la preparación para el desafío contra el Inter esté en su fase final, el Milan tendrá una idea más clara del estado de su centrocampista.
¿Y ahora? A la espera de saber cuándo volverá a estar disponible Bennacer, Pioli tendrá que razonar por sustracción de cara al derbi. El plan era y sigue siendo reponer el centro del campo con un hombre más, pero sin el argelino las opciones se reducen a tres nombres para dos camisetas: con Tonali seguro en el puesto, queda por ver qué compañeros le flanquearán entre Krunic, Pobega y Vranckx.
Independientemente de las elecciones del entrenador, para los tres sería su primer derby como titulares de la temporada, nunca romper el hielo había sido tan caliente: Krunic no jugó ni el derby de septiembre ni la Supercopa por lesión, Vranckx se quedó en el banquillo en ambas ocasiones y Pobega fue el último cambio de Pioli en el 3-2 de la ida, siete minutos sobre el césped en la final.
El trabajo en Milanello se reanuda hoy, tras el día de descanso concedido por Pioli. Ayer, sin embargo, en el centro de entrenamiento rossonero parecía un día como otro cualquiera: entre los lesionados que continuaban su trabajo de recuperación (Maignan, Florenzi, Ibra, Tomori y Dest), algunos senadores (como Kjaer) y los que hacían trabajo personalizado de “recuperación”, la mitad de la plantilla aprovechaba parte de su tiempo libre para trabajar. En momentos así, el trabajo nunca es suficiente.