
¿Inter y Milan juntos o enfrentados, como si fuera un derby que hay que ganar? El tema es el nuevo estadio, y las últimas semanas han levantado los nubarrones sobre el cielo rossonero y azzurro. Sí, porque el comienzo de 2023 había sido señalado por los dos clubes en el calendario por ser potencialmente decisivo para contar con el OK definitivo del Ayuntamiento de Milán al proyecto de San Siro, pero hoy parece prevalecer la incertidumbre sobre el futuro hogar de los dos milaneses.
Resumiendo episodios anteriores, el Milan salió del armario con el presidente Paolo Scaroni a finales de enero: “Si no es San Siro, el Milan está dispuesto a ir solo. No renunciemos al golpe, os aseguro que el Milan tendrá el nuevo estadio”. El Diavolo ha querido reiterar que tiene prisa, que le gustaría decidir antes de abril sobre San Siro y que estaría dispuesto a hacerlo en solitario, con preferencia por Sesto San Giovanni y más atrás Rozzano y San Donato.

No hay postura oficial, sin embargo, por lo que no se rompe abiertamente el pacto hecho con el Inter a finales de 2018 para ir juntos incluso después del Meazza. Y es precisamente esto lo que hace que el escenario sea bastante confuso. Porque la empresa de la familia Zhang no ha respondido a las presiones de Scaroni, pero desde Viale della Liberazione en estos momentos hay una gran perplejidad sobre cómo está gestionando el Milan el asunto del estadio en las últimas semanas.
El Inter siempre ha estado ahí en San Siro, sigue estando ahora, y desde luego no quiere tirar por la borda todo el trabajo realizado hasta ahora. El maxi proyecto de construir un estadio de 65.000 localidades en lugar del Meazza por un total de 1.300 millones y dar un rostro moderno a la histórica zona del estadio nunca ha estado en entredicho.
La postura de los nerazzurri, en definitiva, es clara: para ellos, avanzamos juntos. El proyecto de la Catedral firmado por Populous es un proyecto ganador, el mejor que puede haber para llevar al Inter y al Milan al futuro y garantizar esos 80 millones de ingresos extra por temporada que serían vitales para las arcas nerazzurri y rossoneri.

Suning y Elliott, que presentaron el plan director de San Siro en el verano de 2019, siempre han tenido una visión común. Aunar fuerzas (incluidas las económicas, por supuesto) era la mejor estrategia para lograr los mejores resultados. Y así construir un estadio más bonito y potencialmente mucho más rentable que pudiera “funcionar” 365 días al año, atrayendo a los millones de aficionados de ambos equipos.
Luego vino el Covid, los costes aumentaron, el ayuntamiento puso estacas sobre estacas en el proyecto (remodelado con menos cemento y más zonas verdes para satisfacer las exigencias de la ciudad y la política), pero las intenciones del Inter no han cambiado. Los nerazzurri creen en el nuevo San Siro, quieren permanecer en el corazón deportivo de Milán, y esperan una señal clara y sobre todo oficial también por parte de RedBird.
La empresa de Zhang sigue trabajando con el “alma de Elliott” que queda dentro del Milan, pero le habría gustado reunirse con Gerry Cardinale en los últimos meses precisamente para sellar la decisión de construir el estadio en copropiedad. Pero ninguna respuesta, ni positiva ni negativa, llegaría del Diavolo.
El club campeón de Italia no confirma esta reconstrucción, pero no es menos cierto que en los próximos días está prevista una reunión entre los máximos dirigentes del Inter y del Milan. Cardinale está de camino a Milán para el partido de octavos de final de la Liga de Campeones de mañana por la noche contra el Tottenham, y entre los muchos temas de su agenda, incluido el futuro de Leao, Maldini y los acuerdos comerciales, tiene obviamente el estadio.
Pero el Sr. RedBird y su colega Steven Zhang no verán ni intercambiarán ideas y sentimientos sobre el nuevo San Siro o las posibles alternativas en el interior de Milán. Dejando intacto, de hecho, el escenario de incertidumbre que domina hoy en día. El Inter de Suning no quiere bajarse del carro de San Siro, ¿quiere hacer lo mismo el Milan de RedBird?