Ciento cuarenta mil aplausos son una declaración de amor. Brahim Díaz fue sustituido a un cuarto de hora del final del Milan-Tottenham y San Siro, al verle salir, se dignó a aplaudir. Brahim recordará algún día los mejores días de su carrera, y éste será uno de los primeros: la noche en que decidió una final de octavos de final de la Liga de Campeones, en casa, en un estadio legendario, zambulléndose en la línea de gol como si estuviera en la orilla del mar. Antes de pensar en el presente -y por tanto ante el Monza, que espera a Pioli el sábado-, miremos al futuro. Entre los jugadores de la plantilla del Milan, Díaz figura entre los sancionados.
En verano de 2021, el Milan acordó con el Real Madrid una cesión de dos años, que llegaría tras la temporada 2020-21, su primera como rossonero. Una situación extraña: una cesión que se alarga tres años, como en el fútbol de alto nivel prácticamente nunca ocurre. En los próximos meses, Milan y Real se sentarán en una mesa para dilucidar qué será del número 10 en el futuro, pero el Milan aprecia a Díaz y Brahim no tiene dudas: está bien en Milan y se quedaría a gusto. Las ciento cuarenta mil manos ayudan.
El Milan siempre dio confianza a Díaz sobre el terreno de juego. Pioli empezó la temporada con Charles De Ketelaere como trequartista titular: CDK utilizó agosto para asentarse y en septiembre se desplegó con regularidad. Brahim mantuvo la actitud correcta y en octubre se adelantó, con el Milan-Juve del 8 de octubre como partido simbólico: camiseta titular y golazo, celebrado a hombros de Rafa Leao, mostrando la camiseta con el 10 a la curva.
Prácticamente no volvió a salir. Por lo tanto, en los planes de un futuro Milan, el número 10 está ahí. Las opciones del mercado de verano dependerán de muchas variables, sobre todo de las negociaciones finales para la renovación de Rafa Leao y, sobre todo, de la clasificación para la Liga de Campeones 2023-24, pero Milan y Real Madrid hablarán pronto.
Maldini y Massara aprecian a Brahim, en las condiciones adecuadas pretenden rescatarlo y en los próximos meses, probablemente ya en marzo, entenderán si hay números para continuar la historia. La idea en los últimos meses era que el Milan podría recomprarlo por 22 millones, quizás a retocar a la baja, pero la negociación aún no ha entrado en su recta final y el Real, obviamente, tendrá la palabra. La pelota, inevitablemente, está en el tejado del dueño de la carta.
Si Brahim siguiera siendo rossonero, más bien, habría un contrato que reescribir en verano, pero eso es otro asunto, aún prematuro. Mucho más actuales son sus pensamientos sobre el equipo: ‘Estoy contento porque hemos hecho un trabajo increíble durante la semana’, dijo Díaz hace dos noches. ‘Todos lo merecíamos, incluso San Siro. Ahora hay que mirar hacia adelante, este éxito es bueno para todo el grupo’.
Para el grupo y para él, que no marcaba desde el 22 de octubre -un doblete contra el Monza- y en la Copa desde el Liverpool-Milán de septiembre de 2021. Incluso ese gol, marcado desde dos metros. Brahim, con gol o sin él, en el Milan reestructurado por Pioli sigue siendo titular, entre otras cosas porque Yacine Adli no juega nunca y Charles De Ketelaere es actualmente suplente.
Díaz juega un poco más cerca de Rafa Leao, pero en esencia sus funciones respecto al pasado no han cambiado. Sigue siendo un mediapunta y el martes por la noche jugó principalmente en el pasillo central derecho, donde trató de aportar calidad e ser impredecible.
El Milan, también por eso, siempre ha pensado que Brahim, en las condiciones adecuadas, tendría sentido. El 10 rossonero no es un jugador de primer nivel, pero está jugando bien en partidos importantes y tiene margen de mejora. Se habla de él desde hace tiempo, desde que era un chaval con mucho talento arrebatado al City, pero aún no tiene 24 años.
El martes marcó un gol en un partido eliminatorio de la Liga de Campeones con 23 años y 195 días, y en el Milan eso no ocurría desde 2004, cuando Kaká marcó dos goles al Deportivo de La Coruña antes de cumplir 22. No está mal para una temporada en la que debería haber jugado menos.
Los próximos meses completarán el cuadro y lo cierto es que un apretón de manos llamaría a otro, en un círculo virtuoso. Brahim celebró el martes el 1-0 estrechando la mano de Rafa Leao, con quien luego intercambió una doble reverencia. Si los goles se multiplican, también aumentarán las posibilidades de que el Milan haga un esfuerzo y estreche la mano del Real con una oferta millonaria. Díaz, como el estadio, aplaudiría.