El debate sobre el uso de datos en el fútbol está abierto, muy abierto: ¿pueden los números decir si un jugador es fuerte y, cada vez más difícil, adecuado para un equipo? Los propietarios estadounidenses responden históricamente que sí e invierten. También en esto, en este periodo histórico, el fútbol está cambiando. El Milan de RedBird está en el grupo y, en un club que ya utiliza datos y algoritmos, se prevé un nuevo giro centrado en los datos: cada vez se evaluarán más los datos en diferentes ámbitos.
Los clubes se dotan regularmente de analistas de datos, científicos de datos, analistas de rendimiento, figuras que -más allá de los nombres en inglés que pueden confundir- estudian los números para tomar decisiones correctas en el campo de la medicina, en el entrenamiento atlético, en el marketing y, por supuesto, en el marketing futbolístico.
Clubes icónicos como el Brentford son conocidos por tomar decisiones basadas en algoritmos y métricas avanzadas, y el propio Gerry Cardinale declaró a finales de septiembre: “Todo el mundo utiliza datos estadísticos, pero creemos que tenemos una ventaja por la forma diferente en que los utilizamos. Lo que nos diferencia es la forma en que RedBird utiliza los datos.
Funcionó bien en el Liverpool y el Toulouse, y eso es lo que RedBird quiere aportar al Milan. La referencia al Toulouse, el otro club propiedad de RedBird, es significativa porque allí el fondo estadounidense ha utilizado mucho los datos, pero en un contexto mucho más sencillo. El funcionamiento clásico de los clubes de segunda fila como el Toulouse -comprar un jugador por unos millones, darle confianza, venderlo por una cifra superior- es difícilmente compatible con la presión de los equipos de primera.
RedBird ha apostado mucho, muchísimo, como es lógico en un hombre como Cardinale, que lleva años trabajando en el deporte estadounidense. El fondo también es propietario de Zelus, una empresa de análisis de datos que lleva meses tratando con el Milan, y tiene una relación histórica con Billy Beane, el gurú absoluto del sector, interpretado por Brad Pitt en la película “Moneyball”.
El Milan cuenta hoy con varios analistas -en Italia probablemente sólo la Roma, otra empresa de capital estadounidense, ha invertido más en el sector- y, naturalmente, utiliza los datos para tomar decisiones de mercado. Maldini y Massara, que conoce bien el asunto porque ya trabajó con la propiedad estadounidense en la Roma, los utilizan sobre todo en la fase preliminar, para un primer barrido: los números pueden ayudar a seleccionar los perfiles más interesantes para seguirlos en el ordenador y sobre todo en persona.
Las decisiones finales, sin embargo, se toman según otros principios, como en la mayoría de los clubes: son Maldini y Massara quienes hacen las valoraciones en persona y toman las decisiones dentro de un presupuesto preestablecido, como es normal en una gran empresa.
El punto de partida del área técnica rossonera en esto es claro: los números pueden ser un apoyo, no guiar la elección de un jugador, teniendo en cuenta lo complejo que es predecir si una compra se adaptará a una liga diferente, con un entrenador distinto y un nivel de presión diferente.
El reto, si Maldini y Massara siguen al frente del Milan, estará en línea con el de los últimos años: encontrar el equilibrio adecuado entre los datos, y su creciente uso, y las evaluaciones típicas del área técnica. Con varios jugadores entre los que elegir, al contrario que en enero, no faltarán oportunidades.