Dos destellos para ahuyentar los fantasmas y volver a la senda de la victoria. Leao volvió a disfrazarse de hombre del partido, marcó dos goles y tumbó al Lecce en San Siro, ofreciéndole a Pioli un par de regalos: el primero es la victoria número cien desde que entrena al Milan; el segundo, la contra del Inter, victorioso en Empoli. Un ida y vuelta al estilo de los derbis. También porque el San Siro de hoy es una precuela de lo que veremos en la semifinal de la Champions: más de 72 mil espectadores.
La actuación del Milan en la primera parte olía a “me gustaría pero no puedo”, debilitado por el muro del Lecce levantado por Baroni y custodiado por Baschirotto y Umtiti, que aprovechó Rebic de principio a fin. El croata está desconcertado, nunca incisivo, sólo juega desde la banda. Un pariente lejano del Ante resolutivo visto hace dos años.
Los rossoneri intentan golpear de otra manera. Tonali lo intentó con un derechazo desde fuera del área en el minuto 10, y luego Chiffi mantuvo en vilo a San Siro. En el minuto 13, tras una bonita combinación por la izquierda entre Theo y Leao, señaló penalti a favor del Milan por una falta de Baschirotto sobre el francés, que saltó al campo con el pelo rosa chillón, como sus botas.
El central del Lecce simuló repetidamente golpear el balón, y lo hizo con la tranquilidad de quien sabe que tiene razón. Theo replicó, señaló el punto de penalti, pero Chiffi lo revisó todo en el Var. Y Baschirotto ‘ganó’: no hubo penalti. El Lecce remontó y a punto estuvo de congelar a Maignan en el minuto 19. Centro de Gendrey desde la derecha, resbalón de Krunic y remate de Banda desde seis metros.
El centrocampista burló un par de veces a Kalulu, giró y regateó con facilidad e incluso contuvo a Messias en la cobertura, pero le faltó el golpe decisivo. Y al final Leao lo aprovechó: en el minuto 40, en la elaboración de un córner desde la izquierda, Tonali centró y el portugués cabeceó dentro Falcone. Era el segundo gol rossonero marcado de esta forma.
¿El primero? Precisamente en Lecce, en junio de 2020. Lo bueno es que llega tras cuarenta minutos jugados con indolencia, entre cambios de juego chapuceros y jugadas infructuosas. Pero al final marca. Leao también es esto. El guión de la segunda parte parecía el mismo.
El Milan intentó cerrarse, fajándose bien, aprovechando las desatenciones de un Lecce ansioso por mantener a raya al Hellas y salir de la zona de peligro, pero no consiguió cerrar las acciones. Primero con Theo, luego con Brahim y Leao. Todos acertaron en la primera jugada, ninguno en la segunda, la más importante. Cuestión de tiempo. Pioli dio entrada a Kjaer, Bennacer y Saelemaekers en el minuto 60.
Salieron Thiaw, Tonali y Messias, con quien el técnico rossonero había hablado largo y tendido en la previa del partido. Un partido turbio para el brasileño, no obstante. El Lecce, por su parte, es una medalla con dos caras.
Cuando hay que batallar aguanta como puede, pero en la fase de creación le cuesta. La única parada de Maignan se produjo en el minuto 70, tras un buen derechazo de Strefezza desde 20 metros, mientras que tres minutos más tarde Leao se animó de nuevo, rozando la meta europea con una vaselina.
Su uno a dos se pospuso: en el minuto 75 salió en un contragolpe, corrió unos 30 metros con el balón en los pies y apretó su zurdazo lo justo para volver a picar a Falcone, dándose así el gol número 12 en la Serie A.
Nunca tantos en su carrera. Pioli le dedicó una ovación a 10 minutos del final. El Milan regresó a la senda de la victoria tras dos empates seguidos y enganchó provisionalmente al Roma al cuarto puesto con 56 puntos, mientras que el Lecce vive una crisis negra: siete derrotas y un empate en sus últimos ocho. El Verona está -2. El 0-0 de Banda seguirá siendo un lamento.