En esta imagen, Divock Origi parece mostrar a Rebic una salida. Depende, sin embargo, de cómo se interprete: podría ser la de resolver -al menos en el último y decisivo mes y medio- las penurias que acompañaron a la parte anterior de la temporada. Pero también podría ser la de la puerta de Milanello, que hay que franquear para buscar mejor fortuna en otra parte.
Ahora mismo, más o menos cualquier hipótesis es válida para Ante y Divock: podrían quedarse los dos, o sólo uno (se tiende a descartar una despedida simultánea dentro de un departamento que necesita un cambio de imagen importante a pesar de todo).
Pero se trata de hipótesis. Luego están las certezas, y son certezas dramáticas cuando se observa el rendimiento de quienes deberían ser las dos primeras alternativas a Giroud, ya que Ibra sólo ha acumulado 143 en toda la temporada.
Llegados a finales de abril, ya no hablamos de valoraciones “líquidas”, sino prácticamente de un veredicto: flop en toda la línea, neto de posibles destellos -por otra parte, difíciles de predecir observando su aportación en las últimas semanas- de aquí al 4 de junio (y, por qué no, al 10…).
Así es: detrás de los hombros anchos, el espíritu adolescente y la generosidad de espíritu de Giroud, Pioli en el centro del ataque tiene un vacío. Y en este sentido, es casi un milagro que el Milan tenga el segundo mejor ataque de la liga (51 goles, empatado con el Inter y el Atalanta, por detrás de los 67 del Nápoles).
Significa que, como en años anteriores, el entrenador ha sabido dotar al equipo de las herramientas necesarias para suplir la ausencia de un delantero capaz de luchar por la tabla de máximos goleadores. Hasta ahora, incluyendo copas, Rebic y Origi han sumado 2.125 minutos: 1.140 el croata, 985 el belga. Ante suma 29 apariciones, incluidas 11 desde el inicio. Divock 30, incluidos ocho desde el primer minuto.
En resumen, no son precisamente migajas. Si acaso, las migajas son los goles: 3 Rebic, 2 Origi. Tuvieron las ocasiones, el problema es que no las aprovecharon. Y el problema adicional es que no parece haber perspectivas en el horizonte que induzcan al optimismo, aparte de algunos micro destellos de Rebic que, al menos, a diferencia de su compañero, intenta luchar.
En términos deportivos, sólo eso basta para calificar esto de gran problema. Si dividimos el total de minutos sobre el terreno de juego -2.125- por el número de goles -5-, obtenemos una media de un gol cada 425 minutos. En detalle: uno cada 380 para Rebic, uno cada 492 para Origi.
Pero el problema adquiere contornos aún peores si se amplía la mirada en términos económicos. Las cuentas no tardan en salir. En términos netos, Antye gana 3,5 millones por temporada, Origi 4. Significa que cada gol marcado por los dos ha sido pagado 1,5 millones por el Milan.
La cifra bruta se beneficia -afortunadamente para Via Aldo Rossi- del Decreto Crescita en ambos casos (pero para beneficiarse en Origi es necesario que el belga siga en el club rossonero la próxima temporada): el sueldo de Rebic le cuesta al club 4,7 millones, el de Origi 5,2.
Prácticamente 2 millones brutos por gol. La desproporción es evidente, por lo que al Milan y a su entrenador sólo les queda esperar una explosión de orgullo en los próximos nueve partidos. Todos ellos cruciales, por no hablar de la eventual décima.