Un rasguño antes del gong. El Milan arrolló al Cremonese en San Siro en el último minuto, pero los remordimientos pesaron como pedruscos y debilitaron al equipo, animado bajo la curva al final del partido, mientras en la delantera había quien intentaba huir. Okereke, con orgullo y cinismo, estuvo a punto de marcar un gol a falta de un cuarto de hora, pero el zurdazo de Messias devolvió a Cremo a la tierra y mantuvo al Milan a flote.
Mientras tanto, Pioli ve pasar a su lado un tren muy rápido: es el de la Liga de Campeones, en el que están sentados el Lazio, la Juve, el Inter, el Atalanta y el Roma, todos ganadores excepto los giallorossi, parados en Monza. El Milan es actualmente sexto en la clasificación, a dos puntos de los nerazzurri, pero sigue aferrado al vagón.
Pioli revisa el equipo según el guión. El siguiente paso es el Lazio en San Siro, un choque directo en la Liga de Campeones, mientras que en el horizonte está el derbi de semifinales. De ahí los siete cambios respecto al partido contra la Roma: los cuatro belgas -De Ketelaere, Vranckx, Saelemaekers y Origi-, Ballo-Touré en lugar de Theo y el tándem Kalulu-Thiaw en defensa.
Ballardini respondió con un sólido y prudente 4-4-1-1, con Benassi como exterior, Bonaiuto en la izquierda y Félix como único delantero, con el objetivo de no dar referencias a los rossoneri. Por detrás, el fantasista chileno Pablo Galdames, apoyado por dos centrocampistas de raza y enjundia, Pickel y Meité, que fichó por el Milan hace dos años por sólo seis meses.
El transformista Pioli intenta picar al Cremonés torciendo sus dogmas. El Milan deja a un lado el 4-2-3-1 y pasa a un 4-2-2 más ofensivo, en el que Origi juega en la banda izquierda -el papel que le lanzó en Lille Rudi García- y los dos fantasistas, CDK y Díaz, flotan en los tres cuartos presionando en la zona delantera. Ballo intenta hacer de Theo, y durante los 10 primeros minutos no desfigura, pero la diferencia está en el juego: el francés ataca por el centro, el senegalés profundiza, así que Pioli no tiene a nadie que rompa la línea rival.
Sin embargo, el planteamiento táctico le dio la razón: a los diez minutos, Kalulu premió la inserción de Saelemaekers por detrás de Vásquez, el belga controló y batió a Carnesecchi, deslizándose sobre el césped y recogiendo los aplausos de Ibra en la grada, pero Pairetto lo paró todo: fuera de juego. El Cremo defendió su fortaleza con las mejores armas que tenía, es decir, la experiencia de Chiriches y las embestidas de Sernicola, pero fue el Milan el que jugó el partido.
La ocasión más importante fue para De Ketelaere en el minuto 20. El belga estuvo bien en la persecución de un balón suelto durante treinta metros, pero luego perdió el balón, siendo bloqueado por Carnesecchi, que estuvo bien en su salida.
La curva se aprecia, sin embargo, y durante al menos cinco minutos corean en su honor: “De Ketelaere haznos un gol”. Lo intentó, empezó bien, pero con el paso de los minutos volvió a caer en esa vorágine de malas decisiones que le condiciona desde principios de año. El extremo Origi parece funcionar mejor en cambio, engancha un par de veces con Cremonese, pero los rossoneri no se hunden.
Las primeras acciones de Pioli y Ballardini fueron lógicas, ajedrecísticas: salió Bennacer y entró Krunic, mientras que Cremo dio entrada a Valeri y Okereke en lugar de Bonaiuto y Benassi, dos jugadores rápidos al contraataque. El Milan construía, mantenía la posesión, pero no lograba impactar, empantanándose a diez metros de la portería: en el minuto 60 Díaz falló el 1-0 al enviar el balón alto por encima del travesaño desde menos de diez metros, tras un excelente remate de Saelemaekers por la derecha, uno de los mejores.
Tres minutos más tarde, Valeri hizo lo propio, de nuevo de cabeza y de nuevo desde diez metros, desesperando a los aficionados grigiorossi. En ese momento San Siro vibró y se puso en pie para las sustituciones: Pioli lanzó a dos comodines, Leao y Giroud, que entraron en lugar de un buen Origi y del habitual De Ketelaere, proactivo pero inconcluso.
Al final, tras un asedio estéril, el Cremonese encontró el gol de la victoria en el minuto 77 con David Okereke, el hombre de los goles pesados que ya había marcado en San Siro contra el Inter (séptimo tanto en la Serie A). El nigeriano aprovechó un choque entre Thiaw y Kalulu, controló con la izquierda y picó a Maignan, celebrándolo junto a la bandera y con todo el banquillo grigiorossa a su lado.
El golpe de Ballardini tuvo éxito a medias. A dos minutos del final, el Milan sacó su orgullo y arañó: lanzamiento de falta de Messias desde la zona de tres cuartos de campo, el balón cruzó el área, se desvió y acabó en la portería, privando a los grigiorossi de su tercer éxito en cinco partidos.
Hubo tiempo para las dos últimas emociones: Pickel fue expulsado por golpear a Tonali con el balón fuera durante una acción de Cremo por la izquierda. Luego, las esperanzas de remontada del Milan se vieron truncadas por una gran parada de Carnesecchi -el mejor- a un derechazo de Krunic. Así acabó todo, 1-1 con Messias como decisivo. Pero ahora la Champions está en grave riesgo.