Un equipo a rehacer

Las obras se inauguran oficialmente el 5 de junio, pero detrás de las lonas ya se está cavando. La reestructuración del Milan es uno de los proyectos más fascinantes del verano futbolístico y no, no es tarea fácil. La semifinal contra el Inter certificó lo que se sabía: este equipo necesita un cambio radical. El Milan de hoy es corto y está cansado: el banquillo es poco fiable y al final de temporada llegó con las piernas por los suelos, sin energía, un defecto ya mostrado en este interminable 2023.

Tiene jugadores de nivel absoluto -Maignan, Leao, Theo, Tonali-, un campeón contrastado por una temporada pesada como Giroud y algunos titulares de garantías, Tomori sobre todo. Sin embargo, queda mucho por hacer: hay que encontrar un centrocampista de contención, incluso dos tras la lesión de Bennacer, un extremo derecho y un delantero. Además, al menos tres jugadores para reforzar un banquillo fallido. Se necesitan entre seis y siete inversiones, un par de ellas de peso. Por decidir quién lo hará y cómo.

Maldini abordó el tema de las inversiones dos veces en la última semana. Antes del partido de ida: “Todavía no estamos con los mejores clubes. Tenemos que hacer inversiones ahora, para alcanzar ese nivel”. Y tras la vuelta: “La diferencia con el Inter es real. Volver a este nivel hay que aprovecharlo, invirtiendo. Aún no estamos estructurados para competir en dos frentes, se lo hemos dicho a la prensa y a nuestros propietarios”.

El discurso de Maldini es sencillo: el Milan no tiene plantilla para competir al máximo nivel en Europa, ni siquiera para afrontar la Liga A como favorito. Se necesita dinero para mejorar y ese dinero tiene que venir de la propiedad. En el último mercado de verano, Elliott y RedBird aportaron uno de los mayores presupuestos de Italia: 38 millones gastados en fichajes y fondos para al menos dos jugadores con sueldos abultados, cercanos a los 4 millones netos por temporada, como Dest y Origi. En enero de 2022 y 2023, en cambio, el Milan no gastó casi nada: 4,5 millones por Lazetic, unos cientos de miles de euros por Vásquez.

El presupuesto para el verano de 2023 dependerá de la colocación -si se pierde la clasificación para la próxima Liga de Campeones, el dinero también bajará-, pero aún más contará cómo se gasten esos millones. Sobre las opciones de salida, al menos, todo está claro: hay que tomar decisiones claras. Algunas ya están tomadas: Tatarusanu, Mirante, Dest y Bakayoko no seguirán. Ibra se irá casi seguro, al igual que Vranckx. Adli no puede quedarse sin jugar: mejor desprenderse, ya sea directamente o cedido. Y de nuevo: Rebic, en caso de ofertas, se irá y Messias, Origi, Ballo-Touré pueden irse. El Milan verá partir a una docena de jugadores, trazando también una línea en la plantilla ampliada a 30 jugadores, una opción comprensible para 2022-23 con el Mundial, pero perdedora a largo plazo.

La gran decisión de la propiedad se refiere, pues, al área técnica. Los contrastes del pasado, sobre todo la ruptura total entre Maldini y el antiguo director general Ivan Gazidis, son bien conocidos. Más importante ahora es saber si Cardinale y RedBird querrán seguir adelante con Maldini y Massara, según el contrato de dos años de hace un año. Así pues, las posturas están claras. Maldini pide inversiones y subraya un camino, iniciado con el Milan fuera de las copas, que trajo el Scudetto y este ascenso a la Liga de Campeones, prestigiosa por resultados y recaudación: una suma cercana a los 85 millones en premios Uefa, nunca vista, y casi 30 millones extra en taquilla. RedBird señala que se ha gastado mucho en renovaciones y en el mercado, y vuelve la nariz hacia los errores del verano -De Ketelaere no dio nada, Origi muy poco, Dest, Adli y Vranckx apenas fueron utilizados- y el mercado de salida fue nulo: nunca una venta muy lucrativa.

Y así, es interesante ver cómo se rehará este Milan. El último mensaje de Maldini es claro: se necesita dinero para jugadores que estén listos de inmediato. Marko Arnautovic, que gusta a Maldini y Massara, es un buen ejemplo. Arnautovic ha tenido problemas físicos esta temporada y tiene un abultado salario de 3 millones netos, pero no cuesta casi nada y tiene una enorme experiencia.

Elliott y RedBird, en cambio, han acudido al mercado con un planteamiento diferente: elegir jugadores futuribles, con sueldos bajos, que puedan mejorar jugando. Y Cardinale ha hablado a menudo de los datos como la clave del éxito de las compras. ¿Se puede encontrar una vía común, un compromiso? Tal vez, aunque no hay que olvidar que Maldini, en su contrato, tenía autonomía para elegir. En el pasado, a veces el mercado sostenible ha obrado milagros -Maignan, Kalulu, Theo-, pero la solución De Ketelaere, en teoría perfecta para el área técnica y el club, ha condicionado (y mucho) todo el año.

¿Quién se encargará de ello esta vez? ¿Maldini otra vez? Con la clasificación para la próxima Liga de Campeones, la impresión es que todo puede recomponerse. Sin embargo, con la caída libre en la Europa League, la tensión con el club aumentaría. Al margen, una consideración. A partir del 5 de junio, el Milan deberá elegir entre 6 y 7 refuerzos, buscar soluciones para varios jugadores salientes y, quién sabe, hacer frente a demandas por alguno de sus grandes jugadores. Tantas necesidades, tan poco tiempo. Dirija quien dirija, tendrá que correr.