Para entender las necesidades del ataque rossonero de 2023-24, hay que empezar necesariamente por el de 2022-23. Porque si este año hubiera sido una situación casi normal, las correcciones -aunque obligadas- habrían formado parte de la normalidad de un plan de reforzamiento. El problema es que delante ha habido poca o ninguna normalidad.
Para ser más precisos: ha sido un desastre sin paliativos, entre Ibrahimovic (no es que se esperaran de él cincuenta apariciones, pero ni siquiera 143 minutos), y sobre todo Rebic y Origi. Entre los dos suman cinco goles y dos asistencias, 20 partidos perdidos por diversas lesiones (el último, simultáneo, en vísperas del partido contra la Samp) y 7,5 millones de salario neto.
Una desproporción bíblica entre emolumentos y rendimiento, que obviamente está dando y dará tiempo al club a reflexionar sobre el futuro de ambos. Ninguno expira, pero ninguno se quedará en Milanello a la fuerza si surge la oportunidad de venderlos. Quizá no los dos a la vez, pero aunque sólo uno de ellos dijera adiós, la directiva rossonera seguiría teniendo el problema de sustituirle. Teniendo en cuenta que no hay ninguna certeza sobre el futuro de Ibra (y es evidente que no podría haberla aunque realmente renovara), faltan potencialmente dos delanteros centro.
Pioli ha abordado la cuestión en los últimos días. En términos de campo (“Nuestro defecto más importante es finalizar demasiado poco en comparación con la masa ofensiva producida”) y en términos de perspectiva: “¿El identikit para el delantero? Necesitamos un jugador fuerte, porque el objetivo es mejorar la plantilla. Necesitamos jugadores para el Milan”. Un concepto que quizás el entrenador explique con más detalle, pero mientras tanto circulan varios nombres.
En los últimos días, la pista que conduce a Scamacca ha vuelto a ponerse caliente. Su temporada en la Premier League no fue como se esperaba, debido también a problemas físicos, y el West Ham podría dejarle marchar. Es más fácil, de momento, pensar en una cesión, quizá con derechos, ya que los Hammers habían pagado 40 millones al Sassuolo por él.
Gianluca es uno de los pocos delanteros centro italianos con proyección en la actualidad, y la misión de recuperar a un jugador de 24 años a un coste no prohibitivo estaría en consonancia con la filosofía de RedBird. La otra vía joven conduce a Okafor, un nombre en la libreta de los rossoneri desde hace tiempo. El delantero del Salzburgo -capaz de jugar tanto de central como de extremo izquierdo: una doble opción muy interesante teniendo en cuenta las posibles despedidas de Rebic y Origi- expira en 2024 y cuesta en torno a 20-25 millones.
Luego hay dos pistas marcadas por la experiencia. Una conduce a Morata, e incluso por él el interés rossonero no es nada nuevo este año. Al igual que Okafor, expira en 2024 y su renovación con el Atlético de Madrid no parece una prioridad para el club en estos momentos. En este caso, el mayor problema sería su salario, que ronda los 5 millones netos.
La otra opción es Arnautovic, que gusta a Maldini y Massara, también tiene un sueldo considerable (3 millones), pero tiene la ventaja de no costar casi nada en cuanto a ficha. En el caso de estos dos últimos nombres, estarían en juego las directrices de la empresa: ¿se contemplaría realmente una excepción a la búsqueda de jugadores futuribles, prefiriendo a los ya hechos?
Sin embargo, no hay que olvidar los rendimientos de los préstamos. Que en ataque son dos: Colombo y Lazetic. El primero está llegando al final de una temporada compleja en el Lecce, donde en un momento todo parecía ir bien -sus goles y la salvación del equipo al alcance de la mano-, pero luego se complicó terriblemente: el último gol de Lorenzo fue el 4 de enero y los giallorossi están inmersos en la lucha por el descenso.
En principio, su cesión debería resolverse con el rescate por parte del Lecce y la contrarredención por parte del Milan. Después, el club decidirá qué hacer con él. Si llega un delantero centro con experiencia a Milanello, Colombo también podría quedarse. En cuanto a Lazetic, vendido en enero en Austria al Altach, la cesión (en seco) no fue muy fructífera. Ningún gol, 10 apariciones y 261 minutos sobre el terreno de juego no lo convirtieron en una experiencia inolvidable. El serbio regresará a la base y la próxima temporada, casi con toda seguridad, será cedido de nuevo a otro sitio.