¿Qué hacer con De Ketelaere?

También le habían comparado con el niño de los paquetes Kinder de antaño. Efectivamente, el parecido existía, pero con una gran diferencia: aquel niño sonreía. Charles De Ketelaere, en cambio, perdió pronto la sonrisa. Desde hace meses, la expresión que se inmortaliza cuando Pioli decide ponerle sobre el terreno de juego es siempre la misma: impenetrable, inmóvil.

Una máscara bajo la que empolla un sufrimiento del que CDK no ha sido capaz de distanciarse. Hace un par de meses concedió una larga entrevista en la que hablaba de sí mismo y de su primera etapa con los rossoneri, y sus palabras eran maduras e intensas. Por un lado, conciencia de las dificultades, por otro, confianza en sus propios medios, de forma que se imaginaba el inicio de un descenso que nunca llegó.

Quienes le han defendido a lo largo de la temporada -desde iniciados hasta aficionados- se han ido quedando sin razones plausibles: Pioli ha dado confianza a Charles en todas las situaciones posibles -partido titular, entradas en situaciones complicadas como en otras decididamente fáciles-, y sin embargo nunca ha conseguido encender al que era el trequartista designado.

Puede parecer exagerado seguir repitiendo el mismo latiguillo sobre la temporada del 90 belga, pero el problema de fondo es enorme: Charles fue y sigue siendo la principal inversión del pasado mercado de verano -35 millones, primas incluidas- y si el Milan no puede acariciar actualmente la certeza de participar en la próxima Liga de Campeones, se debe también a la total falta de aportación de la compra más importante.

Después, entre Casa Milan y Milanello todo el mundo está comprensiblemente convencido de que merece la pena esperar al chico, que incluso Tonali y Leao han pagado el precio en su primera temporada en el club rossonero. Cierto, pero éste ya no es el Milan de hace unos años, sino un club que ha ganado un Scudetto y ha alcanzado las semifinales de la Liga de Campeones. Una situación en la que la paciencia no puede ir necesariamente más allá de ciertos límites.

Los más de veinte minutos de recuperación con Samp no aportaron nada nuevo. Ni siquiera ofreciéndole una especie de pasarela en cinco contra uno pudo despertar a Charles. Completamente prisionero de sí mismo y de sus fantasmas. El mayor problema, sin embargo, no es sólo la total falta de participación en la fase ofensiva, sino también la aplicación en la defensiva.

Donde CDK no destaca -digámoslo así- es en los movimientos sin balón, en el marcaje y en la ayuda a sus compañeros. Observando la curva de su rendimiento, lo primero que salta a la vista es que el belga ha jugado ciertamente demasiado: 1.464 minutos de temporada repartidos en 39 apariciones, 13 de ellas como titular, con una asistencia en el marcador y un vergonzoso promedio de 5,44 de valoración. “¿Cuánto tiempo me doy en Milán? No me he impuesto un periodo”, dijo en aquella entrevista a finales de marzo. El reloj de arena, sin embargo, podría ser utilizado por el club.

Hasta ahora, la dirección rossonera siempre ha filtrado con fuerza su intención de renovar su confianza en Charles también para la próxima temporada, manteniéndolo a su lado e intentando reajustarlo mentalmente. Pioli fue el encargado de darles la vuelta a la tortilla, tras la victoria por cinco goles a cero contra la Samp el sábado: “¿Darle en préstamo? No lo sé, aún no hemos entrado en detalles con los directivos. Quedan dos partidos importantes, así que evaluaremos todo al final del campeonato”.

En resumen, cualquier cosa menos una conclusión inevitable. En caso de que se produjera, el CDK sólo se vendería, evidentemente, a fondo perdido. En las últimas semanas se había hablado del Monza, con Galliani como espectador interesado en la ventana. Pero primero el entrenador y la dirección rossonera tienen que discutir el asunto, además de entender qué será de Díaz. La sensación es que apostar por la permanencia segura del belga para la próxima temporada podría ser una apuesta arriesgada.

INTERESAN DOS JUGADORES DE RIVER

En los últimos días se ha hablado de un almuerzo que tuvo lugar la semana pasada en Milán entre el entrenador rossonero Paolo Maldini, el director general Frederic Massara y Jorge Pablo Brito, presidente de River Plate. La edición de hoy de Tuttosport informa de que durante esta reunión surgieron dos nombres en particular que podrían convertirse en dos de los objetivos de mercado del Milan, a saber, el delantero Lucas Beltrán y el trequartista Claudio Echeverri.

De cara a la próxima temporada, el club de Via Aldo Rossi busca un nuevo delantero centro para flanquear a Olivier Giroud. Circulan muchos nombres, como Scamacca, Arnautovic, Firmino, Openda, Morata, Okafor, Broja, Balogun y Wahi.

Pero en los últimos días hay un nuevo perfil que gusta a los rossoneri, se trata de Lucas Beltrán, un jugador nacido en 2001 que también tiene pasaporte italiano. El joven delantero, que explotó en 2023 y ha marcado 8 goles en 19 partidos entre Liga, Libertadores y Copa Argentina desde enero, tiene contrato con River Plate hasta el 31 de diciembre de 2025 y una cláusula de rescisión de 25 millones de euros.

Pero el de Beltrán no es el único nombre que se barajó durante el almuerzo entre los dirigentes del Milan y de River Plate: los rossoneri también pidieron información sobre Claudio Echeverri, apodado “El Diablito”, un jovencísimo mediapunta al que muchos entendidos consideran uno de los nuevos cracks del fútbol argentino. Al tratarse de un 2006, el Diavolo podría plantearse su fichaje y evaluar su evolución en los próximos meses.