Los números para un jugador de 2001 son ciertamente respetables: 38 goles y 25 asistencias en 147 partidos como profesional con Vélez y Atlanta United, donde Almada fue despegando poco a poco, imponiéndose como director avanzado, trequartista y, si era necesario, también como volante ofensivo y delantero exterior en ambos frentes de ataque.
Si en sus inicios en Vélez actuó principalmente como delantero exterior, en Atlanta se especializó en dirigir maniobras por el centro, con amplia licencia para inventar y, sobre todo, atacar la portería (como atestiguan sus 15 aportaciones decisivas en los últimos 16 partidos oficiales).
En su época juvenil en Vélez, los periódicos argentinos hablaban de la nueva Joya por su estilo y movimientos que recordaban a Dybala, pero para amigos y compañeros siempre ha sido “el Guayo”, un apodo que indica un tipo astuto, sagaz, en cierto modo descarado y atrevido, como el juego de Almada.
No es casualidad que, tras su debut en el primer equipo, muchos en su tierra empezaran a hablar de él como el heredero de Carlos Tévez, del que a veces parece una fotocopia: las mismas progresiones furiosas con el balón en los pies, los mismos volantazos repentinos para saltar por encima del hombre y la misma ‘voracidad’ para atacar el espacio y apuntar a la portería o, en su caso, servir asistencias en bandeja de plata.
Desde luego no es un coloso, como no lo era Díaz, pero la experiencia en la MLS le ha servido para hacer músculo y dar la talla en un entorno ciertamente más físico que la liga argentina, donde debutó con sólo 17 años y tres meses antes de elegir Atlanta como trampolín hace exactamente año y medio.
En su momento, fue polémica su decisión de emigrar a Estados Unidos ante la perspectiva de seguir creciendo en su tierra natal en un club de Primera como Vélez o -como se rumoreaba- dar el gran salto a Europa de inmediato. Y es que Almada sufría la presión de Guardiola, que quería llevárselo a Manchester en 2019, tras un puñado de partidos en el primer equipo y justo cuando The Guardian lo incluía entre los 60 talentos más prometedores del mundo.
Barcelona, Chelsea y Psg también pusieron sus ojos en él y, en un momento dado, el Inter también pensó (seriamente) en él. Por otro lado, además de sus primeros goles y números equilibristas con la camiseta de Vélez, Almada ya era uno de los jóvenes emergentes más cotizados del fútbol argentino, con un buen puñado de participaciones en las categorías inferiores de la Selección (Sub 17, Sub 20 y Sub 23) y presencia en el grupo albiceleste durante el Mundial 2018 como sparring.
“La elección de pasar a la MLS fue puramente estratégica. Sentí que ahí podía crecer con más tranquilidad y así fue”. La confirmación llegó nada menos que del seleccionador argentino, Lionel Scaloni, que le recompensó con un debut absoluto en la selección (con la que presume de un gol en tres partidos) y una convocatoria in extremis para el Mundial, que luego ganó en Qatar (aunque sin acumular minutos).
La convocatoria de Scaloni para la misión mundial (debido a la lesión de última hora de Correa) cogió a Almada por sorpresa, mientras estaba ocupado jugando un partidillo entre amigos en el corazón de Fuerte Apache, el ‘barrio’ donde nació y creció. Porque el “Guayo” sigue firmemente apegado a sus raíces, igual que Tévez, que, como él, floreció en aquellos callejones de tierra y en la cancha de mala muerte de la academia de Santa Clara.
Allí, Almada perfeccionó sus habilidades con el balón mientras luchaba por contribuir a la economía familiar, vendiendo frutas y verduras o recogiendo botellas de plástico junto a la carretera. Allí Almada se curtió, aprendiendo a defenderse incluso contra los que tenían más edad (pero también más centímetros y músculos) que él.
Allí aprendió a sortear obstáculos con el balón pegado al pie, cuando el sueño de convertirse en futbolista aún parecía lejano. Allí vuelve siempre Almada cuando pone un pie en Buenos Aires, incluso ahora que ha conseguido regalar a sus padres una casa de lujo en una zona residencial.
Incluso ahora que es campeón del mundo (aunque sea como “jugador secundario”) y espera dar el gran salto a Europa. Quizá a Milán, donde el ‘Guayo’ es muy popular.