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Nadie se ha ‘salvado’. La primera fecha oficial del mercado de verano de 2023 es el viernes 16 de junio, día en el que se puede ejercer el derecho de tanteo sobre un jugador llegado cedido. Ya está, todos en Milanello se despiden entre cifras desmesuradas, experimentos fallidos, rendimientos fluctuantes y parches de última hora que no han reportado beneficios.
Todos los jugadores que han vestido la camiseta rossonera en la temporada que acaba de terminar, pero cuya ficha es propiedad de otros. El hecho de que el Milan no se lleve a nadie a casa no es necesariamente una mala noticia, también porque las directrices de Elliott antes, y las de RedBird ahora, incluyen la que contempla los préstamos precisamente para comprobar la “sustancia” de un jugador. Traducido: primero te pruebo, luego al final te compro.
El nombre más ilustre que ha rescindido su contrato a largo plazo con Via Aldo Rossi es, obviamente, Brahim Díaz. Que rima con préstamo, ya que Brahim ha permanecido en Milanello en estas condiciones durante tres temporadas. Un año a plazos y luego dos, al término de los cuales el Milan y el Real Madrid deberían haberse sentado a dilucidar qué rumbo tomar.
Entre otras cosas, porque el club rossonero habría querido mantener al número 10 con ellos. El primer escollo fue la cantidad pedida por el Real, que superaba los 20 millones, mientras que el Diavolo viajaba por debajo de esa cifra. El segundo escollo, que fue la última piedra en las ambiciones rossoneras, se materializó con el adiós de Asensio al Madrid.
En ese momento, el Real vio en Díaz al sustituto natural y se lo trajo de vuelta a casa. El Milan ni siquiera intentó oponerse, porque los blancos tenían el contrapunto de la redención. Brahim fue presentado por la Casa Blanca en los últimos días e incluso se le renovó el contrato hasta 2027.
También sale de una cesión de dos años otro jugador, con una situación decididamente diferente a la de Díaz. Es la triste historia de Bakayoko, que regresó por segunda vez al club rossonero procedente del Chelsea para aportar experiencia y ser un recambio válido en el centro del campo para Tonali y Bennacer. Un fracaso estrepitoso: dos años en los que Tiémoué ha sumado 645 minutos, sin goles ni asistencias.
Y, hablando de fracasos, también destaca el de Dest, arrebatado al Barcelona en los últimos minutos del pasado mercado estival a toda prisa para tapar el viejo problema de Florenzi. Un parche -forzado- de última hora, ciertamente, pero potencialmente con interesantes perspectivas de futuro. Luego desapareció por el camino.
El jugador de la selección estadounidense empezó con mal pie (culpable de la victoria del Nápoles en San Siro a mediados de septiembre), luego tuvo algunos momentos interesantes, pero después fue desapareciendo poco a poco de escena. Primero parcialmente, luego por completo, hasta que ya ni siquiera fue convocado.
Una especie de apartado en casa, al parecer también debido a un comportamiento intachable durante la semana. Su rescate del Barça habría costado 20 millones. El de Aster Vranckx, en cambio, viajó a 12 y durante un periodo no demasiado corto el Milan lo valoró seriamente.
El belga, cedido por el Wolfsburgo, no jugó mucho, pero hubo interés del club en perspectiva. Eso fue en los meses de invierno, luego con la llegada de la primavera ese interés decayó y los 12 millones se destinaron a otros usos.