La trama es laboriosa. Tiene cien matices y otras tantas puertas correderas potenciales. Es complicado hacerse una idea clara porque hay muchas variables en juego: dos zonas del campo por fortificar, por ennoblecer, y reflexiones precisas sobre la mejor manera de asignar la segunda y última caja de jugadores extracomunitarios. Evaluaciones en curso, en Casa Milan, y no son sencillas.
Las dos posiciones que deben -obligatoriamente- ponerse a tiro son la de delantero centro y la de delantero exterior derecho. La temporada pasada se vio cómo los parches ya no pueden bastar. Porque a Giroud ya no se le puede pedir un trabajo duro, porque las alternativas en el centro del ataque no eran ni remotamente creíbles (y están en el mercado), porque en la banda Saelemaekers y Messias dieron el alma pero hay que elevar el coeficiente de calidad.
Las dos zonas del campo no sólo se comunican en la práctica durante los partidos, sino también ahora que el club está rediseñando el equipo. Y la vuelta a escena de la candidatura – fuerte – de Taremi para la camiseta de delantero centro abre el razonamiento. En efecto, el delantero del Oporto es iraní, es decir, extracomunitario.
Se convirtió en el nombre de moda en el momento en que quedó claro que Morata, sin los beneficios del decreto de crecimiento, corre el riesgo de ser una parroquia sobrevalorada. Segundo problema: Chukwueze, exterior derecho del Villarreal, primer objetivo del Diavolo en esa demarcación, también es extracomunitario. Por si no lo había adivinado, ambos puestos son absolutamente prioritarios. Entonces, ¿qué hacer? ¿A quién favorecer? ¿Al delantero o al exterior?
Luz verde al debate, aunque independientemente del nombre sobre el que recaiga la elección, habría una zona importante del campo que se queda con una manta corta. Una primera consideración podría ser la llegada de Pulisic, que puede desplegarse por la derecha sin problemas. El Milan, sin embargo, lo compró principalmente para situarlo en el centro de los tres cuartos. La segunda reflexión se deriva de las dificultades para hacerse con Chukwueze.
A pesar de que el contrato del nigeriano con los españoles expira dentro de un año, el club amarillo sabe que maneja un elemento de claro interés y tira alto. Alrededor de 35 millones: de momento, la distancia con la oferta del Milan ronda los 10. Suficientemente amplia como para presagiar una negociación larga, y que no necesariamente acabe con fumata blanca. De hecho, también hay que tener en cuenta el factor tiempo: “apostar” por el éxito de la operación Chukwueze, armarse de paciencia para convencer al Villarreal, podría significar ver desaparecer otros objetivos.
Una solución -no necesariamente la mejor, pero una solución al fin y al cabo- podría ser traer a Taremi, utilizar a Pulisic de forma bipartita y poner en marcha el Plan B para la banda derecha. En este caso hay dos favoritos: Isaksen, el danés de 22 años del Midtjylland, y Adama Traoré, de 27 años, que acaba de ser cedido por el Wolverhampton. A tenor de todas estas consideraciones, parece obvio que si el Milan logra cerrar con Chukwueze, el nuevo delantero centro deberá tener pasaporte comunitario.