¿Caldara se queda en el Milan?

¿El último partido de Caldara con los Rossoneri? Te lo contamos: abril de 2019. Mattia no viste la camiseta del Milan desde hace más de cuatro años. Formación: Gattuso en el banquillo, Reina entre los postes, Piatek de delantero centro, Romagnoli de capitán. Era otra vida, pero mientras tanto Mattia seguía de gira por Italia cedido: un año y medio en Atalanta, luego Venecia y Spezia. Entre otra lesión y dos descensos seguidos.

Ahora, 1566 días después del último partido rossoneri -Lazio-Milán en la Copa de Italia-, Caldara podría quedar como el quinto central a disposición de Pioli. En definitiva, el papel de Gabbia, volado cedido al Villarreal para jugar con más continuidad.

Una sugerencia dictada por el estado actual. Caldara está en el último año de contrato y cobra dos millones por temporada, por lo que hay tres opciones: rescindir el contrato, despedirse cedido del Milanello o seguir a Tomori, Kalulu, Thiaw y Kjaer, tal vez arrebatando un puñado de apariciones a los teloneros. actor. Caldara, excluido de la gira americana como Origi, Rebic, Lazetic y Ballo-Tourè, de momento no tiene ofertas.

Su destino es extraño. En 2018 se hablaba de Mattia como un talento innato, destinado a enfrentarse a la selección tras una temporada de 30 partidos y 7 goles con el Atalanta. El Milan, para arrebatarlo a los blanquinegros y devolver a Bonucci a la base, pagó 35 millones de euros para traerlo a San Siro.

En un universo paralelo, quizás, Caldara viaja hacia las 250 apariciones con los rossoneri y ganó el Scudetto de 2022 como protagonista, pero el destino se interpuso. Primero la lesión parcial del tendón de Aquiles, luego la rotura del ligamento cruzado. Y hola a los sueños.

En los dos últimos años ha disputado 52 partidos en la Serie A dejando atrás las lesiones, aunque sobre su cabeza penden los dos descensos a la Serie B con Venezia y Spezia. En 2018, con 24 años, era considerado el chico de oro del fútbol azul: 7 goles en su primera temporada en la Serie A, los libros de Dostoievski en su mesita de noche y los de Tolstoi en su escritorio. La guerra con el destino parece haber terminado. La aventura con el Milan, quizás, todavía no.