
Ruben Loftus-Cheek abrió y cerró Milanello prácticamente desde el primer día que puso un pie allí. Tomó posesión del centro del campo una tarde de mediados de julio, cuando los senadores del vestuario aún estaban de vacaciones y el resto del equipo tomaba forma en los pliegues del mercado, y ya nunca lo ha abandonado.
Incluidos estos diez días de descanso que separan al Milan del derbi por el Scudetto del 16 de septiembre: las selecciones nacionales han saqueado la plantilla del equipo líder, Pioli ha “perdido” 15, pero no a su coloso. Sobre los músculos de Loftus-Cheek empezó a construir el nuevo Milan y del mismo modo seguirá ahora que hay que preparar el desafío en la cumbre con el Inter: en su primer derbi, Rubén es el nuevo hombre que puede hacer saltar la banca.
El hombre que no estaba Aunque la temporada sólo lleva tres partidos en marcha, imaginar hoy un Milan sin el inglés es un ejercicio bastante complicado. Para los aficionados -que hasta julio no tuvieron que acostumbrarse al número 8 que llevaba impreso Tonali en la espalda del ex del Chelsea- y para los propios compañeros de Loftus.
Bastó que Pioli le llamara de nuevo al banquillo durante el Roma-Milán, poco después de la expulsión de Tomori, para que Theo Hernández se confundiera, se agitara y exigiera explicaciones: “El mejor hombre fuera, ¿por qué?”. La escena se hizo viral en las redes sociales, aunque la razón del cambio era obvia: Loftus-Cheek ya estaba amonestado y Pioli quería evitar sorpresas desagradables de cara al derbi.
Jugarlo con Rubén puede marcar toda la diferencia del mundo, porque el inglés es todo lo que le ha faltado al Milan en los últimos años en sus comparaciones con el Inter en el medio: físico, potencia, solidez. Más técnica, por supuesto, como demuestran las percusiones ante Torino y Roma: con la primera, Loftus envió a Pulisic al gol; con la segunda, provocó el penalti con el que Giroud puso cuesta abajo el partido en el Olímpico.
“Rubén es un jugador fuerte. Combina físico y calidad, le gusta insertarse. Me gustaría verle con continuidad en el área rival”, dijo Pioli durante la gira americana: cuando mencionó el nombre del centrocampista inglés a los directivos rossoneri, pensaba explotarle “a lo Milinkovic”. Y Loftus le está dando la razón, a fuerza de actuaciones al alza.
La incorporación del ex pupilo de Sarri avanza a buen ritmo por un par de razones. En primer lugar, ayudó la rapidez de la negociación que lo trajo de Londres a Milán: Loftus fue el segundo refuerzo tras Sportiello y se incorporó de inmediato al grupo.
Hizo toda la pretemporada y pronto se hizo con las nociones del técnico, que también basándose en sus características remodeló el Milan sobre el 4-3-3: según relató el ex del Chelsea, antes de fichar él y Pioli hablaron de la posición en la que jugaría y los planes del técnico le conquistaron de inmediato: “Jugar en un centro del campo de tres es lo que prefiero, ya lo hacía en mis tiempos de Academia en el Chelsea”.
Precisamente, el eje con sus antiguos compañeros de azul ha sido el otro gran acelerador de su aclimatación al Milan: Tomori actúa como su intérprete en el día a día (Pioli se dirige a él en inglés en los entrenamientos), Pulisic es la referencia táctica sobre el terreno de juego.
El estadounidense es el jugador al que Loftus ha entregado más balones, 19, y del que más ha recibido, 13. El entendimiento ya ha producido un gol y dotará al Milan de nuevas armas para golpear al Inter: Inzaghi no sólo tendrá que protegerse del triángulo Theo-Reijnders-Leao, sino también de los peligros del eje Loftus-Pulisic. Y Calabria.
Porque, en sus primeros 68 días como jugador del Milan, Loftus-Cheek ya ha sido muchas cosas. Empezó como centrocampista ofensivo con licencia de trequartista (pretemporada), siguió bajando a guardar por delante de la defensa mientras estaba Reijnders (en el debut en Bolonia), aterrizó en el área contraria como delantero (Torino y Roma).
Sentar las bases de la última metamorfosis fue el avance casi permanente de Calabria en la línea medular. La fórmula ha desconcertado a los prescriptores granata de Juric y a los giallorossi de Mourinho: ¿y si se convirtiera en un tahúr sin precedentes con el Inter?
En Milanello, donde Loftus y Calabria tiran del grupo de 8 jugadores del primer equipo que quedan por entrenar, Pioli también trabaja en ello. Y sobre la atención del inglés en la fase defensiva: alguien, en estos tres primeros partidos, consiguió escapársele, véase Ferguson y Schuurs. Estamos en el orden de los episodios, pero para llevarse el derbi y estirar la ventaja, hará falta un Milan perfecto. Rubén lo sabe, no en vano lleva dos meses abriendo y cerrando Milanello.