La Champions de las lamentaciones

En un grupo que empieza a tomar forma -y no es una forma tan aterradora como podía parecer el día de los sorteos: el PSG, por ejemplo, cayó estrepitosamente contra ese Newcastle con el que el Milan se jugaba el todo por el todo-, el Diavolo corre el riesgo de proseguir su viaje perseguido por el fantasma del arrepentimiento.

El problema no reside en los resultados -en total, los equipos se cierran en una horquilla de tres puntos-, sino en la forma en que los rossoneri se encuentran con dos en la clasificación. Dos a cero, un resultado que arroja reflexiones evidentes: la contención defensiva vale la Liga de Campeones, la fase ofensiva de momento realmente no.

En resumen, no tiene por qué convertirse en la ronda de los lamentos, pero ahora es difícil no tenerlos pensando en los 25 disparos inútilmente dirigidos a la portería del Newcastle y en las tres ocasiones tiradas al retrete en Dortmund. De hecho, ante el Muro Amarillo local, el Milan no estuvo especialmente bien -de hecho, más bien chapucero- y, sin embargo, fue capaz de crear tres goles claros contra uno.

Viéndolo desde cierto ángulo, puede ser una buena noticia, pero en un grupo como el de la Liga de Campeones se necesita sobre todo concreción. Giroud, Pulisic, Chukwueze: estos son los nombres que hay que subrayar con un lápiz azul. Los errores, además, llegaron en tres momentos muy distintos del partido -minutos 38, 54 y 86-, lo que demuestra que cuando el Milan acelera, es potencialmente letal.

Sí, el problema es ese “potencialmente”. Desde la interminable lista de ocasiones contra el Newcastle hasta el despilfarro en Dortmund, ya hay más de un aficionado que se ha convertido en oráculo: errores que pagaremos caros. En la primera parte, la mala conciencia es toda de Giroud, que se encuentra entre los pies uno de los mejores balones posibles para sus características.

Sólo que un poco Hernández le desbarata, un poco él probablemente piensa que está en fuera de juego, y su toque en el corazón del área con Kobel acaba increíblemente alto. Las manos, comprensiblemente, en el pelo. Al comienzo de la segunda parte le tocó el turno a Pulisic. En este caso el error fue menos marcado, pero cuando el Capitán América se giró -y lo hizo muy bien- liberándose del marcaje, tenía todo el espejo a su disposición.

Resultado: un derechazo a los brazos de Kobel a pocos pasos de la portería. La galería de errores la completó Chukwueze, con el agravante de que el nigeriano sólo llevaba diecisiete minutos. Sin embargo, sus piernas frescas no le impidieron tropezar cuando, magníficamente servido por Leao, también él se encontró solo como Giroud frente a Kobel.

Nada que hacer: un zurdazo blando como un flan. Pioli arrojó violentamente una botellita al suelo, pero sospechamos que se la habría tirado con gusto allí mismo. Entre otras cosas, porque faltaban cuatro minutos para el minuto 90. El entrenador murmuró un diplomático “lástima” al final del partido por los goles fallados, mientras Leao clavaba el cuchillo: “¿Contentos con el empate? En absoluto, estamos decepcionados. Contra el Newcastle controlamos el partido, creamos ocasiones, pero sin marcar. Hoy controlamos y creamos muchas ocasiones, por lo que teníamos que salir con los tres puntos”.