
AMilanello dicen que no, que no sería correcto decir que ha perdido el buen humor. La sonrisa de Samuel Chukwueze, sin embargo, está un poco más estirada. Menos exuberante que en los primeros tiempos. Es comprensible: sus dos primeros meses en el Milan no fueron como él quería, ni como el club, el entrenador y los aficionados imaginaban.
Ahí está el peso, sobre todo, de la inversión realizada por el club, que ha decidido apostar fuerte por el nigeriano: tanto como para incluir el mayor desembolso por él en el presupuesto para el verano de 2023. Veinte millones por la ficha pagada al Villarreal, más ocho en primas. Nadie ha costado tanto, y luego, en un momento dado, resulta obvio comparar el coste con el rendimiento. A De Ketelaere, por ejemplo, le costó una barbaridad.
Para Samu el asunto tiene otros fundamentos y nadie cree que realmente pueda arriesgarse a arrugarse sobre sí mismo como ocurrió en el CDK. Entre otras cosas porque el nigeriano tiene 24 años y viene de una liga de primera como la española. Pero mientras tanto la olla llora y el número 21 rossonero experimenta un comprensible malestar, no sólo conociendo los esfuerzos económicos del club rossonero, sino también los “filosóficos”.
En el sentido de que en verano se llegó a un punto en el que la directiva tuvo que elegir si llevarle a él o a Taremi a Milanello en relación a la última plaza de extracomunitario (los ingleses seguían siendo considerados como tales, por lo que la presencia de Loftus-Cheek dejaba libre una casilla más). La elección recayó en Samu, con el evidente objetivo de cambiar radicalmente la cara a una banda derecha deficitaria. Pulisic más Chukwueze: regate, gol y fantasía en potencia.
Samu está viviendo una situación desagradable también porque viene de un año anterior estupendo. Trece goles en la temporada entre liga y copa en el Vila-Real, el botín más abultado de su carrera. Al principio fue difícil porque la competencia de Pulisic era desigual: el estadounidense llegó a Milanello a mediados de julio, con tiempo suficiente para participar en la gira americana y, en cualquier caso, para familiarizarse con el juego de Pioli.
El nigeriano, en cambio, llegó un par de semanas más tarde, lo que supone una gran diferencia en verano. En otras palabras, no empezó a trabajar con su nuevo entrenador hasta que el equipo regresó de Estados Unidos (3 de agosto). Ahora, sin embargo, estamos bien entrados en octubre y cabe esperar un cambio de ritmo por parte de Samu.
Sigue siendo la primera opción cuando Pulisic necesita recuperar el aliento, pero en la idea del club y del entrenador, debería haber jugado en igualdad de condiciones con su compañero. Una especie de papeleta de lujo sin escalas, dibujando la opción más adecuada cada partido.
Hasta ahora, en cambio, ha sido la clásica alternancia entre titular indiscutible y tímido jugador de reserva, a la espera de una llamarada que aún no ha llegado. Pioli le dio su tercera oportunidad como titular en Génova, tras Newcastle y Cagliari, pero Samu no ha logrado romper el maleficio. Los números le entristecen: 9 apariciones, 292 minutos, cero goles, cero asistencias, valoración media de 5,62.
Las premisas eran otras, como dijo el día de la presentación: “Quiero escribir mi nombre en la historia del Milan, no tengo miedo, ya he fijado mis objetivos. No siento presión, siempre he jugado bajo presión”. La esperanza es que el paréntesis con Nigeria -amistosos con la Arabia Saudí de Mancini y Mozambique entre el 13 y el 16 de octubre- le venga bien. Lo que pesa especialmente es el error -malo- en la final de Dortmund, que podría haber cambiado el curso de la temporada para él y el camino del Milan en el grupo de la Liga de Campeones.
Hasta ahora, Samu ha dado algunos toques excelentes, pero a menudo ha metido la pata. Ha exhibido algunas excelentes coberturas en la fase de no posesión, pero a veces se ha mostrado demasiado incapaz en los duelos. Por eso Pioli está utilizando una metodología específica para él. Nada nuevo, el técnico rossonero es alguien que habla mucho con sus jugadores, también desde el punto de vista psicológico, pero con Samu es legítimo pensar en un complemento.
Del mismo modo que los entrenamientos apuntan a una inmersión táctica total para ponerlo lo antes posible al nivel de Pulisic. Porque un desempate entre Cristiano y Samu es uno de los lujos más salvajes que podría permitirse este equipo milanista.