
El Milan cambia de bando y sí, tiene cierto efecto. En su vida siempre se ha codeado con su hermana mayor -la Liga de Campeones- y con ella se ha sentido cómodo: siete victorias, finales, gestas en años dorados y épocas más oscuras. Con la pequeña Europa League, antigua Copa de la UEFA, como mucho se ha tomado un par de cafés, con las semifinales del 72 y 2002 como punto álgido.
El Milan, sin embargo, ha cambiado recientemente su estructura corporativa, su gestión, su política comercial y su público objetivo: ¿a quién le sorprendería que también confiara en una nueva copa? Al fin y al cabo, Gerry Cardinale, Elliott y RedBird buscan victorias y beneficios, y la Europa League también puede aportárselos. En este sentido, Zlatan Ibrahimovic llega en el momento oportuno.
Ibra ganó la Europa League con un equipo de diablos con camisetas rojas, negras y blancas: el United. Sabe cómo hacerlo. Acaba de ser nombrado asesor del RedBird y está en contacto permanente tanto con la cúpula del club como con Stefano Pioli. Zlatan y el Milan habían quedado en verse en Milanello para el post-Newcastle, una visita que se había barajado para ayer y luego se pospuso: Ibra estaba en Suecia el miércoles y Pioli decidió no entrenar al equipo tras la victoria inglesa. Así que es posible que Ibrahimovic vea a sus ex compañeros hoy, cuando empezará a preparar el Monza-Milán, el partido entre su antiguo equipo y el que le ofreció Galliani…
Tras el partido contra el Newcastle, Pioli también habló del nuevo objetivo del Milan: “Debemos hacer la Europa League con la convicción de que podemos ganarla, aunque está claro que es menos importante. Es un trofeo que falta”. Rafa Leao, desde la distancia, utilizó palabras similares: “Entramos en la Europa League para intentar ganarla”. Ahí está, el sutil malabarismo al que está llamado el Milan: caminar por la cuerda floja, equilibrando el intento de ganar la copa menor con el gran objetivo, el cuarto puesto en la Liga A. ¿Cómo se hace? Con tres estrellas polares.
El primero es el entusiasmo. Pioli dejó claro en la entrevista posterior al Newcastle que el Milan vive un momento difícil: “No hay mucha positividad. Se nota que pesa la combinación de derrotas y críticas”. Con este espíritu, lejos del del Milan que ganó el Scudetto, se puede superar un obstáculo, no frenar una temporada.
Si acaso, con entusiasmo y serenidad, el Milan puede pensar en tomar distancia en la quinta y jugarla a partir de febrero, yendo a Bakú y a Toulouse con el mismo espíritu que un partido fuera en el Camp Nou. Ibrahimovic, en esto, puede ser un factor. No sólo puede ser un motivador, por supuesto, sino que el clima del Scudetto también procede de él. No se le pide un milagro -que no hace falta-, sino una sacudida.
El segundo son las lesiones. En la última semana, el Milan ha recuperado a Bennacer, Leao y Okafor, una buena señal en una situación trágica. Pioli se acostumbró a preparar los partidos con 13-14 jugadores en los que confiar y no, esto no es normal. Ahora la situación está desequilibrada. En el centro del campo, serenidad: están todos. Los delanteros, estabilizados.
En la retaguardia, emergencia total. Davide Calabria será baja el domingo y, a la hora de comer con el Monza, es casi seguro que Jan-Carlo Simic tenga que jugar el primer partido de titular de su vida en la Serie A. Así pues, éste es el panorama. Si el porcentaje de jugadores no disponibles se mantiene en torno al 5-10% (digamos que hasta tres hombres por partido), Pioli podrá variar, elegir, dar descanso. De lo contrario, gestionar 23 posibles partidos en 100 días, entre el 15 de febrero y el 26 de mayo, será como atravesar una jungla en un jeep sin gasolina de sobra.
La tercera estrella polar es el campo. El juego. El Milan también demostró tener problemas en Newcastle, en la primera parte bajó claramente en intensidad y físico, casi nunca consiguió salir de la presión y encontrar una jugada para generar fútbol de tres cuartos hacia arriba. No sólo no disparó a puerta, sino que apenas inquietó a Schär y Lascelles.
Una mala señal, anulada en parte por el gran final de fuegos artificiales, reanudaciones y transiciones en el que destacó el Milan. ¿Y qué? Es cierto que en Italia nadie ataca con la ferocidad del Newcastle y nadie tiene un robot como Joelinton en el centro del campo, pero el Milan debe crecer, mejorar rápidamente en el medio y encontrar la continuidad de Loftus-Cheek y Reijnders. El resto dependerá de los mejores: Maignan, Theo, Leao. Sobre MM16, sin duda: si sale al campo, para. Para Rafa, mejor preguntar a su hermano mayor sueco.

TREINTA MILLONES POR GANAR LA EUROPA LEAGUE
Por la gloria y por la pasta. Apenas se había escapado la conquista de los octavos de final de la Liga de Campeones y el Milan ya pensaba en asaltar la final de la Europa League e intentar levantar la copa al cielo. Stefano Pioli fijó el nuevo objetivo y Leao fue el primero en lanzarse a la carrera: Rafa entró en la sala de trofeos rossonera para dirimir el Scudetto de 2021 y sabe muy bien que la Europa League falta en el palmarés: “El Milan nunca la ha ganado, lo intentaremos”.
El sprint está así lanzado, aunque habrá que tener paciencia: para llegar el 22 de mayo a Dublín, el viaje tiene varias escalas. Los rossoneri embarcarán para disputar la repesca (de hecho, los octavos de final: una etapa extra respecto a la ruta de la Champions) y en el futuro no es seguro que aterricen en los grandes aeropuertos internacionales (la organización de los viajes puede resultar agotadora). Además, no hay vuelos para el Mundial de Clubes: participar habría garantizado al menos 45 millones. Jugar un jueves también recorta un día de descanso de cara al siguiente compromiso del campeonato: conseguir levantar la copa compensaría tantos sacrificios, más aún si entrara dinero real en la caja.
Para celebrar la victoria en el torneo también estaría de nuevo el presupuesto: en total, entre premios de la Uefa e ingresos por partidos, cuadraría el valor garantizado la temporada pasada sólo por las primas de la Uefa. Hace un año, en la Liga de Campeones, el club contabilizó: 9,6 millones por la clasificación para octavos; 10,6 millones por los cuartos de final y 12,5 por el acceso a semifinales. Total: 32,7 millones de euros.
La diferencia la marcan los aficionados: hace un año, el club hizo literalmente saltar la banca en taquilla: otros 28,1 millones en taquilla derivados de las cifras de espectadores en los partidos contra Tottenham (octavos), Nápoles (cuartos) e Inter (semifinales). Ganar la Europa League garantizaría treinta millones con todo incluido: las primas de la Uefa garantizan 500.000 euros por la participación en la eliminatoria (ya segura), 1,2 millones en octavos, 1,8 en cuartos, 2,8 a los que se clasifiquen en semifinales. A los finalistas 4,6 millones y otros cuatro millones al ganador. Total: 14,9 millones.
Cuota del estadio a la que habría que añadir la cuota del pool de mercado, las primas por resultados y, de nuevo, los ingresos del estadio. Suponiendo cuatro rondas de eliminatorias que se disputarían en San Siro (eliminatorias, octavos, cuartos y semifinales) y unos ingresos medios de 3-4 millones por partido, la factura total se eleva a unos treinta. Una estimación parcial: la cuota dependería del precio de las entradas y del atractivo de los desafíos.
Es difícil encontrar un término de comparación reciente: el último Milan que luchó por la Europa League fue el equipo de Pioli en 2020/21, que acabó su andadura en octavos ante el Manchester United. Por el prestigio del rival, la cifra de espectadores de pago (e ingresos relativos) podría haber sido una excelente referencia: San Siro, sin embargo, como el resto de estadios del continente, tuvo sus puertas cerradas como medida preventiva en la era Covid.
Y retrocediendo de nuevo, el Milan de Gattuso (2018/19) se rindió en las rondas de grupos ante Dudelange, Olympiakos y Betis-Sevilla, los rivales que más aficionados llevaron al estadio: 22.405, medio millón en taquilla. Tiempos distintos, y sin el encanto de dentro o fuera. A lo largo de los años, San Siro ha demostrado ser un fiel aliado en todo: en el apoyo al equipo y en el sostenimiento del presupuesto. Sobre todo, en comparación con los últimos intentos del pasado, el Milan de hoy tiene los valores (técnicos) para competir.
EMERGENCIA TOTAL ANTE EL MONZA
El Milan no regresó de Newcastle hasta ayer: demasiado complicado para salir el miércoles por la noche después del partido. Pioli prefirió dormir una noche más en Inglaterra y dar un día libre a los jugadores. Algunos, sobre todo los que jugaron menos en Newcastle, vinieron de todos modos a Milanello para un poco de trabajo extra.
Hoy en cambio habrá entrenamiento por la tarde: empezarán a preparar el Milan-Monza, previsto para el domingo a las 12:30 horas. El Monza viene de ganar al Génova, el Milan debe borrar la derrota contra el Atalanta. Para Pioli, no hay término medio. En defensa, tiene jugadores contados o… menos.
Tomori, Theo y Florenzi están disponibles, mientras que Davide Calabria está sancionado por la roja en Bérgamo. Con ellos jugará muy probablemente uno de Jan-Carlo Simic y Davide Bartesaghi, ambos desde 2005. ¿Quién es el favorito? Simic. Con él, Theo Hernández volvería a su posición preferida de lateral izquierdo.
En el centro del campo y en la delantera, sin embargo, hay de todo. Bennacer se juega la camiseta… y sería la primera como titular tras su regreso. Okafor, Jovic y Chukwueze lo hicieron tan bien en el Newcastle que son candidatos a la titularidad. ¿Les darán 60-70 minutos? Jovic sí, para los demás se entenderá a partir de hoy.