
Yacine Adli es un poeta decadente del fútbol. Un futbolista de otra época se abalanzó sobre San Siro. Basta con mirarle un puñado de segundos para captar detalles únicos, especiales: la barba desaliñada, el pelo revuelto, los ojos profundos y oscuros y el paso cadencioso, casi lento, de quien piensa con calma en un fútbol que corre cada vez más rápido. Contra la Roma, marcó un gol de fantasía, regateando al defensa y lanzando un dardo con la izquierda, directo a la escuadra. Todo ello mientras jugaba de regista, lejos de su papel.
Adl tardó un año en enfundarse el traje oscuro de la Scala, a pesar de que la afición le había puesto la alfombra roja desde el primer amistoso. Gracias a un taconazo y a un toque de clase alta, el mismo que hechizó a Maldini y Massara y les convenció para apostar por él. Su historia es un elogio a la perseverancia, sobre todo porque tuvo que cambiar de aspecto en verano para imponerse en el Milan.
En un momento dado, durante la gira por Estados Unidos, Pioli le llevó aparte y le convenció para que probara como regista. “Bennacer está de baja hasta diciembre, sólo tenemos a Krunic. ¿Te animas?”. “Me apetece, entrenador”. El que siempre ha sido un puro fantasioso del “toma y daca”; el que en Burdeos también jugaba de exterior con licencia para no apuntar nunca, más bien para pararse y razonar.
Ahí está la clave para entender su modus operandi: pensar. Adli es ajedrecista de formación. Cuando no está dictando los ritmos, mueve los peones, apoyando el codo en las rodillas como el “Pensador” de Auguste Rodin. Yacine reflexiona constantemente, incluso demasiado, pero cuando Pioli le pidió que sacrificara el estilo en aras del equilibrio no lo dudó ni un instante. Y al final rascó como sabe hacerlo.

Su primer gol con los rossoneri fue el acto final de una historia de amor turbulenta. El Milan lo compró en 2021, lo dejó cedido en el Burdeos y luego se hizo con sus servicios. La temporada pasada sólo jugó seis partidos. Fuera de la lista de la Champions y de los planes de Pioli. El técnico rossonero siempre ha alabado sus cualidades técnicas, su regate y su capacidad para cortar el campo con precisos tajos, directos a los pies de Hernández o Calabria. Sin embargo, el ritmo nunca ha sido el suyo.
Incluso este año, en los 15 partidos que ha disputado entre liga y copa, ha cometido varios errores en el marcaje. Véase el partido contra el Cagliari, en el que falló ante Luvumbo, o el partido contra el Borussia Dortmund. Contra la Roma, sin embargo, también mostró un gran juego en la fase defensiva. Todo ello después de estrechar la mano de Cardinale e Ibra en la previa del partido tras el discurso del patrón.

Pioli jugó con el concepto de redención: “Adli está ganando su apuesta”. Traducido a números: el francés ha tocado el balón 80 veces -sólo Calabria lo ha hecho mejor, 82-, ha completado el 90% de los pases, cuatro lanzamientos largos y ha ganado 9 de 12 duelos. Muy lejos de hace un año, cuando lo único destacable era organizar la cena del equipo en su casa.
El manifiesto de su amor por una plaza que le abrazó desde el primer día. Él y Reijnders se complementan, por fin, a pesar de ser polos opuestos: el holandés tiene la cara limpia, el pelo ordenado y juega a todo, mientras que Yacine tiene el aspecto de alguien que lleva el mundo a cuestas como Atlas. De vez en cuando se deshace de él, y San Siro se divierte.

LA IMPORTANCIA DE REIJNDERS
Christian Pulisic no es el único gran fichaje del verano del Milan, ya que, además del extremo estadounidense, otro jugador se ha ganado el afecto y la estima de la afición rossonera: Tijjani Reijnders. De hecho, el centrocampista holandés, en ausencia de Ismael Bennacer, se ha hecho con las llaves del centro del campo de la formación de Stefano Pioli, que en esta primera temporada habrá podido prescindir de todo menos del ex jugador del AZ.
En esta primera parte de la temporada Tijjani Reijnders se ha consolidado como el alma y la mente del juego del Milan. Por los pies del holandés pasan y empiezan la mayoría de los avances ofensivos de los diablos, como demuestran también los datos recogidos hasta ahora por la web it.whoscored.com. Según el conocido portal de estadísticas, de hecho, en 1709 minutos jugados (20 partidos) en su primera temporada en la Serie A, Reijnders no sólo registró dos goles y dos asistencias, completados con una doble nominación como hombre del partido, sino que, sobre todo, registró uno de los porcentajes de acierto en el pase más altos de la Serie A (90,8%). Esto demuestra hasta qué punto Reijnders se implica y es buscado por sus compañeros, a los que el holandés intenta “recompensar” de alguna manera con pases clave, que según en.whoscored.com son casi dos por partido (1,5).
Reijnders es, por tanto, un poco el director de orquesta de este equipo milanista. El holandés sabe cuándo subir o bajar el ritmo según el transcurso del partido, y anoche contra la Roma lo volvió a demostrar. Por eso no fue casualidad que el gol de Adli viniera de una asistencia de Tijji, que con un pase sin mirar liberó a su compañero, que con gran habilidad la coló por detrás de Svilar. Pero el holandés no es sólo eso, es mucho más que eso, sobre todo cuando se trata de desmarques y reanudaciones, teniendo en cuenta que sus compañeros casi siempre confían en él y en su elegancia para salir de situaciones incómodas en el centro de su propia área.