El 2024 es la gran joya

Basta con retroceder hasta el 7 de enero para resumir el concepto. El Milan abrió su campaña 2024 en la Serie A con una victoria por 3-0 en el Castellani contra el Empoli. Un partido que desatascó Loftus-Cheek, con un precioso dardo que le valió a Pioli los elogios del ex entrenador de los toscanos, Andreazzoli, quien se mostró sinceramente admirado: “En ese gol salieron de manera exagerada y remataron con extrema facilidad. Les he felicitado, es satisfactorio ver así la calidad al servicio del equipo”. Es un poco el hilo conductor de las últimas salidas rossoneras: el Diavolo sigue haciéndolo a rachas, pero cuando quiere jugar (y marcar) bien…

Contra el Udinese llegó otro gol de PlayStation, de nuevo firmado por Loftus-Cheek. Fue al cuarto de hora de juego: Leao recogió el balón en la izquierda y envió a Theo a la banda. El francés se escabulló de la defensa bianconera y sirvió un balón con el efecto justo al inglés, que se adelantó con la derecha. Fue una fotocopia del gol marcado en el Castellani: allí había sido Reijnders quien había iniciado la acción desde atrás, despachando para Rafa por la izquierda. Así pues, mérito del portugués, que superó en velocidad a Ebuehi y esprintó por la banda, para luego sorprender a Loftus-Cheek en el área. Minuto 11: derechazo y 1-0 para el equipo de Pioli.

La acción es una especie de leitmotiv del nuevo año rossonero. Incluso contra el Atalanta, en la Coppa Italia, el lateral izquierdo volvió a adelantarse para el 1-0 momentáneo. La acción comenzó con Reijnders, que como de costumbre se desmarcó para Leao. El número 10 acelera, lanza el desborde interior de Theo y recoge el toque con la derecha del delantero exterior, que en aquella ocasión partía como defensa central por motivos de emergencia.

Al final, el Atalanta remontó y alcanzó las semifinales, pero el partido de San Siro dejó a Pioli con la confirmación. Al Milan le faltaba regularidad, incluso a lo largo de los 90 minutos, pero cuando entraba en juego mostraba principios de fútbol bonito y entretenido. Se vio contra el Roma, con los goles del 3-1, que llegaron en acciones no triviales. De todas ellas, destaca la triangulación entre Theo y Giroud, asistiendo de tacón para el centro de su compatriota por debajo del travesaño. Pero el 1-0 de Adli (impecable en el remate tras un intercambio entre Pulisic y Reijnders) y el doblete de Giroud, un cabezazo desde la torre de Kjaer, encontrado en el área por el centro de Adli, también merecieron una mención.

En resumen, las señales lanzadas por el Diavolo son las de una conciencia redescubierta. Desde el punto de vista de los resultados, con las 4 victorias seguidas en liga, pero también y sobre todo del juego: aunque a veces la maniobra rossonera sólo había parecido tan brillante al principio de la temporada (por ejemplo en las victorias contra Bolonia y Torino, selladas con goles “construidos” como los de Giroud y Pulisic).

Algunas cifras confirman la impresión: la precisión de los pases del Milan en el último tercio del campo en los últimos cuatro partidos es del 77,3% por encuentro, mientras que la cifra en las primeras 17 salidas se había detenido en el 71,8%. Dejando a un lado la mejora general en la precisión de los pases (88,1% frente a 86,4%), es interesante observar el cambio neto en el frente de los pases largos (precisión del 61%, frente al 48,2% en los 17 primeros). ¿Consecuencia directa? Un aumento de los tiros, de una media de 12,8 a 16,3 por partido. Indicios claros de que el Diablo se está reencontrando a sí mismo.