El Milan se encuentra en medio del camino: demasiado lejos de los primeros puestos, a una distancia prudencial de los perseguidores. El empate contra el Bolonia ha frenado cualquier ambición de recuperar el Scudetto, que nunca se ha señalado como el objetivo de la temporada. En su lugar, está la zona Champions, a la que el Milan puede llegar simplemente manteniendo el ritmo: tiene una ventaja de doce puntos sobre el quinto clasificado.
Una ventaja que el equipo deberá administrar sin permitirse más descansos, quizás incluso alejándose más de la competición. Administración ordinaria: es el camino paralelo que puede llevar al éxito. Un camino que atraviesa Europa y que en febrero llevará al Milan a Rennes: primera parada en San Siro, luego en Francia. Se juegan los octavos de final de la Europa League: el Rennes, noveno de la Ligue1, no asusta.
Si el objetivo se desplaza a Europa, Pioli lo enmarcará con toda la atención que merece. No será escenario para segundas líneas: el Milan que quiera llegar hasta el final necesitará a sus líderes. El trofeo también elevaría el veredicto final de la temporada: además, la Copa nunca ha figurado en la vitrina de trofeos rossonera.
No será un camino fácil, desde luego. Los verdaderos obstáculos llegarán poco después. Ya están clasificados para octavos como primeros de grupo el West Ham, el Brighton de De Zerbi, el Rangers, el Atalanta, el Liverpool, el Villarreal, el Sparta de Praga y el Leverkusen. Si el Milan supera al Rennes, sabrá el 24 de febrero adónde le llevará el sorteo de octavos: se aplica el criterio de territorialidad, por lo que los equipos del mismo país (posiblemente Roma y Atalanta) no pueden enfrentarse entre sí. A partir de cuartos, ninguna limitación. Liverpool, dueño de la Premier League, y Bayer Leverkusen, ahora al mando de la Bundesliga, los rivales más acreditados.
El Milan europeo llegó el año pasado hasta semifinales en la Liga de Campeones, este año ha pagado sus errores bajo palos: no es sólo cuestión de mala suerte, pero sin duda ha influido. Los errores de Leao contra el Newcastle, los de Chukwueze en Dortmund y el penalti fallado por Giroud (el primero de dos, el bis del sábado) en el partido de vuelta.
En su mejor momento, el equipo había sido capaz de tumbar al Psg: en resumen, Europa inspira. Si eliminan al Rennes, tendrán que esperar otras dos semanas, 7 de marzo la ida, vuelta el 14, para pasar a octavos. Es tiempo suficiente para volver a proponer al Milan en una formación estándar: habrán reconstruido el muro defensivo con Thiaw y Tomori, Kalulu volverá a ser una opción, Bennacer estará por fin a pleno rendimiento y no se puede descartar que el mercado añada más rescates.
La conclusión es que si la segunda mitad del campeonato se presenta poco emocionante, el Milan puede iluminarse con la Europa League. No garantizará los mismos ingresos ni la misma visibilidad que la Liga de Campeones, pero aun así relanzaría la imagen internacional del club. La ilusión del principio de temporada, cuando el nuevo Milan parecía equipado para la cima de la liga, se ha desvanecido.
En la Copa Italia, el camino terminó con la derrota ante el Atalanta, que acababa de poner un pie en el torneo: en San Siro se había concedido el protagonismo a un equipo muy joven. En la Europa League será diferente: aún hay lugar para los sueños y el Milan contará con los mejores para intentar hacerlos realidad. La Europa League se convierte en el objetivo de la temporada.