La defensa sigue traicionando

Todo visto muchas veces antes, para bien o para mal. Esta vez, para mal. En el último año y medio, el AC Milan de Pioli ha tenido la habilidad de levantarse incluso cuando parecía definitivamente hundido, pero al mismo tiempo se las ha arreglado para volver a caer en los errores habituales que le hacen hundirse de nuevo.

Y así, si Nápoles y Rennes habían proporcionado una especie de consuelo que faltaba desde hacía mucho tiempo -dos partidos seguidos con la portería a cero-, ilusionando a todos con la redescubierta firmeza defensiva, aquí el póquer de Monza barrió las buenas sensaciones. Los Brianzoli, con el póquer caído sobre la espalda del Diavolo, han marcado un gol menos en un solo partido, frente a los cinco marcados en las nueve jornadas anteriores. El dato es rotundo y la sirena de alarma de Milanello vuelve a gritar con fuerza.

Pioli no ha eludido su responsabilidad. Tras el partido la asumió toda, también porque en el caso de la elección de Thiaw como titular, son evidentes. El técnico explicó entonces que no le había “expuesto, estaba bien y podría haber jugado desde el principio”. Bien en el sentido de estar sano, ciertamente sí, menos si tenemos en cuenta el largo parón del que venía. Obviamente, un óxido comprensible, totalmente visible y perceptible con ocasión del penalti -con dos faltas una tras otra-, pero también del doblete de Brianza.

En realidad, en el segundo y tercer gol, más que los fallos individuales, afloraron las dificultades generales de la fase defensiva del Milan, empezando por el viejo vicio de no saber desactivar las transiciones del adversario.

El efecto más evidente de una protección inadecuada de la propia portería es hacer inútiles los goles marcados. El Milan tiene el segundo mejor ataque de la liga -Giroud nada en la piscina de Cocoon cada semana, Loftus-Cheek tiene promedios de goleador, Pulisic ha vuelto de nuevo al fútbol-, pero la undécima mejor defensa del torneo es un lastre que anula la excelente producción ofensiva.

Es el famoso concepto del que ya ha hablado Pioli varias veces, el de ser capaz de marcar un gol más que el rival un equipo que se inclina más por atacar que por defender. Y sigue habiendo un abismo entre los goles encajados en casa y fuera: 7 en el Meazza (12 partidos), incluso 24 fuera de Milán (13 partidos). Peores son sólo Cagliari (25 goles), Sassuolo (29) y Frosinone (30). Una cifra que no hace honor a un equipo que tiene la segunda plaza en el punto de mira.