Ellos si que saben como ganar trofeos

Mejor la estrella roja que las estrellas de rojo. El Milan ha pescado el Slavia de Praga, el equipo con la gran estrella en su camiseta, y de momento se ha quedado lejos de Salah, Wirtz, Van Dijk y todos los campeones de Liverpool y Leverkusen: un buen empujón para empezar el fin de semana. Pioli sabe que Trpisovsky puede ser un colega apreciado, pero tiene el mejor equipo, el mejor estadio, el mejor ambiente.

El recuento de asistencias dice que los jugadores de la plantilla del Milan han jugado 670 partidos entre Champions y Europa League. Impresionante. Jugar la ida en casa puede ser una ventaja. El Slavia no está acostumbrado al griterío de San Siro, mientras que Pioli cuenta con jugadores que han asistido a Stamford Bridge una semana sí y otra también, al Bernabéu, al Camp Nou, a Anfield. Cinco de ellos han levantado copas antes, ganando la Champions o la Europa League. Aquí están.

Olivier Giroud es el máximo ganador del Milan. En esa lista de 670 partidos, 85 son suyos: los primeros. Oli G también ganó el Mundial, pero aquí nos centramos en las dos copas de clubes que levantó con el Chelsea. En la Champions League 2020/21 fue suplente en semifinales y final, pero en octavos decidió la ida en un lugar poco simpático: el Wanda Metropolitano, con Simeone gritando al vacío del estadio cerrado por Covid. En la Europa League 2018/19, para variar, firmó un gol de mucho peso, el primero de la final ante el Arsenal. De aquella tarde queda una frase de Sarri a Zola, su suplente: ‘Giroud y Pedro juegan en ataque, tú eliges a los demás’. Los dos ganadores no estaban en duda.

Christian Pulisic fue compañero de Giroud con Tuchel en la 2020-21. Los aficionados del Milan se han acostumbrado a verle como un hombre en busca de redención, pero el CP de hace tres años demostró que tenía clase, en la vieja definición de Rino Tommasi: la capacidad de marcar la diferencia en los momentos importantes. En aquella primavera de 2021, Pulisic marcó uno de los dos-tres goles más importantes del torneo, en el 1-1 con el que el Chelsea empató la ida de semifinales contra el Real en el Bernabéu. Noble marcador: Benzema para los blancos, él para los Blues. En la vuelta el Chelsea ganó 2-0 y en la final Pulisic jugó la última media hora, defendiendo la portería de Havertz ante el City.

Rubén Loftus-Cheek vivió en 2018/19 el mejor año de su carrera. Sarri se enamoró de él y RLC fue decisivo en una larga racha europea, que acabó con la final de la Europa League ganada al Arsenal. Marcó un hat-trick ante el Bate y en la semifinal de vuelta, decidida después en los penaltis, firmó el 1-1 ante el Eintracht de Luka Jovic. Luego se rompió el tendón de Aquiles una semana antes de la final. Un equipo extraño ese Chelsea, lleno de talento, con delicados equilibrios de vestuario y un Eden Hazard que, en el momento oportuno, recibió luz verde de Sarri para tomarse amplias libertades y decidir partidos.

Samu Chukwueze es un caso aparte porque ganó de menos a más, con el Villarreal como campeón de la Europa League en 2020/21. Un equipo infravalorado, que aprovechó un buen calendario pero que entre las semifinales y la final mandó a Arsenal y Man United tristemente a casa, tanta nobleza. Chuk jugó 10 partidos como titular -incluidas las semifinales- y fue una de las sorpresas del torneo. Se perdió la final con el United por lesión, pero con el Arsenal fue importante. Una burla justa: los Gunners en 2015 le recibieron en Londres y estuvieron a punto de ficharle.

Theo y Luka Giroud, Pulisic, Loftus-Cheek, Chukwueze: ¿quién más? Quedan Theo Hernández y Luka Jovic, que ganaron sí, pero como jugadores secundarios. Theo en la Champions 2017/18, con el Real de Zidane, jugó tres partidos, sólo uno de titular, todos en grupos. Para Jovic las mismas cifras con la Real 2021/22, entrenado por Ancelotti.

Y así, si hay que elegir un precedente, hay que remontarse al principio. Europa League 2018/19, el Slavia de Praga lleva su camiseta repleta de estrellas a media Europa: elimina al Sevilla (¡!) y alcanza los cuartos de final, donde se encuentra con el Chelsea. En la ida aguanta, en la vuelta se lleva tres goles y el tercero cierra el partido. Quién lo marcó (¡de derechazo!), ya lo han adivinado: Giroud.

EL RIVAL: EL SLAVIA DE PRAGA

Pensión y alojamiento no les faltarán a los aficionados milanistas que quieran vivir de cerca el partido de Praga, la vuelta de los octavos de final de la Europa League: hay un hotel dentro del estadio del Slavia, y para acceder a una grada hay que pasar por el restaurante de comida rápida con la marca más famosa del mundo.

El Eden Arena, que ahora también lleva la insignia de un patrocinador, se inauguró en 2008, albergó la Supercopa de Europa de 2013 y la final de la Liga de Conferencias en mayo, que la Fiorentina perdió contra el West Ham. Podría ser estudiado o envidiado por los directivos milaneses que aspiran a un nuevo estadio, aunque su capacidad (22 mil espectadores) no sea comparable a la de un nuevo Meazza. Sin embargo, un ambiente cálido, incluso rozando la decencia dados los insultos a Romelu Lukaku incluso cuando había pasado con el Inter en la Liga de Campeones (otoño de 2019), y un equipo que se transforma, como vio la Roma.

El transformista Slavia no es un equipo imbatible, ni mucho menos, pero sí imprevisible, por lo que hay que manejarlo con cuidado, explotando sus defectos y controlando sus arrebatos. El doble enfrentamiento contra el Roma así lo atestigua: en el estadio Olímpico ya perdían 2-0 a los 17 minutos (y 1-0 a los 43 segundos), con todo tipo de errores garrafales incluso de los más experimentados, como el defensa (y capitán aquella noche) Tomas Holes, y no fueron capaces de reponerse.

Pero en la vuelta, contra un Roma preocupado por el derby del domingo siguiente, el Slavia dominó claramente. Y como símbolo de su transformismo, basta un ejemplo: Lukas Masopust fue mediapunta en la ida y defensa en la vuelta, goleador en el centro-derecha, pero sin encadenarse atrás, ya que marcó un gran gol desde fuera del área para el 2-0.

El Slavia descansó en la eliminatoria porque ganó la ronda, con cinco victorias y la derrota del Roma. Sufre en la liga porque es segundo a cuatro puntos de su eterno rival, el Sparta, pero le ha tocado una mala suerte en este sorteo porque se encontrará con el Liverpool: el sueño de un derbi europeo de toda la Praga se hace más difícil de realizar.

Jindrich Trpisovsky, un entrenador que no se toma demasiado en serio a sí mismo a pesar de haber ganado tres campeonatos y cuatro copas nacionales, tiene un 3-4-3 variable, lo que significa que puede poner un tres cuartos delantero (3-4-1-2) como Provod, colocar a dos de ellos o jugar con delanteros extremos. Mojmir Chytil, 12 goles hasta la fecha, es un delantero largo y esbelto que sabe desbordar, y también puede contar con Vlaclav Jurecka, muy decidido de cara a portería (13 goles en la temporada, uno de ellos al Roma) o con Mick Van Buren, un delantero centro clásico. En defensa, David Zima llegó procedente del Torino, para aportar solidez junto al nigeriano Igob Ogbu, de gran físico y cierta amnesia como Holes.

Además de Zima, en el mercado de invierno también se adquirió al centrocampista Lukas Vorlicky, procedente del Atalanta, con el que disputó tres partidos en la Serie A, pero también tuvo una desafortunada serie de lesiones que convencieron al jugador y al club para dejarle regresar a su país. Sin embargo, actualmente está fuera de la convocatoria. Esta eliminatoria de octavos de final será un choque sin precedentes, ya que el Milan y el Slavia de Praga nunca se han enfrentado.

LAS RECUPERACIONES EN DEFENSA

Si el problema es la defensa, frágil y con pocos hombres, Pioli puede haber encontrado una solución. Contra la falta de solidez y la escasa comunicación entre los hombres del departamento, el remedio es Tomori, de baja desde finales de diciembre. Antes de la lesión era el guía para sus compañeros de línea y claramente el más hablador: si para el entrenador los miembros de la defensa hablan poco entre ellos, Fikayo pronto hará oír su voz: ha empezado a hacerlo en los entrenamientos y en las redes sociales.

Ayer, tras trabajar con el grupo, utilizó Instagram para decir a todos los milanistas que tiene “buenas sensaciones”. A esto le siguió una bienvenida de Giroud: “Bienvenido de nuevo Fik”, y un agradecimiento del propio Tomori: “Merci Oli”. Para verle de nuevo sobre un terreno de juego habrá que esperar unos días más: si no es convocado para el partido del domingo en San Siro contra el Atalanta, volverá a estar disponible en el Estadio Olímpico el viernes 1 de marzo contra el Lazio. Contra la crisis goleadora, sin embargo, hay remedios aún más rápidos.

En el entrenamiento de ayer, con el equipo sobre el césped tras regresar a la 1 de la madrugada de Rennes, Kalulu y Calabria también estuvieron en el grupo. Es posible que ambos estén ya recuperados para el partido del fin de semana. Kalulu puede suplir dos carencias diferentes: opción para la banda derecha y para el centro de la defensa. Lesionado el pasado 29 de octubre durante el Nápoles-Milán, una eliminatoria que también había puesto de manifiesto otro problema: Pellegrino, que entró en su lugar, no había sido eficaz a la hora de frenar el avance de los Azzurri.

El peor diagnóstico había recaído en Pierre: lesión en el tendón y posterior operación. El tiempo de recuperación se estimó en cuatro meses. Ahora Kalulu está listo para volver a ser titular. Es probable que figure entre los convocados para Atalanta y que se siente en el banquillo. Un camino que también debería seguir Calabria, que abandonó la escena pasada la media hora del Milan-Napoli y estuvo ausente en los dos últimos partidos fuera de casa, los de los 7 goles encajados: póquer en Monza, tris en Rennes. Está claro que hace falta un remedio, u obliga a más de uno. Pioli probará con tres: Kalulu, Calabria y luego Tomori.