La clave de un partido difícil es un número de tres cifras: 200. El número de balones tocados por Bennacer y Reijnders en el centro del campo. Maleh y Fazzini terminaron con 68. Entre dos. La tendencia del partido lo es todo aquí. Hay un equipo que intenta aportar ideas y otro que trata de desenredarse como puede entre los fogonazos de los demás, apoyándose en los solos de las individualidades (Cambiaghi y Cancellieri sobre todo).
El Milan hizo lo que tenía que hacer con poco esfuerzo, por no decir mínimo: se deshizo del Empoli, ganó 1-0 y superó provisionalmente al Juventus, a la espera del Slavia. El ganador del partido viene de Hershey, Pensilvania, y lleva 11 años: Christian Pulisic vuelve a ser decisivo, esta vez con un derechazo desviado por Luperto al final de la primera parte. Su noveno gol de la temporada, octavo en liga, y la misma regla: cuando marca, el Milan (casi) siempre gana. Sólo perdió en Monza, luego ocho victorias entre liga y copas. Un amuleto.
La primera parte del Milan se basa en un regate obsesivo y prolongado. El porcentaje de posesión del balón en los primeros veinte minutos se acerca al 80%, y la idea básica es pura lógica: construir pacientemente para encontrar una apertura. El número de toques de Bennacer es digno de mención: 118. El Empoli de Nicola, sin embargo, sostiene el muro con una especie de “5+4”, es decir, cinco defensas en línea -con Fazzini replegado entre los centrales- y cuatro centrocampistas apoyando la retaguardia, listos para activar a los jugadores exteriores. Por delante está Niang, aislado con el diez.
Sólo un atisbo en la primera parte: un túnel en el centro del campo sobre Tomori y una apertura exterior para Cambiaghi. No va más allá, al igual que su colega con el nueve: Jovic toca unos diez balones, chuta una vez y nunca es peligroso. Cuando llega el momento de entrar a resolver la contienda, parece otro jugador. El Milan levantó la cabeza y creó espacios con la disposición disponible: Reijnders y Bennacer en el medio, Loftus entre líneas y dos extremos para inventar, Okafor y Pulisic.
El primero -llamado para sustituir al descalificado Leao- salió con ganas de romper el mundo, regateó a un par de hombres en los primeros diez minutos y luego se embolsó la asistencia para la ventaja (minuto 40). La acción no está mal, y es la única realmente relevante del partido de los rossoneri: Bennacer, el huevo por todas partes, activa a Noé con un pase entre líneas. El tapón suizo, gira hacia la portería y sirve a Pulisic. El zurdazo desviado bate a Caprile. Fue una ventaja merecida, también porque el Empoli lo fue todo en un par de arrancadas de Cambiaghi, criado en Vimercate. No tan lejos de San Siro.
El Milan no pasó de la portería del estadounidense. El guión de la segunda parte fue el mismo que el de la primera, aunque cambiaron algunos intérpretes. Jovic se marchó a un cuarto de hora del final sin haber creado una ocasión, mientras que Maignan no participó en ningún momento. Caprile, en cambio, estiró un zurdazo de Loftus-Cheek en el minuto 74. El inglés se mostró siempre insidioso. Hubo otras tres ocasiones notables: un zurdazo ahogado de Chukwueze en el minuto 63, un cabezazo alto de Calabria en el 78 y un zurdazo de Musah en el 80, también por encima del travesaño.
Destro hizo temblar a su antiguo equipo en un par de ocasiones: primero con un cabezazo que acabó en el larguero (estaba en fuera de juego), y luego con un disparo con efecto en el centro del área, completamente solo (87′). El partido terminó con un zurdazo de Chukwueze desviado por Caprile. Se esperaba más de él, pero antes de volar a Praga para arponear al Milan en cuartos de final necesitaba tres puntos en casa. La última derrota liguera en el Meazza fue el 4 de noviembre contra el Udinese. Empezaremos de nuevo desde aquí. Y del equipo bajo la curva al final del partido.