La receta al final es -por así decirlo- muy sencilla: todo lo que el Milan necesita hacer en abril es clonar el mes de marzo. Un buen copy-paste y todo tendría sentido: el segundo puesto, la candidatura a la Europa League de Dublín (con las ambiciones de éxito de Gerry Cardinale), el futuro de Pioli. El técnico rossonero al frente del Milan ya ha acostumbrado a todo el mundo a excelentes actuaciones en el tramo final de la temporada, pero hay que reconocer que el mes que acaba de terminar ha superado las expectativas más optimistas. Su Milan no ha hecho más que ganar, algo que -como se desprende fácilmente de las palabras de la directiva- no se le ha escapado al club. Seis partidos, seis victorias, catorce goles a favor y cinco en contra. Los seis encuentros de abril marcarán claramente la temporada del Diavolo.
El futuro del entrenador, para empezar. Todavía no hay nada grabado en piedra, también porque aún hay mucho en juego de aquí a finales de mayo, pero las recientes palabras de Scaroni (“Siempre he dicho que Pioli se quedará, porque me gustan los entrenadores que ganan y, como lo estamos haciendo bien, me gusta Pioli. Todos le tenemos cariño y él a nosotros”), y sobre todo las del consejero delegado Furlani (“Nadie del club ha hablado nunca de un banquillo en riesgo y ahora sería poco generoso evaluarle en función de la Europa League o del resultado del derbi”) autorizan a pensar que, salvo catástrofe, el técnico seguirá donde está.
Este es un punto de partida importante, también para los jugadores: un entrenador en entredicho equivale evidentemente a un interrogante sobre la temporada siguiente y puede afectar al rendimiento de las personas. Una vez más -la enésima- Pioli ha conseguido salir de las arenas movedizas, señal inequívoca de que el vestuario le sigue. También porque es un entrenador que, a pesar de tropezar con algunos errores en la gestión de algunos partidos, cada año ha sido capaz de aportar algo nuevo a nivel táctico (esta temporada, por ejemplo, un productivo 4-1-4-1): significa ser creíble a ojos de la plantilla. Por otro lado, no hay más que ir a releer lo que dicen de él figuras tan destacadas como Theo y Leao.
La advertencia para abril se refiere al coeficiente de dificultad, que -sin desmerecer la sólida racha de seis victorias consecutivas- sube considerablemente. Dos cruces -Lecce y Sassuolo- son ordinarios, los otros cuatro -Roma en la Europa League, derbi y Juve- corresponden más o menos a otras tantas sentencias. Reflexiones prácticas: salir de Europa con el Bayer o el Liverpool no crearía ningún trastorno particular, un rival como el Roma, en cambio, pone al Diavolo en situación de tener mucho que perder, si las cosas no salen bien. Al menos, porque los giallorossi están trece puntos por debajo en la clasificación. El derbi, por su parte, neto del escenario más catastrófico, es decir, el scudetto de los nerazzurri ese mismo día, descansa sobre el drama de cinco derrotas seguidas: la sexta sería trágica.
Pero estos son los argumentos que habitan en el lado oscuro de la luna. En el luminoso brillan cuatro cifras, concretamente 2024, y eso que es un año natural que empezó por todo lo alto. Excluyendo -aunque obviamente sigue siendo algo muy doloroso- la racha del Inter, detrás de los nerazzurri está el Diablo. Los doce partidos de liga sitúan a los rossoneri con 29 puntos (Inter 34), con nueve victorias, dos empates y una derrota. Media de puntos: 2,42, muy por encima de la que normalmente garantiza la clasificación para la Liga de Campeones. La fase ofensiva (25 goles, el segundo mejor ataque) y el rendimiento a domicilio también son definitivamente apreciables: con 18 puntos en siete partidos fuera de casa, el Milan es el equipo que mejor rinde a domicilio en 2024 (el Inter, con 15, sin embargo, tiene dos partidos menos lejos de San Siro) y el que más ha marcado (17 goles).
También juega -por fin- a favor del Diavolo la normalización de la situación en la enfermería. Que ahora es fisiológica. Hay de dos a tres ausencias por partido, pero sobre todo ya no hay molestias musculares. La consecuencia es que Pioli puede proceder a rotaciones inducidas por la lógica y no por la urgencia. En las últimas semanas, nadie se ha estirado el cuello más de lo legítimo, también porque las segundas líneas están ofreciendo una mayor contribución en comparación con la primera parte de la temporada.
Así pues, el entusiasmo ha regresado a San Siro, por lo que los objetivos están claros para todos: seguir camino de Dublín, aplazar la celebración del Scudetto del Inter y mantener a raya las ambiciones de remontada de la Juve. También porque el segundo puesto, además de un puñado de millones más que la medalla de bronce, garantizaría la participación en la próxima Supercopa de la Liga. Sólo queda clonar marzo.