Pioli mañana se lo juega todo

La historia entre Stefano Pioli y el Milan es un juego de dos mitades. La primera se abrió en octubre de 2019 y terminó con el Scudetto. La segunda comenzó este año y sigue su curso. El partido en Roma dirá si seguirá adelante o si llegará el triple pitido. Si el Milan avanza en Europa, el técnico elevará sus propias cotizaciones, de lo contrario caerán: con el derbi del lunes podrían sufrir nuevas fluctuaciones. La certeza de la cuarta participación consecutiva en la Liga de Campeones hace que la temporada sea positiva, pero el Milan que aspira a ganar no puede conformarse con el segundo escalón del podio.

Ibra tendrá voz y voto en las decisiones técnicas, que compartirá con Cardinale, y es sabido que Zlatan y Gerry no se conforman con la medalla de plata. Tras el partido de ida de la competición copera, el propietario y la directiva se mostraron tan amargados como sorprendidos: no esperaban un Milan resignado. Por eso, la reacción y el resultado en el Olímpico tendrán un peso decisivo en la evaluación final. Unas semifinales y una eventual final darían a Pioli amplio crédito. En cambio, en la cuenta también pagaría la última Champions acabada en la fase de grupos y la abismal distancia con el Inter en el campeonato.

Entre el #Pioliout en tendencia y el “Pioli is on fire”, latiguillo de la curva, hay toda una historia rossonera de por medio. En la elección del entrenador al mando del Milan, la piazza ardía de decepción, el ciclo Giampaolo había comenzado y terminado en pocos meses y los fans sociales (pero no solo) esperaban un reemplazo hotshot: insurrección twittera. Era octubre de 2019: el Milan de Pioli arrancó con un 2-2 en casa ante el Lecce y puso la marcha atrás en diciembre, con la derrota por 5-0 ante el Atalanta.

A partir de enero de 2020 dio el acelerón, una vez que el mercado invernal trajo de vuelta a Ibra a los rossoneri. El turbo tras la pandemia: en agosto el Milan recuperaba Europa (Liga) y Pioli era el líder. Otros doce meses para volver al salón de la Liga de Campeones, donde el gran Milan estaba en casa. Tras siete años fuera, con Pioli volvió como subcampeón: le acompañaron una serie de jóvenes que habían crecido en el club rossonero gracias al trabajo del técnico, desde Tonali a Brahim Díaz y Kessie.

El paso adelante sólo podía llevar al Milan a plantar la bandera rossonera en lo más alto de la Serie A: mayo de 2022, Pioli tatuándose su 19º Scudetto en la muñeca. La temporada había sido una carrera de obstáculos entre lesiones (Ibra sobre todo) y descuidos arbitrales, pero en el derbi del 5 de febrero, el Milan apartó del camino al Inter, del 1-0 al 1-2 con un doblete de Giroud. Los rossoneri corren hacia el triunfo: “Pioli está que arde” se convirtió en el hit del verano rossonero. Tras escalar las alturas de la Serie A, el Milan lo intentó también en la Liga de Campeones, y el año pasado estuvo a punto de fracasar: apeado por el Inter en semifinales. La última vez que el Milan estuvo entre los cuatro grandes del continente fue en 2007, cuando entonces levantó el trofeo. Entre Europa, la liga y la Supercopa de Italia, el recuento de derbis perdidos en 2023 ascendía a cuatro, y aún faltaba el 5-1 de la ida.

Este año se juega la segunda parte de la historia: a instancias del entrenador, el ‘Pioli is on fire’ que solía sonar de fondo mientras el equipo calentaba en San Siro se ha apagado definitivamente. La explicación de Pioli: “Era el símbolo de un gran pasado, ahora tenemos que pensar en el presente y en el futuro. Hasta ahora ha sido una temporada discontinua y, por tanto, divisiva: la ilusión inicial con las tres victorias consecutivas de Bolonia, Torino y Roma en el Olímpico… luego la enésima bofetada en el derbi y el camino intermitente.

El Milan viajó a la misma velocidad que el año del Scudetto (tras 32 partidos tiene un punto más), pero podría haber corrido más rápido si no se hubiera visto frenado por las derrotas en casa ante Juve y Udinese, por los empates ante Lecce, Salernitana y el último en Reggio Emilia, y por las derrotas externas ante Atalanta y Monza. Las lesiones se concentraron en los mismos departamentos y en el mismo periodo de la temporada (para esto hay quien atribuye la culpa a la mala suerte y quien a la plantilla), los nuevos jugadores en parte perfectamente insertados y en parte no del todo.

Loftus-Cheek y Pulisic, a los que Pioli ha llevado al máximo rendimiento, pertenecen al primer grupo, mientras que Chukwueze y Okafor aún no han encontrado continuidad. Pioli ha consagrado a Theo y Leao, pero hoy el espíritu de equipo parece algo debilitado. Pros y contras, la afición se divide entre los que seguirían queriendo a Pioli en el banquillo rossonero y los que votan por un cambio de rumbo. El derbi de Copa y el de Milán inclinarán la balanza hacia un lado u otro, de una vez por todas.