El Zorro puede dejar caer la máscara al final de la fiesta. Paulo Fonseca, que un día compareció en rueda de prensa con la máscara negra más famosa del mundo, puede convertirse en la respuesta al gran enigma: ¿quién será el entrenador del Milan 2024/25? Fonseca es actualmente el favorito para ocupar el banquillo derecho de San Siro a partir de julio, cuando Pioli abandone el club rossonero después de cinco años.
La respuesta, inevitablemente, no llegará hasta la próxima semana, porque Fonseca tiene el fin de semana ocupado: el domingo por la noche se juega estar en la Liga de Campeones con su Lille, ahora tercero, el último en disputar la gran copa. Necesita una victoria contra el Niza o, más sencillamente, el mismo resultado que el Brest, que tiene los mismos puntos que él. En ese momento, él y el Milan darán un paso, en una u otra dirección.
La elección del heredero de Pioli es una serie de televisión que lleva semanas en marcha. Lopetegui fue cribado durante meses y elegido: se reunió con Cardinale, obtuvo el OK del club, ya estaba planificando la próxima temporada. El parón, que llegó tras las críticas de la afición, hizo que el casting comenzara de nuevo. Un casting complejo, también porque las decisiones en el Milan son colegiadas.
No deciden dos personas, como en la era Maldini, sino que se necesita un ok colectivo de Giorgio Furlani, Zlatan Ibrahimovic, Geoffrey Moncada, con la aprobación final de la propiedad. No es fácil aunar necesidades e ideas diferentes, aunque las ideas básicas del club se conozcan desde hace tiempo. Buscan un entrenador capaz de trabajar en equipo, con espíritu corporativista, capaz de mejorar a los jugadores jóvenes y que acepte un proyecto en el que la sostenibilidad sea el concepto central.
El club evaluó así y está evaluando muchas posibilidades. Fonseca sería una opción con puntos de contacto con Pioli. Un entrenador con espíritu ofensivo capaz de trabajar siempre en armonía con el club. Eso sí, en su carrera sólo ha ganado el campeonato en Ucrania, tres veces con el Shakhtar. Sergio Conceiçao, el otro candidato portugués, tiene un perfil muy diferente: ha ganado tres veces el título luso y tiene un carácter complejo, que a veces le lleva a peleas públicas.
A día de hoy, Fonseca es el favorito, pero hay dos decisiones destacadas en esta historia. La de Milán es la más conocida: se discute desde marzo. La de Fonseca no debe pasarse por alto. El Lille, campeón o no, le ha pedido que se quede: difícil, muy difícil. El Marsella, su rival francés, le ofreció el banquillo con amplia autonomía: a Fonseca le gustó, pero aún no ha respondido. De hecho, lo ha pospuesto hasta la semana que viene, hasta el punto de que el Marsella ha movido ficha con otros entrenadores. Entre ellos. Conceiçao. Y hay un cuarto club europeo que ha hecho a Paulo una propuesta muy interesante. Fonseca también tendrá la última palabra.
Gerry Cardinale, en estos días complejos, volvió a hablar del Milan en el Foro Económico Bloomberg Catar. Una de las frases centrales de su entrevista se refirió a los aficionados: «Nuestros socios en el Milan son los aficionados y me lo tomo muy en serio. En Estados Unidos los propietarios de equipos y clubes no tienen este tipo de ‘asociación’, pero en el fútbol europeo es algo que hay que tomarse en serio».
La otra, que ha causado debate, es sobre los objetivos de un club: “La ironía en el deporte es que si ganas todos los años haces la competición menos interesante. Es obvio que siempre se parte para ganar el campeonato, para llegar lo más lejos posible en la competición. Para ello hay que encontrar un equilibrio entre el objetivo a corto plazo de ganar y el objetivo a largo plazo de la sostenibilidad”.