Paulo Fonseca: pros y contras

El Milan por fin se ha decidido: Paulo Fonseca, de 51 años, será su próximo entrenador. Tras estudiar y contactar con una decena de perfiles, casi todos de segunda fila, la elección ha recaído en el elegante técnico portugués, recién salido de una excelente temporada en el Lille. Ningún entrenador de primer nivel se había acercado al Milan, ni buscado seriamente: ni Conte, ni Klopp, ni Zidane, ni Tuchel… El club recurrió inmediatamente a otro tipo de perfil, mucho menos exigente desde todos los puntos de vista (económico, técnico, de diseño) y evidentemente más acorde con los directivos y la sociedad actuales.

En cierto sentido, el Milan ha sido coherente: nunca se ha desviado demasiado del identikit inicial. El que había llevado a cerrar un acuerdo con Lopetegui, luego dinamitado por el pueblo rossonero. La afición logró bloquear la llegada del poco estimulante ex seleccionador español, pero no la de Fonseca, un técnico muy parecido a él.

Tanto es así que pensaron que, ante la alternativa, más les valía haber mantenido el punto, mostrar confianza e insistir en la elección inicial, en lugar de dejarse avasallar por la ruidosa protesta y recaer en un facsímil. Lopetegui aterrizó en la Premier en el West Ham, y no acabó mal. Fonseca, en cambio, tendrá que contar con la desconfianza de un entorno que pedía un gran nombre capaz de reavivar el entusiasmo, de hacer olvidar a la segunda estrella del Inter, de relanzar las ambiciones rossoneras. Pero es casi seguro que no sufrirá un #NoFonseca como le ocurrió al intachable entrenador español.

De hecho, los aficionados rossoneri se dieron cuenta en las últimas semanas de que el hombre de sus sueños no llegaría y, por tanto, se resignaron a una figura con un currículo menos fascinante. Pero seamos claros: el elegido Fonseca, como Lopetegui, Conceiçao, Gallardo, Scaloni y otra media docena de entrenadores que acabaron en la lista, no es un brocco, sino un profesional válido. Merece respeto humano y profesional.

Simplemente por el relanzamiento del Milan, un club con siete Copas de Campeones en su palmarés (el segundo después del Real Madrid), se esperaba un perfil más importante. Aunque hay que decir que un poco en toda Europa los grandes clubes prefieren a entrenadores jóvenes y menos pretenciosos que a ciertos técnicos de primera fila. En cualquier caso, ahora que se han hecho con Fonseca (salvo giro improbable) es justo valorar qué ha convencido a la directiva rossonera.

Ciertamente, Fonseca es un entrenador serio, elegante, culto, en una palabra, tiene «le physique du rôle». Además, hace gala de una cierta flexibilidad táctica (4-2-3-1 o 4-3-3) y una predilección por los módulos ofensivos que se adaptan bien a la plantilla rossonera. Así pues, dados los tiempos que corren, su corporativismo también cuenta: Fonseca pedirá jugadores adaptados a su idea de juego, pero no pondrá en aprietos al club en la primera rueda de prensa, como suelen hacer algunos grandes nombres del banquillo.

Por último, tiene bastante experiencia internacional (Braga, Shakhtar, Lille) y sobre todo conocimiento de nuestra liga, ya que entrenó a la Roma durante dos temporadas antes de la llegada de Mourinho. Incluso en la capital fue recibido con cierto escepticismo, pero su Roma jugaba bien al fútbol y, a pesar de quedarse fuera de la zona Champions en sus dos años allí, alcanzó una semifinal de la Europa League (eliminado por el Manchester United), con una plantilla claramente inferior a la que posteriormente entrenó Mourinho, cuya media de puntos por partido en A fue peor.

También fue mérito suyo en los giallorossi el mano a mano con Dzeko, que luego fue vendido: Fonseca demostró personalidad y carácter, aunque el club perdió al delantero a cambio de nada. Fonseca dejó el Roma sin arrepentirse, pero también sin polemizar y dando las gracias a todo el mundo, confirmando el estilo y la elegancia que todos reconocen en él. Pero si el Olímpico y la plaza romana no son ciertamente fáciles, San Siro y la milanesa lo son aún menos por las expectativas de la afición rossonera y el contrapeso del Inter. ¿Tendrá Fonseca las espaldas anchas y la personalidad necesarias para soportar las fases críticas?

Si se busca un entrenador que pueda llevar el club a hombros, la elección parece muy precipitada; si, por el contrario, el club podrá apoyarle con fuerza en el mercado y en el trabajo diario, entonces también podría resultar acertada. Más que el entrenador, cuyas cualidades buenas pero hasta ahora no excepcionales son conocidas, es el club el que tendrá que dar un salto importante en todos los aspectos.

Parafraseando a Spalletti, «club fuerte, destino fuerte». A día de hoy, es la estructura del club, incluso más que los medios económicos de que dispone, la que deja muchas dudas. Desde la elección del entrenador, después de haber sondeado a tantos, hasta las dudas sobre el delantero centro, pasando por una cadena de toma de decisiones poco clara: el Milan no da certezas. Quién sabe, quizá el extraño trío Furlani- Moncada-Ibra nos sorprenda.

Y puede que Fonseca, al que hay que dar una sincera bienvenida de vuelta a Italia, haga lo mismo. Hoy se despide Pioli, un buen entrenador y una persona decente, que ganó un Scudetto y llegó a semifinales en la Liga de Campeones. Cierra con un segundo puesto sin que el club le haya ayudado mucho este año. Merece una calurosa despedida de los aficionados que a menudo le han criticado, quizá incluso exageradamente. El fuerte riesgo de que en el futuro haya algún lamento…