No es el caso de lanzar una alarma, pero ciertamente la cuestión del delantero centro se está convirtiendo -en Milán- en central e incluso urgente. Central porque es cierto -absolutamente innegable- que la revolución (en muchos sentidos feliz) tuvo lugar el año pasado. Pero precisamente por eso, ahora es necesario dar un vuelco a la estrategia: hacer quizá un solo movimiento, pero de nivel absoluto
Y con urgencia, porque el festival de nombres que está acompañando al verano post-Pioli necesita dar rápidamente con una propuesta afilada: dar a Fonseca un rodaje importante y enviar un mensaje preciso a la competencia. El Inter, se sabe, hace tiempo que ha resuelto su horizonte, bloqueando a Taremi y Zielinski. La Juve ha seguido a lo suyo, enriqueciendo su mediocampo con Douglas Luis y Thuram. El Milan, como se ha dicho, tiene una prioridad absoluta y objetiva: ser abordado de una sola manera. Pensar en grande.
En las últimas horas, entre otros, ha salido el nombre de Morata. Un delantero de nivel, pero con algunos inconvenientes evidentes. No sólo por su edad, que ya no es muy joven teniendo en cuenta que tiene 32 años, sino porque sus características no son precisamente las de un goleador. En sus cuatro años en la Juve, experiencia italiana que vivió en dos periodos diferentes de su carrera, marcó 35 goles en 130 partidos. Un botín más que aceptable para un excelente refuerzo, que lo es, y mucho menos para la terminal de un equipo que quiere dar el salto definitivo.
Y ponerse a la altura de sus rivales históricos. Si el Inter tiene a Lautaro, la Juve tiene a Vlahovic, con todos mis respetos Morata no puede ser la punta de lanza. Morata es -sería-, una bonita, apreciable, alternativa. Un elemento valioso para las rotaciones. No es el jugador a pedir de boca, en un equipo que abunda en calidad desde Leao a Pulisic pero que necesita materializar todas esas rachas, para ser la terminal del juego. El nombre de Morata no cuadra además porque desde España afirmaron que seguirá otros tres años más en el Atlético de Madrid.
A esa edad, se puede apostar por Lukaku, que además es un año más joven y representa al delantero profesional, con sus más y sus menos -por supuesto- pero con referencias indiscutibles como goleador. Pero si Lukaku -por la legítima opción del club de querer capitalizarse o por los excesivos costes para un mayor de 30 años- no se considera el perfil ideal, entonces es imprescindible imaginar y vislumbrar un futuro diferente. O simplemente un futuro. Con un delantero centro que por fin pueda representar la inversión a largo plazo.
Después de la extraordinaria intuición que llevó a Ibra años atrás, después de haber dado a Giroud una segunda juventud, el Milan necesita ahora dar un giro. Y colocar a un tiro, mejor aún si es joven, con el que reiniciar el asalto al Scudetto, al que con razón aspiran los suyos. ¿Nombres? El mercado ofrece soluciones: si se piensa, por ejemplo, que incluso Osimhen aún no ha encontrado su futuro puesto. Pero incluso reduciendo a la mitad el salario y el coste de la ficha, no faltan soluciones. Como Jonathan David, de 24 años, el preferido de Paulo Fonseca, que marcaba un gol cada dos partidos en el Lille. O Giménez, 23 años, del Feyenoord, que promedió aún más: 49 goles en 86 partidos. Gente que conoce su oficio. Gente, a todos los efectos, del Milan.
PARA LA DEFENSA EL GIGANTE PAVLOVIC
Italia en el destino: hace unos años, Strahinja Pavlovic era prácticamente jugador del Lazio. El acuerdo se frustró porque el defensa serbio no pasó los exámenes médicos. Esta vez, sin embargo, podría ser el momento adecuado. El propio jugador se lo confesó a sus compañeros de selección durante la Eurocopa: “En verano quiero irme a la Serie A”. Sí, pero ¿dónde? Hay dos opciones. La primera, el Nápoles, se conoce desde hace tiempo, con Antonio Conte queriendo cambiar toda la defensa azzurra. Mientras que la noticia es que incluso el Milan lo tiene en el punto de mira, también por las buenas relaciones con el Salzburgo (su actual club), vástago de la operación Okafor de hace un año.
Físicamente fuerte (88 kilos repartidos en 194 centímetros de altura), zurdo, joven (nació en 2001), pero ya con bastante experiencia internacional (titular con Serbia y 12 partidos de Champions en las dos últimas temporadas), Pavlovic intriga a los rossoneri tanto por lo que puede dar en el presente como por su potencial futuro. Llegó a Austria en 2022, tras una decepcionante experiencia en el Mónaco y préstamos más que positivos en el Círculo de Brujas y el Basilea: ahora se siente preparado para dar el gran salto.
Milos Vazura, plenipotenciario del Partizán de Belgrado, el club en el que creció, habló de él en términos entusiastas a la Gazzetta: “Fue una de las joyas de la corona de nuestra academia y será un futuro jugador top, capaz de jugar incluso en un grande de la Premier League”.
En este caso, para el Milan (pero también para el Nápoles) invertir hoy 20-25 millones de euros podría significar cobrar mucho más en el futuro, si cumple las expectativas de su mentor. Pavlovic es una idea. Que el Milan intente pasar de la teoría a la práctica dependerá también de otros movimientos defensivos.