De ser el delantero del futuro del Inter… a convertirse en el delantero del Milan Futuro. Sí, porque en otra vida Samuele Longo habría sido el delantero titular de los nerazzurri, tal vez encantando San Siro con goles y jugadas de campeón. Quién sabe cuántas veces lo pensará cuando pase por allí. Él, que debutó allí en 2012 con Stramaccioni de entrenador, en una mala noche a principios de agosto: jugó media hora en lugar de Coutinho, no marcó y vio cómo el Inter perdía en casa contra el Hajduk Split. El final.
Desde entonces, no se le volvió a ver. Hoy, al ver la noticia de su regreso a Milán, con 32 años y en paro, muchos se habrán acordado de sus goles con el equipo Primavera que aún circulan por YouTube. Han pasado poco más de diez años, pero parece que fue hace toda una vida. En realidad, es el delantero centro de 20 años del Inter de Stramaccioni, que acumuló trofeos en 2012: la Primavera en febrero (gol en la final contra el Ajax) y el Scudetto en mayo. En el último acto marcó tres goles contra el Milan, adelantando a los rossoneri en el minuto 122. Predestinado”, dice Branca, “Inter, Super Longo ha llegado”, escribe la Gazzetta. Se habla de él como del futuro de los nerazzurri. Pero nunca llegará a serlo, aplastado por la presión, las comparaciones y las expectativas. No ha podido con todo y se ha perdido por el camino, apareciendo y desapareciendo a la velocidad de la luz.
Después de ese triplete deja el Inter. Pero en realidad nunca lo deja. Porque en once años ha habido catorce préstamos. En ningún equipo ha estado más de una temporada, en algunos seis meses, en otros incluso menos. Seis clubes en España (Espanyol, Rayo Vallecano, Girona, Huesca, Tenerife y Deportivo) y seis en Italia (Verona, Cagliari, Frosinone, Cremonese, Venezia, Vicenza). Cómplice también era un derecho de tanteo que a menudo era demasiado alto.
En 2020, el Vicenza lo compró por 400.000 euros, lo hizo jugar un tiempo y luego lo envió de gira. Holanda, Grecia y luego otra vez España. Incluso en la selección las cosas no le van mal. Marca mucho en las categorías inferiores, llega hasta la sub 21, hasta que en 2015 Di Biagio lo corta antes de la Eurocopa. Era preferido a Belotti y Berardi, y apenas volvió a ser convocado. Otra bofetada en la cara.
Ahora en Milán, rebobinando la cinta, buscará lo que siempre ha pedido: alguien que crea en él. En todo esto hay una curiosidad, bastante desconcertante por cómo se dieron las cosas: en junio de 2016, tras un año con cero goles en el Frosinone, Samuele renovó por otros cinco años con los nerazzurri. Pero sin encontrar nunca sitio. Empieza en el campo de entrenamiento y luego es enviado puntualmente a otra parte.
Muchos fueron un error garrafal. Moratti estaba encantado con él, convencido de que podría convertirse en el nueve del Inter para la próxima década. No ocurrió. Longo quedará para siempre como un gran “y si…”, sobre todo para quienes le vieron marcar a ráfagas en las categorías inferiores. Las constantes preguntas también le ahogaron. ¿Es un problema de confianza? ¿De continuidad? ¿O es que no está a la altura?”. Demasiado difícil de decir, probablemente habría que indagar un poco más.
Muchas veces prefirió quedarse al margen antes que cargar con ese peso de chico de oro sobre sus hombros. Luego, la gestión de estos diez años, entre préstamos y lesiones, hizo el resto. Y él también ha tenido lo suyo, nunca ha convencido del todo. Queda el remordimiento. Siempre fue un chico tímido fuera del campo, nunca fanfarrón ni exagerado. Muy unido a su familia, que siempre le siguió por todo el mundo. Como número, cuando podía, cogía el doce, el día de su nacimiento y el de su madre. Incluso se lo tatuó. El otro tatuaje es una frase que narra su viaje. La vida no es esperar a que pase la tormenta, sino aprender a bailar bajo la lluvia”. Quién sabe si Milán y el Milan no serán su pista de aterrizaje.
Ha alternado temporadas excelentes, como la del Girona -14 goles y ascenso-, con años duros, oscuros, con muy pocos momentos destacados y escasos momentos positivos. Un vaivén de emociones en el que las decepciones se impusieron a las sonrisas, eclipsando su talento. Quién sabe cómo habría sido, en otra vida. Ahora volverá a ser el nuevo Balotelli, también estrella juvenil en el Inter, más allá del Milan adulto. Aunque con caminos y dificultades diferentes. Pero Samuele siempre ha estado a lo suyo, en silencio, sin levantar nunca la voz. Sólo quería un poco de normalidad, salir de los focos y de las páginas de los periódicos. Nada de “Super Longo”, una personalidad diferente a la de Mario, aunque con debilidades de carácter similares.
Pero Longo nunca dijo nada, aunque poco a poco perdiera algo de entusiasmo y ganas. Ahora el equipo de Bonera es su forma de encontrarlas. Quizá empezando ya a hacer aquello por lo que le recuerdan en Milán. Aunque parezca que ha pasado una época.
Al verle la cara ahora, parece casi otra persona. El niño que parecía haber salido de Italia de Erasmus ha crecido, aunque espera demostrarlo sobre todo en el terreno de juego. Sus hombros se han ensanchado y “Samu”, con el tiempo, ha sorteado dificultades y presiones. Aprendiendo a manejarlas. La llamada de Ibra es un canto a las segundas oportunidades y Longo no quiere perderse ni un minuto. Le espera la Serie C, una liga dura en la que nadie te regala nada. Además, se le ha tomado como ejemplo para los jóvenes, ya que Eto’o y Milito estuvieron con él, admirándoles con ojos soñadores. El objetivo también será demostrar que no ha olvidado cómo marcar goles, que no ha perdido ni un ápice de puntería y números. Y que está deseando volver a ello. Quizá esta vez sin etiquetas.