Bastan unas pocas cifras para fotografiar el estado de salud del Milan: un beneficio de 4 millones (el segundo consecutivo), un patrimonio neto de 196 millones, una deuda financiera neta de sólo 50 millones. De los tres grandes históricos del fútbol italiano, el rossonero es el único club que combina, en unos años tan complicados para la Serie A, resultados deportivos y balance financiero.
La temporada pasada, el Milan ganó +4 millones (después de +6 millones en 2022-23), frente a los -36 millones del Inter y los -199 millones de la Juventus. Los beneficios habrían sido mayores si el equipo hubiera llegado más lejos en las copas (eliminado en la fase de grupos de la Liga de Campeones y luego en cuartos de final de la Europa League).
En comparación con el año anterior, el de las semifinales de la Liga de Campeones, el Milan se dejó 44 millones por el camino entre ingresos del estadio y premios de la Uefa, en lo que a la campaña europea se refiere. La gran diferencia la marcaron los intercambios de jugadores.
Por primera vez en la era americana, el Milan utilizó la palanca del mercado futbolístico, registrando una plusvalía neta de 44 millones por la venta de Tonali al Newcastle, para un total de 52 millones en ingresos por el comercio de jugadores (De Ketelaere, cuya venta en junio al Atalanta por 22,7 millones produjo una minusvalía de 133 mil euros, sin embargo, ganó 3 millones por el préstamo anual). Todo un salto desde los 7 millones de ingresos por el mercado de futbolistas en 2022-23 y los 23 millones de media en la época de Elliott.
Tonali fue decisivo para cerrar las cuentas en negro. Y es que el último ejercicio, más allá de las copas, se vio penalizado por la asignación de 14 millones para gastos futuros (principalmente relacionados con el despido de Pioli) y el aumento del gasto deportivo. Los salarios de los jugadores subieron de 149 a 161 millones, la amortización de las “etiquetas” de 51 a 75.
Un efecto, este último, de las impresionantes adquisiciones (más de 100 millones, netos de cesiones, en las dos últimas campañas de fichajes) y renovaciones de contratos (10 en 2023-24). Si nos fijamos en los ingresos netos de compraventa de jugadores, éstos se han estabilizado en torno a los 400 millones: 398 millones en 2022-23, 404 en 2023-24. En consecuencia, la relación entre los salarios totales y los ingresos netos ha empeorado, pasando del 44% al 47%.
Hablamos, sin embargo, de un porcentaje envidiable y de unos gastos bajo control, perfectamente en línea con el nuevo fair play de la UEFA. ‘El Milan -dice el presidente Paolo Scaroni- puede permitirse hacer inversiones para reforzar el equipo porque es un club saneado.
Además, los ingresos básicos se beneficiaron del nuevo impulso de toda el área comercial. Los patrocinadores, con la renovación de los principales socios, crecieron de 81 a 91 millones (Emirates de 16 a 19, Puma de 15 a 25). Los otros ingresos comerciales de 47 a 53 millones, gracias a los aumentos de los palcos, sky boxes y sky lounges de San Siro.
Los ingresos comerciales totales ascienden a 143 millones y representan el 35% del pastel; el resto procede de los derechos de televisión (152), el estadio (69) y otros ingresos (40). La red de socios y asesores de RedBird ayuda a explorar nuevos mercados y nuevas líneas de ingresos. Y la tendencia positiva también permite diversificar las inversiones. El proyecto del segundo equipo (Milan Futuro) supone más de 10 millones de gastos anuales. Por supuesto, el plan más ambicioso sigue siendo el del estadio en propiedad.
La pasada temporada, el accionista realizó un nuevo desembolso a cuenta de una futura ampliación de capital de 15 millones, tras los 40 de junio de 2023: recursos necesarios para cubrir los costes directa o indirectamente relacionados con el proyecto de infraestructuras. Gran parte de ese dinero, a través de la filial SportLifeCity, se destinó a la compra de los terrenos de San Donato, en lo que todavía -según Scaroni- representa la principal opción para el Milan, aunque rossoneri y nerazzurri han vuelto a mirar con interés la zona de San Siro.
Entretanto, el club de RedBird puede presumir de un patrimonio neto que ha ascendido a 196 millones de euros y de una deuda financiera neta de sólo 50 millones de euros, procedente exclusivamente de anticipos de créditos futuros. En este sentido, en julio se firmaron nuevos préstamos con Banco Bpm y Banca Sistema, a los que se vendieron los derechos de televisión de 2024/27, en sustitución del factoring anterior.
Para el ejercicio 2024/25, tal y como se recoge en el informe de gestión, los directivos “están llevando a cabo un plan de desarrollo dirigido a mantener un equilibrio sustancial entre ingresos y costes, el crecimiento de los ingresos mediante el desarrollo de diversas actividades y nuevos patrocinios, y el refuerzo continuo de los equipos del club a través de inversiones en los derechos de rendimiento de los jugadores”.
Dada la incidencia de las plusvalías en el beneficio de 2023-24, cabe preguntarse cómo se las arreglará el Milan para mantener el equilibrio de las cuentas sin recurrir al apalancamiento de la compraventa de jugadores (en verano se realizaron plusvalías de sólo 2,5 millones). Stefano Cocirio, director financiero, no tiene dudas: “Para 2024-25 esperamos un balance ordenado, con un pequeño beneficio o pérdida, en ausencia de grandes cesiones como la de Tonali. No necesitamos vender jugadores para arreglar las cuentas, son decisiones oportunistas que se evalúan caso por caso”.
LOS SECRETOS DEL BALANCE
El balance del Milan intriga a los aficionados al mercado. Un año y (al menos) dos meses después, ahí están las cifras oficiales, netas de primas, de las operaciones de entrada y salida del verano de 2023. La principal curiosidad concierne a Sandro Tonali, vendido al Newcastle por “sólo” 58,9 millones más primas, una cifra sensiblemente inferior a la hipotetizada en su momento, a la que hay que restar los 4,3 millones pagados al Brescia. El Milan, por su parte, recibió 2,4 millones por Rade Krunic. La decisión sobre De Ketelaere, que se marchó cedido al Atalanta por 3 millones, fue particular: permanecerá cedido hasta febrero de 2025, fecha en la que se cerrará la adquisición en firme.
Más acordes son las cifras de los fichajes de ese verano. Yunus Musah costó 21,2 millones, Samuel Chukwueze 21,1 (las primas aquí son especialmente importantes), Christian Pulisic 20,8 millones, Tijjani Reijnders 20,5 millones, Ruben Loftus-Cheek 19 millones, Noah Okafor 15,5 millones. La tendencia es clara: el Milan en ese verano (y no sólo) siempre compró por cerca de 20 millones. El gran gasto no se produciría ni siquiera un año después.
La situación más peculiar se refiere a Luka Romero, que llegó al Milan como agente libre pero costó 2,5 millones en concepto de derechos de agente. Romero permaneció en el club sólo seis meses, y luego fue cedido al Almería (13 partidos y 3 goles) y al Alavés (5 partidos y cero goles).