Como se dice en ciertos casos, su fama le precedió. Cuando, a finales de año, el nombre de Sergio Conceiçao empezó a circular con insistencia, y luego se hizo realidad, todo el mundo sabía que llegaría a Milanello un entrenador de carácter áspero y poco dispuesto al compromiso y a lo políticamente correcto. “Los jugadores saben que tienen delante a una persona directa, la gestión del grupo es ésta: ojos a ojos con los chicos, entrenar al máximo, la presión forma parte del fútbol”, dijo el día de la presentación. Y seguimos con las comparaciones.
Conceiçao a la Conte, Conceiçao a la Mourinho, etc. Premisa: rudeza no significa necesariamente falta de empatía con el mundo circundante. Observación: Sergio cumplió la premisa, porque al fin y al cabo ése es su carácter y a los 50 años no se cambia. Pero enseguida aportó dos cualidades que gustaron mucho al mundo rossonero: una potente sacudida a un equipo que por entonces carecía de alma (las palabras muy serias de Leao en Como causaron impresión: “Conceiçao ha aportado lo que nos faltaba, quizá antes no poníamos toda nuestra energía en el juego hasta el final”) y un título al club dos años y medio después del último Scudetto. Pero, ¿qué es lo que enfada al nuevo técnico rossonero y, en particular, qué le ha enfadado desde su etapa en el Milan?
Una lista en la que podemos empezar por el final, porque también es el episodio más sabroso en ciertos aspectos. En Como, el propio Sergio participa en la entrevista previa al partido. No está acostumbrado y la entrevista se vuelve aún más ‘ina’. Básicamente, el técnico es autocongratulado por las cámaras tras unos segundos, después del partido vuelve a salir el tema y él responde: ‘Estaba hirviendo, vivo el partido de forma apasionada. En 13 años nunca he hecho una entrevista antes del partido, no estoy acostumbrado. Ni siquiera con mi familia hablo 2-3 horas antes del partido. Los del club deberían hablar más antes del partido, yo hablo menos porque estoy nervioso, ya estoy dentro del partido’.
No se sabe qué piensa la directiva al respecto, pero el mensaje no necesita espaciamiento: más claro imposible. Es mejor dejarlo tranquilo cuando el partido está cerca, porque Sergio ya está en trance competitivo y morderá si se le distrae. Su mujer y sus hijos también lo saben bien. En cuanto al campo, cuidado con los primeros días. Que, de hecho, no son grandes (eufemismo). En los cuatro partidos con él al frente, todos los goles han llegado en la segunda parte.
Pero en los primeros 45 minutos también faltó juego, hasta el punto de que tras el Cagliari el técnico no se anduvo con rodeos: “Ha sido la peor primera parte desde que entreno, en proporción al valor del equipo”. Desahogo comprensible: las remontadas son bonitas, de hecho son emocionantes cuando se producen contra la Juve y el Inter, pero no siempre se puede confiar en eso. Para Conceiçao, el punto realmente delicado, lo que le saca de quicio, es la actitud. De los individuos y del conjunto.
Y aquí viene bien recoger otra frase de su presentación: “Hace falta hambre, llegar al final de los partidos sabiendo que lo has dado todo. Sabéis cuántas veces me han expulsado en mi carrera, no… Es porque lo vivo intensamente, quiero la misma mentalidad de mis jugadores, que les brillen los ojos cuando entran en el campo y que vayan al límite”. Si tenemos en cuenta que Pioli acaba de decir en las últimas horas que ‘Theo y Leao “a veces son un poco vagos”‘, la furia del portugués es fácil de imaginar. Un fotograma del primer entrenamiento en Milanello: “¡Rápido, no andes, rápido!”.
Otro diente bailarín: la fase defensiva. Viejos vicios difíciles de erradicar, si es cierto que el Milan sigue encajando goles contundentes al contragolpe cinco meses después de la derrota en Parma, un partido-emblema en su género. Para un entrenador acostumbrado a cuidar los detalles y a gobernar equipos cortos, una especie de pesadilla.
En el descanso del desafío contra la Juve en la Supercopa, Sergio gruñó: “Éste era el viejo Milan, necesitamos coraje y asumir riesgos, se acabó el miedo”. Y, hablando de dejar claras las prioridades y las relaciones internas desde el primer momento, las altas esferas volvieron a entrar en juego cuando el portugués dijo hace unos días: “La directiva ha intentado hablarme una o dos veces del mercado, pero a destiempo. Hablaremos del mercado en el momento adecuado”. Es fácil imaginar que el no de Sergio a la petición fue bastante seco.