Milan 1 – 1 Inter

En la vida, procrastinar a veces no hace daño. Permite volver a la siguiente cita más centrado y confiado. Milan e Inter cierran la primera vuelta ofreciendo cualquier tipo de escenario de cara a la segunda: el 23 de abril, a juzgar por cómo ha ido esta vez, puede pasar cualquier cosa. El Diavolo puede seguir confiando serenamente en conquistar la Europa League por el camino más corto, los nerazzurri pueden imaginar con la misma serenidad la revancha por las bofetadas de Riad.

En el Meazza acabó 1-1 con goles de Abraham y Calhanoglu, y los rossoneri volvieron a casa sabiendo que estaban invictos contra el líder de la liga: dos victorias y dos empates (de situaciones ventajosas), qué raro es el balón por Milanello. Un partido que, como mínimo, devuelve al Diavolo parte de esa alma perdida hace tiempo. La segunda vuelta, sin embargo, llegará al final de un mes que el Inter -entre el campeonato y la Liga de Campeones lanzada sobre mojado por el Milan- pasará en total apnea. Será un factor importante

Conceiçao confirmó las suposiciones de la víspera: Thiaw recuperó su sitio junto a Gabbia, Reijnders subió junto a Fofana, Pulisic centró cediendo la derecha a Jiménez, Leao esta vez sacó la cara de inmediato y Abraham volvió a ser preferido a Giménez. Musah se ausentó en el último minuto debido a un ataque febril. Inzaghi tampoco reservó sorpresas: el regreso de De Vrij preferido a Acerbi y Frattesi a Mkhitaryan, con Calhanoglu por delante de la defensa y Barella en el centro izquierda. En la delantera, sin Lautaro ni Taremi, espacio para Thuram y Correa.

Mucha suavidad en los primeros veinte minutos, para ser un derbi. Suavidad en los rincones -algunos agujeros inesperados en el segundo aro, sin pancartas ni coreos como se esperaba, silencio desde el Norte durante los primeros veinte minutos-, suavidad en el planteamiento de ambos equipos. Como si en la cabeza existiera desde el principio la idea del plan de partido estrictamente relacionado con ciento ochenta minutos y no noventa. El Inter con el balón entre los pies, el Milan esperando la reanudación, y a este respecto los corredores de apuestas ni siquiera aceptarían apuestas: demasiado previsible.

Desde hace algún tiempo, el Milan se comporta así incluso contra rivales con muchos menos cuartos de nobleza, y no digamos contra el Inter. Enfrente, sin embargo, el Diavolo no se encontró con un equipo que intentara morder de inmediato, sino que en la primera parte se limitó sobre todo a una gestión bastante serena, intentando de vez en cuando alguna embestida más mezquina. En resumen, más Inter, pero sin pasarse.

En el centro del campo, donde la tarea más importante de la noche para el Milan era ahogar las fuentes de juego ajenas, Reijnders se hizo cargo de Frattesi (visiblemente el eslabón débil del mediocampo nerazzurro), mientras que en el otro lado Barella intentó -con suerte dispar- jugar abierto, a veces muy abierto, alternando incursiones como mediocentro puro y lidiando primero con Pulisic.

El Milan probó mucho por las bandas. Jiménez falló mucho, pero logró mantener a Carlos Augusto en el suelo. En la banda opuesta, Leao mantuvo inquieto a Darmian prácticamente desde el primer minuto (fue derribado en el regate a los 50 segundos) y por momentos incluso se volvió a ver a Theao. Cabe destacar un derechazo traicionero de Correa (9′) y una parada en el área chica de Abraham sobre De Vrij. Luego, en mitad del asalto, sin motivo real, el Milan se vino arriba de repente.

Cha dejó de esperar y empezó a manejar el balón. El Diavolo se encendió y el partido también. El clímax rossonero llegó en el minuto 26, cuando Leao volvió a deshacerse de Darmian y lanzó un torpedo con la zurda desde unos metros: el prodigioso reflejo de Martínez se repitió al anticiparse a Abraham, que había cabeceado el balón hacia la portería. Cuando el tiempo expiraba, el Inter se echó las manos a la cabeza tras ver cómo Frattesi remataba de cabeza blando con buena parte de la portería rossonera desguarnecida.

SEGUNDA PARTE

La reanudación comenzó con una explosión. Minuto 47, Abraham recibió de Jiménez, se inventó un amago con el cuerpo que congeló a Bisseck y centró a la escuadra. Puro gol de delantero centro. El Milan se adelantó y el Inter reaccionó con dificultad. Demasiado respiro y poca lucidez a pesar de que aún quedaba tiempo por jugar. Barella lleva de la mano a los suyos pero el Milan se acerca con buen dominio.

Maignan regateó a Correa en el área pequeña, señal de una nueva confianza que, sin embargo, fue desmoronada por Calhanoglu al cuarto de hora: fue Correa quien provocó el derechazo del primero, potente pero bastante centrado, en el que Maignan no hizo demasiada mella. Mientras tanto, Inzaghi y Conceiçao cambiaron algunas caras: primero entraron Mkhitaryan (Frattesi), Pavard (Bisseck) y Zalewski (Carlos Augusto), y luego Giménez (Abraham), Joao Félix (Pulisic) y Sottil (Jiménez).

El Milan trató de remontar y el Inter olfateó la posibilidad de un partido de vuelta. Hubo más nerazzurri que rossoneri en la última parte del partido, y Maignan se resarció ampliamente: primero, tapió a Zalewski en el minuto 80 y luego voló por encima de la volea de Mkhitaryan, que pasó por debajo del travesaño. En el otro extremo, el derechazo de Leao dio la ilusión del gol del mes, pero fue sólo una ilusión. Volveremos a hablar de ello dentro de tres semanas.