
Al principio -es decir, cuando el Milan se tomaba en serio llenar por fin la vacante de director deportivo-, estaba Tare y luego Paratici. Después, la narrativa pasó a ser Paratici y luego Tare, hasta que Tare prácticamente desapareció del radar rossonero. Ahora, el punto de Igli en la pantalla vuelve a ser cercano y brillante. Efectos del parón brusco, muy brusco, de las últimas horas entre el Milan y Fabio Paratici.
Los neumáticos se clavaron a pocos metros de la línea de meta, es decir, cuando quedó claro que el nudo ligado a la inhabilitación deportiva hasta el 20 de julio del ex entrenador de la Juve y el Tottenham -con la pertinente cláusula de salida en su contrato- no se desataría.
El resultado, salvo giros en los próximos días, con posibles idas y venidas, es claro: el Diavolo empezará a rastrear de nuevo el territorio y tendrá que volver a la búsqueda de un director deportivo. No se puede decir que se empiece de cero, porque ya se había contactado con otros candidatos, pero mientras tanto el reloj de arena corre y hay que planificar la próxima temporada lo antes posible. Empezar por el entrenador: no es precisamente un detalle.
Tare vuelve a estar en el punto de mira de Via Aldo Rossi, y no es para menos. Hasta hace un mes era, de hecho, el nombre de moda. Es cierto, la intención básica de los rossoneri es dar un giro bastante claro hacia la italianidad -tanto a nivel directivo como en la plantilla- y Tare es, de hecho, muy italiano: siete años en el campo entre Brescia, Bolonia y Lazio, y luego otros quince como director deportivo, formando un binomio muy cercano con el presidente Lotito.
Tan hermético que cuando el Milan intentó seducirle ya en 2019, Igli declinó la oferta, respetando su contrato con el Lazio. ¿Sus puntos fuertes? Evidentemente, el conocimiento óptimo de la dinámica de la Serie A y la capacidad de trabajar con presupuestos que no son precisamente los de la Liga Saudí.
Otro nombre que se baraja es el de Tony D’Amico, que hizo grande al Atalanta. Sin embargo, a diferencia de Tare, D’Amico tiene contrato, por lo que la situación debe manejarse con la debida cautela. Ciertamente, sin embargo, en Via Aldo Rossi es un perfil que agrada y, por otra parte, hay un Atalanta a la vista para hablar por él.
Él, en cambio, intenta por naturaleza estar lo menos posible: un tipo reservado, entre bastidores, con sus primeros pasos dados en el área de ojeadores de Bolonia y Verona, y luego como director general en el Hellas. Mientras tanto, ojo a Giovanni Manna, con quien ya habría habido algún trato, aunque fuera indirecto. El problema, como con D’Amico en Bérgamo, es que Manna tiene contrato con el Nápoles y ya ha empezado a trabajar para reforzar a los azzurri de cara a la próxima temporada.